La Música Clásica De Nuestro Tiempo: "Blonde" // Nick Cave y Warren Ellis

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La nueva obra de Andrew Dominik "Blonde" ha causado un revuelo de los que se recuerdan desde su estreno el día 28 de septiembre. Un revuelo comandado de una gran mayoría que tilda a la película de todas las atrocidades imaginables, aunque teniendo un nicho de público que la considera ya obra de culto. Polémicas aparte, hoy venimos a hablar de la música de Nick Cave y Warren Ellis, esta sí, libre de polémicas y abierta a realizar esta sección que, como la propia película, he querido hacer de alguna forma arriesgada y como si de un salto al vacío más profundo se tratara.

El mítico músico australiano Nick Cave, nacido en 1957, es conocido por su trabajo con el grupo Nick Cave and The Bad Seeds, en el que forma parte Warren Ellis, también australiano y nacido en 1965, el otro compositor de esta banda sonora y que es violinista y pianista en su mayoría. El director neozelandés Andrew Dominik lleva colaborando con ellos desde que ya le hicieron la icónica banda sonora de 2007 “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”, además de dos documentales sobre el propio Nick Cave como “One more time with feeling” y “This much I know to be true”.

Esta vez vuelven con “Blonde”, una composición que juega con lo etéreo, lo real y lo irreal, lo oscuro, lo intangible, una música que juega con la ensoñación de una verdad que parece un sueño. La terrorífica y compleja reimaginación de la vida del icono de Marilyn Monroe tiene de fondo una banda sonora de alguna manera preciosista, por momentos casi espiritual.

Un piano que toca los dos mismos acordes se juntan en el tema Shard. Una repetición del motivo que se siente como un bucle interminable, como una vida que no para de dar vueltas y vueltas sobre el mismo eje sin un final aparente. Unos sintetizadores, que acompañan prácticamente toda la composición y que ya son habituales en la nueva obra modernizada de Nick Cave, crean esa atmósfera infranqueable. Una voz que a veces suena de fondo como si de un lamento se tratara, un lamento que pide una ayuda que nunca va a llegar.

En la canción Bright horses (Instrumental), vuelve esa misma voz, pero ahora diferente. Una voz que, a pesar de tener un tono apesadumbrado, melancólico, esta vez deja una nota esperanzadora, como si la vida no se tratase únicamente de la exploración de nuestros demonios. Acompañado de un piano incesante al que se le unen unas voces que parecen como acompañar tanto a Norma como a Marilyn, prometiéndole una esperanza que quizás jamás se cumple pero que así se siente en ese mismo momento, y que la convierte quizá en el tema más preciosista de la composición de Cave y Ellis.

Es entonces cuando nos encontramos Wig, quizá el tema más desesperanzador de la banda sonora. Un tema con el que los sintetizadores se elevan al máximo creando una atmósfera esta vez opresiva, que deja un malestar casi insoportable. Hasta que llega un momento en el que escuchamos unas cuerdas que después se convertirán en piano, y que convierten la atmósfera en una especie de llanto melancólico. Pasamos del malestar a la más absoluta e inevitable tristeza, que apalea de forma brutal e incesante una realidad insoportable.

En el tema Gemini nos encontramos con unas cuerdas que vuelven a mezclarse con esa voz de ensoñación. Esta vez acompañadas por otras voces, como si del público de Monroe se trataran, que de una forma inconsciente, casi como si desde el subconsciente acompañásemos en ese dolor tanto a Norma como a Marilyn. La cuerda suena como un rayo de esperanza atisbable, un rayo que quizás pueda llegar y que se mezcla con el tema principal del personaje, Pearly.

El tema que hemos escuchado al inicio y que son una consecuencia de casi 7 minutos de sintetizadores subiendo y bajando sobre el eje de Marilyn, de forma triste pero a la vez esperanzadora, como intentando sintetizar en un mismo tema todo el eje de la película. De hecho, si escuchamos el tema Peroxide podría decirse que es la vuelta de
tuerca de Pearly con esos sintetizadores que, de forma más opresiva y sonora, sobrevuelan el tema principal.

Para terminar, es en el tema Nembutal donde, ya de una forma más relajada y reflexiva, podemos sentir esa misma sensación de esperanza melancólica que nos hace reflexionar sobre todo. Sobre la vida que pudo ser y no fue, como la película que pudo ser y, agraciada o desgraciadamente, nunca va a ser.

Hasta la próxima banda sonora.

Iker González Urresti

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