In Memoriam: Wes Craven, el hombre del saco

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Querido Teo:

Wes Craven, maestro del terror y padre de uno de los iconos más famosos y reconocibles del cine, Freddy Krueger, ha fallecido hace unas horas a los 76 años de edad, víctima de un tumor cerebral que padecía desde hace algún tiempo.

La carrera de Craven como cineasta es bastante curiosa; antes de dedicarse al cine, Craven estudió Literatura Inglesa y Psicología y posteriormente se graduó en Filosofía llegando a convertirse en profesor de Humanidades en la universidad de Clarkson, en Postdam (Nueva York) durante unos años. Una vez pasada la treintena, decidió dejarlo todo para dedicarse al cine, comenzando como editor de sonido en pequeñas producciones hasta que debutó en la dirección con “La última casa a la izquierda” (1972). Su bajo presupuesto y la crueldad y realismo de sus imágenes hizo que no pasara demasiado desapercibida en el mundillo. Aunque aún carecía de ese halo de culto que posee hoy.

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En busca de dinero para poder financiar su próxima película, Craven, bajo el pseudónimo de Abe Snake, dirigió una película pornográfica llamada “Angela. The fireworks woman” en la época dorada del porno de los setenta y que supuso un auténtico éxito en el género, llegándosela a comparar con “Garganta profunda”.

Tras su paso por el mundo del porno, Craven dirigiría su segunda película, “Las colinas tienen ojos” a la que seguirían “Bendición mortal”, “La cosa del pantano”, “Invitación al infierno” y la segunda parte de “Las colinas tienen ojos”. Estos títulos convertirían a Craven en un director de thriller y terror de presupuesto limitado y resultados dispares, pero creando un culto alrededor de ellas que iba creciendo poco a poco.

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Pero en 1984 todo cambió. Craven, cuyo bagaje como hombre de letras y sus conocimientos en Antropología, Psicología y Filosofía dejaban cierta impronta en la forma de reflejar los miedos en sus películas, había escrito un guión que fue moviendo de Estudio en Estudio y que fue rechazado en todos, hasta que llegó a una modesta productora conocida como New Line Cinema donde dieron luz verde al proyecto. Ese proyecto era “Pesadilla en Elm Street”, una película que exploraba los miedos más básicos del ser humano y daba una nueva dimensión al hombre del saco en la figura de Freddy Krueger, un asesino pedófilo quemado vivo que vuelve para vengarse a través de los sueños de los hijos de aquellos que lo mataron. Si duermes, mueres. Ese era el aterrador mensaje de la cinta de Craven que ejecutó con poco presupuesto pero muchísimo ingenio y buen pulso convirtiendo a la película en una de las más rentables de la Historia y una de las piedras angulares del cine de terror. La película fue la puesta de largo de Johnny Depp, que protagonizó una de las secuencias más recordadas.

La figura de Freddy Krueger, interpretada por el legendario y carísmatico Robert Englund, causó tal impacto cultural que marcó a toda una generación y lo convirtió automáticamente en uno de los mayores, sino el mayor, iconos del cine de terror, propiciando hasta seis secuelas, un crossover y un remake. Decir que de las seis secuelas, Craven se desentendió, participando únicamente en el guión de la tercera parte y dirigiendo la séptima en 1994, en un ejercicio de metacine perverso y muy divertido que sirvió de cierre a la saga de Elm Street.

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Tras el enorme e inesperado éxito que supuso “Pesadilla en Elm Street”, Craven volvió a lo que conocía bien, cine de terror de presupuesto moderado con un perverso sentido del humor negrísimo, y dirigió la fallida “Amiga mortal”, “La serpiente y el arco iris”, “Shocker. 10.000 voltios de terror”, la perversa, ágil y divertida “El sótano del miedo” y trabajó con Eddie Murphy y Angela Bassett en una de sus peores películas, “Un vampiro suelto en Brooklyn”.

En 1996 recibió el encargo de Dimension Films (filial de Miramax) de dirigir una película basada en un guión de un desconocido Kevin Williamson. Esta película era “Scream. Vigila quien llama”. Y si doce años antes, “Pesadilla en Elm Street” había revolucionado el género de terror, ahora le tocaba el turno al slasher. Cogiendo las bases del terror de los 70 y 80, Craven y Williamson les dieron completamente la vuelta y nos presentaron una película endiabladamente divertida, dirigida con un ritmo, una vitalidad y un sentido del humor muy macabro. La película fue un tremendo éxito de crítica y público que resucito el género a finales de los noventa, llenando las salas de sucedáneos que trataban de imitar el éxito de ésta, y dio lugar también a una de las sagas más rentables, llegándose a rodar tres secuelas, dirigidas todas ellas por Craven y una serie de televisión en la que ejercía de productor ejecutivo.

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Tras el éxito de “Scream. Vigila quien llama” , Craven se puso manos a la obra con la secuela que se estrenó prácticamente un año después de la primera parte y que funcionó muy bien en taquilla. Y, en ciertos aspectos, mejoraba a la original.

Para su siguiente película, Craven se alejó completamente del cine de terror y se introdujo en el drama, dirigiendo a Meryl Streep en “Música del corazón”, un drama basado en hechos reales sobre una profesora en un barrio marginal que ayuda a gente desfavorecida. Los resultados no fueron del todo satisfactorios, aunque sí se nota ese halo de feel good movie y Streep llegó a conseguir una nominación al Oscar (como siempre).

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Tras este patinazo en el drama, Craven volvió a su lugar común, el thriller y el terror, con “Scream 3”, “La maldición”, “Vuelo nocturno”; probablemente una de sus mejores películas y que supone un muy decente homenaje a Alfred Hitchcock en formas; “Almas condenadas” y la que sería su última película, “Scream 4”, que recibió críticas muy positivas y que supuso otra vuelta de tuerca al género y crítica mordaz a las secuelas, reboots y remakes.

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Hoy el cine pierde a uno de esos directores que dignifican la profesión y aunque no fue brillante en todos sus títulos (nadie lo es) fue, sin duda, un maestro del terror y del suspense del que, seguro, Hitchcock habría estado más que orgulloso.

Hoy Freddy Krueger se queda huérfano. Buenas noches, Wes Craven. Nuestras pesadillas no serán lo mismo sin ti.

Sr. Finch

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