"Los Borbones y sus locuras"

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La película más célebre sobre la mafia no es un relato sobre la cosa nostra o el crimen organizado. "El padrino", de Francis Ford Coppola, es la épica historia de una familia que lucha contra todo y contra todos por su supervivencia. Es la historia más universal, la primogénita, la única desde que el mundo es mundo, ya se llame el patriarca de la saga Michael Corleone, Nikolái Románov o Felipe de Borbón; y lo mismo si usan armas, cabezas de caballo, armadas invencibles o doblones de oro. El prisma nacionalista nos ha hecho creer que la aventura de los Austrias, los Borbones o los Saboyas es la misma que la de España, como si los intereses de una familia pudieran ser los mismos que los de todo un país. Como si la sangre no fuera más espesa que la nacionalidad.

Título: "Los Borbones y sus locuras"

Autor: César Cervera Moreno

Editorial: La esfera de los libros

"Érase una vez una familia francesa que vivía apacible y feliz (más o menos) en un palacio llamado Versalles. Cierto día...". Así comienza César Cervera el libro más reciente sobre esta familia que ha marcado la Historia de España en mayor o menor medida durante los últimos siglos. Cervera no ha incluido al penúltimo protagonista de esta familia que ha mantenido la coherencia en el abuso y el agotamiento de los privilegios aceptados por las cúpulas políticas que los apoyan, y aplaudidos por súbditos de todas las épocas.

El recorrido desde el primer Borbón, un Felipe, se interrumpe en Alfonso XIII, y hay material entre histórico y legendario suficiente para cientos de páginas que confirman la progresiva decrepitud de una institución obsoleta, escudo de camarillas y personas que aspiran a la virtud pública y a vicios privados.

La noche del 14 de Abril Alfonso XIII salió de Madrid, con la misma discreción que su nieto Juan Carlos I, al volante de su propio automóvil, y desde Cartagena zarpó para Marsella en el crucero Príncipe Alfonso, que nada más desembarcar en Francia a su pasajero, izó la bandera republicana. Al día siguiente le siguió la familia real, que pasó esa noche sin más escolta que un grupo de socialistas voluntarios. A Isabel II, anciana y enferma de esclerosis, las nuevas autoridades le ofrecieron quedarse en España. "La Chata" prefirió seguir el camino del exilio y mantenerse fiel a su lema: «Con el rey, con razón o sin ella». Inició un penoso viaje en ferrocarril hasta París en una camilla y diez días más tarde había muerto.

Años antes su exilio había sido subrayado por el popular torero apodado "El Tato", apelativo del sevillano Antonio Sánchez, diestro no demasiado técnico, aunque sí con arrojo para jugarse el físico y muy eficaz con el estoque entrando a matar. Cervera Recuerda que "El Tato" brindó su faena a los militares golpistas y a la soberanía popular que habían echado a la reina. Cuando fue su nieto el exiliado, todavía estaba viva la expresión "¡Anda y que te mate el Tato!". Una imprecación con la que se da por concluida una discusión o cualquier asunto con alguien a quien es imposible hacer entrar en razón.

El autor de este recorrido lleno de excentricidades y egoísmos, de cómplices y trepadores, recuerda que: "Una vez lejos de España, Alfonso XIII se resistió a abdicar o a renunciar a la corona. Suponía que aquello de «mejor que nos tomemos un tiempo» era más que una frase hecha para no herir los sentimientos y confiaba en regresar tras el triunfo de los monárquicos en las siguientes elecciones, que, unos meses después, les deparó únicamente un escaño. En el manifiesto con el que se despidió de España, reconocía que había perdido «el amor de mi pueblo», pero se mostraba abierto a que la separación no fuera definitiva: «Un rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia. Soy el rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra los que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósitos acumulados por la historia de cuya custodia me han de pedir un día cuenta rigurosa». Moriría en un hotel lujoso de Roma sin que llegaran esas peticiones rigurosas de cuentas".

Una historia esta de las locuras borbónicas que, ante la inevitable escasez de contexto por razones obvias de extensión, hará levantar las cejas a más de un lector y confirmará la convicción de que la monarquía hereditaria, envuelta en inmunidad, es una institución que debe ponerse en duda sin que se derrumbe nada esencial de los elementos que constituyen las reglas de funcionamiento de un Estado moderno. Para los amigos que me lean sin mucho conocimiento de la Historia reciente española, recordar que los españoles actuales nunca hemos sido preguntados en las urnas para elegir un sistema republicano o el monárquico que “disfrutamos” impuesto por el dictador Franco.

Carlos López-Tapia

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