Paul Newman y Joanne Woodward, una pareja aspiracional

Paul Newman y Joanne Woodward, una pareja aspiracional

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Querido primo Teo: 

En el caluroso verano de 1952 el despacho del agente de la MCA Maynard Morris estaba lleno de aspirantes a actores que buscaban una oportunidad en los seriales de la televisión o en el teatro. Eran jóvenes que se ganaban la vida como camareros o modelos mientras se formaban en los talleres del Actors Studio con la esperanza de seguir los pasos de Marlon Brando que en ese momento se había convertido en el paradigma del nuevo actor de Hollywood gracias al éxito de “Un tranvía llamado Deseo” (1951). Entre los principiantes destacaba un joven de Ohio que parecía haber sido esculpido por un artista del Renacimiento y con muchísimas ganas de nutrir su currículum. En la agencia también estaba una chica de Georgia, con bastante talento pero con un acento sureño tan fuerte que corría el riesgo de no encontrar trabajo como actriz para ser una secretaria más de la ciudad.

Los dos se cruzaron en el despacho de Maynard Morris y fueron presentados. A ella no le cayó especialmente bien, le resultó tan guapo que le echó para atrás pese a que el chaval fue en todo momento encantador. Sin embargo él no pudo evitar sentirse cautivado por la belleza y la simpatía de la muchacha. En ese momento ni Maynard Morris, ni ellos se podían imaginar que poco después de aquel encuentro nacería una de las parejas más emblemáticas y admiradas del Hollywood clásico, un espejo no solamente para quienes soñamos con encontrar a la compañía ideal de viaje sino para quienes asumen que vivir significa comprometerse con la sociedad. Los protagonistas de esta historia son Paul Newman y Joanne Woodward

A lo largo de poco más de un siglo la siempre pacífica comunidad de Tinseltown nos ha regalado una extensa lista de parejas que han sabido conjugar el amor y el talento para conquistar la atención. Indudablemente en la cúspide se sitúan los actores Paul Newman y Joanne Woodward porque más que representar al Hollywood nacido en la década de los 50, que buscaba una conexión con el mundo real que se estaba reconstruyendo tras la crisis provocada por la Segunda Guerra Mundial, el éxito de la pareja era algo aspiracional para el resto de los mortales. El público difícilmente puede sentirse identificado con dos actores estirados y con pedigrí y que no tuvieron problemas para forjarse en los escenarios teatrales, o con un par de divos caprichosos encerrados en una burbuja, pero sí con quienes a base de mucho esfuerzo, talento y también algo de suerte llegaron a trascender.

Tanto Paul Newman como Joanne Woodward representaron a su tiempo. Hijos de la clase trabajadora que logró recomponerse tras el crack de 1929, que estuvieron al servicio de los Estados Unidos durante la guerra y que se dejaron seducir por el mundo del espectáculo, en un momento en el que se estaba buscando autenticidad, con la esperanza de prosperar y tener una vida mejor que la que gozaron sus padres. Los dos superaban el atractivo medio, poseían talento, tuvieron una exitosa carrera y vivieron un amor que se hizo fuerte ante la fama, el ego y la tragedia. A lo largo de algo más de medio siglo, Paul Newman y Joanne Woodward compartieron vida, trabajo y una manera de entender el mundo.

Tanto Paul Newman como Joanne Woodward acudieron a Nueva York para poder desarrollar su pasión por la interpretación, algo que descubrieron a una edad muy temprana. Paul Newman (nacido en Ohio en 1925) debutó como actor a la edad de siete años en una producción teatral "amateur" y le gustó tanto la experiencia que siempre se apuntaba a actuar cada vez que se le presentaba la oportunidad. Su vinculación al teatro ni siquiera se interrumpió cuando se alistó en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial y fue destinado al Pacífico. Dejó su formación en Yale para ir a Nueva York y matricularse en el Actors Studio porque si se quedaba en Ohio estaba condenado a vender artículos deportivos en la tienda familiar.

Por otro lado, Joanne Woodward (nacida en Georgia en 1930) había llegado al mundo con la determinación de convertirse en estrella, al menos eso era lo que pensaba su madre. Siendo muy joven comenzó a actuar, estudió interpretación y se trasladó a Nueva York para ingresar en el Actors Studio, mientras se ganaba la vida como secretaria. Paul y Joanne necesitaban pulirse, ella también debía neutralizar al máximo su acento sureño, y además de empaparse del método de Stanislavski tenían que hacer meritoriaje y la prácticamente recién nacida televisión era perfecta para ello. Las pequeñas apariciones en algunos seriales fueron determinantes en los inicios de Newman y Woodward, para hacer callo y para sentirse por primera vez profesionales. 

Maynard Morris encontró trabajo para Paul Newman y Joanne Woodward en la obra de teatro “Picnic” de William Inge. Ella sería la actriz sustituta de Janice Rule, la encargada de interpretar a la seducida Madge Owens, y él como el responsable de interpretar a Alan Seymour y en ocasiones como el sustituto de Ralph Meeker que daba vida al protagonista Hal Carter. William Inge decidió que Newman tuviera un papel mayor del inicialmente previsto ya que se había equivocado concibiendo el personaje para otro actor. La complicidad entre Paul y Joanne fue inmediata. Ambos compartían sueños y se ayudaban mutuamente para mejorar. Siempre estaban juntos y quienes les rodeaban se dieron cuenta antes que ellos de que se estaban enamorando y que no tardarían demasiado en pasar de ser cómplices y confidentes a amantes. 

Había un problema. Paul Newman estaba casado con una aspirante a actriz llamada Jackie Witte, que trabajaba como modelo, tenía un hijo muy pequeño y su mujer estaba a punto de dar a luz a una niña. Él se había enamorado locamente de Joanne Woodward pero se consideraba incapaz de abandonar a su familia. Jackie era consciente de que su marido había cambiado desde que comenzara a trabajar en “Picnic” porque cada vez se dejaba ver menos por casa con la excusa de las exigencias de su trabajo. Por un tiempo Paul y Joanne mantuvieron una relación estrictamente platónica, eran dos amigos que se gustaban muchísimo pero que respetaban al vértice que cerraba el triángulo. Joanne quiso distanciarse en cierta medida de Paul y se fue a vivir con Gore Vidal, e incluso llegó a comprometerse con él, en realidad fue una maniobra para presionar a Newman y que no funcionó ya que la homosexualidad del escritor era notoria. 

En 1947 se estrenó con gran éxito la obra teatral “Un tranvía llamado Deseo” de Tennessee Williams que es un reflejo del mundo que trata de buscar una respuesta al nuevo orden social tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. El texto que fue premiado con el Pulitzer fue llevado a la gran pantalla cuatro años después por Elia Kazan, que ya había dirigido la obra en su estreno en Broadway y contó prácticamente con el mismo reparto. “Un tranvía llamado Deseo” (1951) fue el lanzamiento al estrellato de Marlon Brando que se convirtió en el mayor símbolo del nuevo Hollywood. Brando era un líder, un rebelde, absolutamente magnético y representaba mejor que nadie a la intensidad de quien busca la verdad en sí mismo de los cachorros del Actors Studio.

El éxito de Brando llevó a los Estudios a buscar en el taller interpretativo a las réplicas de la nueva estrella de Hollywood y la mejor de todas fue James Dean aunque su prematura muerte en accidente de tráfico en 1955 lo truncó todo. Paul Newman fue otra de las marcas blancas de Marlon Brando que hallaron en el Actors Studio aunque se consideraba que le faltaba rebeldía y picardía sexual. Paul Newman cosechó buenas críticas por la versión televisiva de la obra “Our town” (1955) y obtuvo su primer protagonista cinematográfico en “El cáliz de plata” (1954), un trabajo del que se arrepintió toda su vida y por el que fue calificado como una versión barata de Brando. La muerte de James Dean cambió el rumbo de la carrera de Paul Newman ya que le posibilitó heredar uno de sus proyectos “Marcado por el odio” (1956) cuyo éxito y magníficas críticas le convirtieron definitivamente en una estrella. 

La relación de Paul Newman y Jackie Witte ya estaba muerta. Se casaron siendo muy jóvenes cuando compartían las ilusiones de salir de Ohio para convertirse en actores pero con el paso de los años solamente Paul las mantenía y ya eran dos desconocidos a quienes les unía haber engendrado a tres niños, la tercera hija nacida en 1954. Cuando el matrimonio Newman se separó, Paul ya era libre para oficializar su relación con Joanne Woodward con quien se casó en Las Vegas tras finalizar el rodaje de su primera película juntos “El largo y cálido verano” (1958). 

Las carreras de Paul Newman y Joanne Woodward se fueron desarrollando de manera paralela. La actriz participó en varios seriales y películas hechas para la televisión y dio el salto al cine teniendo uno de sus primeros papeles importantes en “Un beso antes de morir” (1956). Dos años después la actriz sorprendió a la crítica al protagonizar “Las tres caras de Eva” (1957) en la que interpretaba a una mujer con personalidad múltiple, inspirado en un caso real, y que fue un personaje rechazado por otras actrices de Hollywood. Woodward resultó deslumbrante con una interpretación compleja y extremadamente valiente. Con su primer gran papel en el cine Joanne Woodward se llevó todos los premios incluido el Oscar a la mejor actriz.

La gala de los Oscar fue la puesta de largo de Joanne Woodward y Paul Newman como la nueva pareja favorita de Hollywood. Ambos estaban guapísimos y felices y Joanne llevaba un vestido confeccionado por ella y al día siguiente lloró al leer los comentarios maliciosos que decían que parecía una pueblerina estudiante de secundaria en su baile de graduación. 

Por “El largo y cálido verano” (1958) Paul Newman fue galardonado con el premio al mejor actor en el Festival de Cannes  Ese año fue la confirmación de su estrellato y también de su talento ya que también se estrenó “La gata sobre el tejado de zinc” (1958). Paul Newman ya miraba de frente a Marlon Brando, podía ser tan buen actor como él, conseguir también grandes papeles y además no era capaz de convertir los rodajes en una pesadilla. “El largo y cálido verano” tuvo muy buenas críticas aunque no tuvo el impacto deseado en la taquilla pero quedó claro que la química entre Paul Newman y Joanne Woodward era tan apabullante que se tenía que seguir explotando. 

Paul Newman era una de las estrellas que surgieron en el Hollywood de mediados de los 50 y en la década posterior fue incluso a más ya que fue de los pocos que realmente lograron amoldarse a la modernidad de la nueva era del cine. Pero el talento interpretativo de Joanne Woodward era superior ya que era capaz de ajustarse a cualquier tipo de personaje sin tener ni un solo tic. Al casarse con Newman y, tras el nacimiento de la primera de las tres hijas que tuvieron en común, tomó la decisión de dedicarse a su familia y trabajar principalmente con su marido, primero porque pertenecía a una generación a la que le habían inculcado el valor de permanecer anclada al núcleo familiar, y en segundo lugar, porque era consciente de que el público solamente quería verla si trabajaba con Paul Newman. 

Afortunadamente Joanne Woodward tuvo la oportunidad para emerger en su madurez y demostrar que era una intérprete superlativa y capaz de asumir riesgos, convirtiéndose en todo un referente para las futuras generaciones de actrices. Fue precisamente Paul Newman con “Raquel, Raquel” (1968), su debut como director, el que le regaló a la actriz un personaje poliédrico con el que poder mostrar todo su esplendor. “Raquel, Raquel”, sobre una profesora apocada cuya vida dará un vuelco cuando descubre los placeres de la carne, era una pequeña producción que se convirtió un éxito, por la que Newman fue nominado al Oscar como productor y Woodward volvería a ser candidata la estatuilla dos décadas después de haberse llevado el premio a la mejor actriz por “Las tres caras de Eva”.

Woodward se llevó el reconocimiento interpretativo de Cannes por “El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas” (1972), también dirigida por Newman, sobre una mujer de mediana edad en una profunda crisis tras el fallecimiento de su marido, y que la crítica no supo entender y el público pasó completamente de ella. Fue nominada al Oscar y se llevó el Bafta a la mejor actriz por interpretar a una ama de casa que se replantea su vida en plena crisis de mediana edad en “Deseos de verano, sueños de invierno” (1973) y por la crepuscular "Esperando a Mr. Bridge" (1990) coprotagonizada por Paul Newman. Ganó además 3 Emmys por sus trabajos en “El maratón de la señora Quinn” (1978), “¿Te acuerdas del amor?” (1985) y “American masters” (1990), este último como productora. 

Paul Newman y Joanne Woodward siempre contaron con el respeto de la industria y también del público porque en ningún momento se dejaron devorar por ese monstruo que es el éxito. Tomaron la decisión de fijar su residencia en Connecticut, para que su familia no estuviera contaminada por la banalidad de Hollywood, y siempre estuvieron conectados con el mundo real, implicándose en las causas civiles y humanitarias, lo cual les hizo estar bajo el foco de la CIA por si tenían vinculaciones con la izquierda más radical. La suya fue una relación que se fundamentaba en la pasión, el respeto y la paciencia porque no era fácil ser un actor de éxito y el hombre más sexy del mundo ni tampoco ser su esposa. Pese a la devoción que sentía por su mujer, Paul Newman le fue infiel con la periodista Nancy Bacon que cubría el rodaje de “Dos hombres y un destino” (1969) para complementar la promoción de la Fox y que luego aseguró que el actor estaba siempre tan borracho que raramente funcionaba.

Los Newman fueron golpeados por la peor de las tragedias cuando Scott, el primogénito del actor, que trabajaba como especialista, cayó en el mundo de las drogas y falleció de una sobredosis en 1978 a la edad de 28 años. Paul nunca fue consciente de que lo que le sucedía a su hijo podía llegar a la muerte porque el actor bebía muchísimo. Tras perder a su hijo, Paul Newman se volcó en su faceta humanitaria, creando un centro para la prevención del uso de drogas, un campamento para niños enfermos y destinando todas las ganancias de la venta de sus productos alimenticios a la caridad. En 1994 Newman fue reconocido por la Academia de Hollywood con el premio humanitario Jean Hersholt y dice mucho del actor que no quiso recoger su Oscar interpretativo por “El color del dinero” (1986), porque perder le sentaba fatal, ni el honorífico que le concedieron previamente que acudiera a la ceremonia para recibir un homenaje por su labor como filántropo. 

A inicios de 2008 le detectaron un cáncer de pulmón a Paul Newman, estaba en un estado muy avanzado y pese a someterse a un duro tratamiento pocas esperanzas tenía para alargar su vida. Falleció el 27 de Septiembre de ese mismo año. Meses antes, Joanne Woodward comenzó a manifestar la enfermedad de Alzheimer y desde entonces ha vivido alejada de los focos. Tras la muerte de Newman hizo incursiones en el mundo del doblaje y su última aparición pública la realizó en 2016, para apoyar la fundación benéfica de la familia Newman que ahora dirige su hija menor, Clea, la cual también ha desarrollado su carrera como productora con series como “Big little lies” (2017-2019) y “Heridas abiertas” (2018).

En el Festival de Cannes de este año se presentó la miniserie documental “Las últimas estrellas de Hollywood” en donde Ethan Hawke, alguien que indudablemente ha crecido teniendo como referente a Newman, homenajea a una pareja de mirlos blancos entre la fauna de Hollywood porque nunca perdieron el norte. Puedes ver este trabajo en HBO Max. 

Mary Carmen Rodríguez 

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