Robert Pattinson, el recorrido de vampiro a murciélago de un actor inteligente

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Querido Teo:

A sus 35 años se puede entender que Robert Pattinson cierra el círculo con "The Batman". A lo largo de 14 años ha pasado de ser ídolo de carpeteras con la saga "Crepúsculo" (2008-2012) a ser un intérprete que ha ido ganándose, no sin esfuerzo y teniendo que superar prejuicios, el respeto de la profesión con decisiones tan arriesgadas como inteligentes. Robert Pattinson sigue los pasos de Adam West, Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney, Christian Bale y Ben Affleck poniéndose el traje del hombre murciélago siendo un Batman que, tras triunfar en la televisión y en su adaptación para el cine de la década de los 60, dejó patente todo su potencial con las dos películas de Tim Burton y alcanzó costas de magisterio y solemnidad filosófica con Christopher Nolan. Es el turno de un nuevo Batman, ahora dirigido por Matt Reeves, y con el que Robert Pattinson se erige como una de las estrellas del cine contemporáneo pero sin dejarse llevar por el mercantilismo de la industria y dando importancia en su carrera a otro tipo de papeles que han cimentado durante estos últimos años su estatus y que ahora repasamos.

“Cosmópolis” (2012)

Para salir de la espiral de la saga “Crepúsculo”, y tras algunos intentos fallidos para que se le tomara en serio en la histórica "Sin límites" (2009), el drama "Recuérdame" (2010), la clasicista "Agua para elefantes" (2011) o la folletinesca “Bel Ami, historia de un seductor” (2012), el giro de la carrera de Robert Pattinson cobró fuerza cuando fue elegido por David Cronenberg para protagonizar “Cosmópolis” (2012), una opresiva cinta a través del lado más oscuro del capitalismo de Manhattan en un, casi psicotrópico, viaje en limusina por las calles de la ciudad siguiendo 24 horas de un joven multimillonario de 28 años que acaba introducido en una espiral llena de excesos y densidad psicológica.

Adaptación de la novela de Don DeLillo, la cinta se perdía en su densidad pero ya demostraba la presencia de un Pattinson que desde el interior de su coche construía su principal burbuja alimentada por la codicia y el poder. Tan contento terminaron con esta colaboración que director y actor volverían a coincidir en “Maps to the stars” (2014).

“La reina del desierto” (2015)

Con una distribución limitada “La reina de desierto” (2015) pretendía recuperar ese espíritu aventurero y clasicista tan evocador con un Werner Herzog en vena industrial pero sin renunciar a su personalidad. Una cinta sobre la exploradora y arqueóloga Gertrude Bell, quien a finales del siglo XIX viajó a través de Oriente Medio para definir las fronteras de Irak, Jordania y Arabia Saudí.

Allí conocerá a T.E. Lawrence, militar y escritor popularizado en el cine por la película de David Lean de 1962, y el oficial británico Charles Doughty-Wylie del que se enamora. Una cinta hecha para el lucimiento de Nicole Kidman pero en la que Robert Pattinson sorprendía para bien como ese T.E. Lawrence que, sin ser el original inmortalizado por Peter O'Toole, resolvía el envite con dignidad.

“Life” (2015)

Una de esas películas sobre encuentros casuales y reveladores que marcan no sólo a los que contribuyeron a ello sino también al legado que dejaron para la posteridad. "Life" (2015) se centra en la amistad entre el fotógrafo Dennis Stock y el actor James Dean, que se inició cuando el primero fotografió al segundo para el número de la revista LIFE de 1955. Aunque Dane DeHaan, como el icónico James Dean, y Robert Pattinson, como el sobrio fotógrafom, hacían lo que podían, la cinta destacaba por la puesta en escena de un Anton Corbijn capaz de lucirse en su reconstrucción de la época.

Ese mismo año el actor también presentaría “La infancia de un líder” (2015), cinta de Brady Corbet sobre la irrupción fascista tras la I Guerra Mundial a través de una familia usamericana que se acomoda en la clase alta francesa. El germen del mal a través del joven hijo de la familia en su proceso de transformación hacia convertirse en un alto mando del régimen nazi.

“Z, la ciudad perdida” (2016)

“Z, la ciudad perdida” (2016) era una muestra más del clasicismo con el que James Gray realiza todos sus proyectos recordando a los grandes maestros. Tras en sus anteriores trabajos emparentarse con Alan J. Pakula o Sidney Lumet, le llegaba el el turno a ciertos homenajes a David Lean por su concepto de aventura y a Werner Herzog al adoptar incluso un punto alucinógeno en una empresa que también supone un descenso a los infiernos de la locura y la obsesión.

La adaptación del libro de David Grann sobre la quimérica expedición de Percy Fawcett con el fin de demostrar la existencia de una antigua civilización en la selva del Amazonas, teniendo que enfrentarse a continuos avatares. Robert Pattinson participaba en el que en ese momento era un reparto encabezado por Charlie Hunnam y Tom Holland. El tiempo no ha hecho más que acreditarlo.

“Good time” (2017)

"Good time" (2017) fue, quizá, para muchos, la cinta que definitivamente hacía que muchos descubrieran la capacidad como actor de un Robert Pattinson irreconocible en la adrenalínica propuesta de los hermanos Safdie por la que incluso llegó a sonar como posible nominado en la temporada de premios hacia el Oscar. Todo desde que la cinta tuviera su puesta de largo en el Festival de Cannes.

Una cinta criminal de huida hacia adelante del protagonista y su hermano durante una noche vertiginosa por las calles de Nueva York en la que el primero tiene que conseguir la fianza para el segundo con una estética de luces de neón y deambular urbanita y fantasmal heredero de “Taxi driver”, “Collateral”, “Drive” o “Nightcrawler”. Una cinta que se movía en una estética rompedora pero justificada, aunque en verdad la trama terminara engullida por la estética. Un conjunto psicotrópico y sugerente gracias a fotografía, montaje y música con un Robert Pattinson que llevaba a cabo con este título un punto de inflexión en su carrera y, sobre todo, de cara a la imagen proyectada hacia los demás.

“High life” (2018)

Robert Pattinson continuaba su recorrido con grandes directores y, tras los comentados David Cronenberg, Werner Herzog o James Gray, llegaba el turno de Claire Denis que contó con él para protagonizar "High life" (2018), relato de ciencia ficción en el que desde la primera escena le veíamos como padre aislado junto a su hija en una nave espacial que antes fue el escenario para un grupo experimental de presos condenados al corredor de la muerte que son confinados desatándose una espiral de violencia, deseos desatados y fluidos de los que el protagonista intenta evadirse encontrando en esa castidad su fuerza.

Un Sodoma y Gomorra con ínfulas de autor en el que lo mejor era ver a Juliette Binoche como como una científica que ejerce de abeja reina polinizadora en una propuesta que compitió en el Festival de San Sebastián. Una distopía desesperanzadora y ambiciosa que se convertía en una experiencia perturbadora alejado del cine habitual de la directora y explorando la vertiente más enfermiza y más primaria de la condición humana.

“El faro” (2019)

En 2019 vimos a Robert Pattinson como el Delfín de Francia en la fallida "The king" y en la inédita en salas “Esperando a los bárbaros” pero, sin duda, fue el año de "El faro", una cinta que se convirtió en sensación de autor desde un Festival de Cannes en el que el film (a pesar de no estar en la sección oficial) se reveló como una de las sensaciones de esa edición fomentando el boca-oreja. Soledad, gaviotas, deseo y locura en la propuesta en blanco y negro de Robert Eggers en la que veíamos la difícil convivencia de dos fareros en una remota isla en el Maine de finales del siglo XIX.

Un duelo actoral entre Robert Pattinson y Willem Dafoe con continuas referencias al cine de Hitchcock, Fassbinder, Corman o Tarr, heredera en su forma del cine mudo, el expresionismo alemán, el universo de Lovecraft y la mitología griega, sobre ese crujir de la madera, chimenea al fuego, alcohol y conversaciones que llevan a traspasar todo intento de mantener una convivencia sin sobresaltos. Una cinta que no dejaba indiferente y profundamente malsana y desasosegante y que suponía un ejercicio de estilo y una clase magistral de interpretación de primera magnitud.

“El diablo a todas horas” (2020)

Hasta ahora la última película en la que habíamos visto a Robert Pattinson, al que sin duda la pandemia y el intenso entrenamiento para ser Batman no le ha dado tiempo para mucho más. Además de sumar a Christopher Nolan en su nómina de directores con "Tenet" (2020), la película que iba a salvar las salas pero que llevó a que incluso el ego del director fuera arrasado por la pandemia, “El diablo a todas horas” es una de las cintas más reivindicables del cine reciente a pesar de que sólo pasó por plataformas estando disponible en Netflix. Desesperado por salvar a su mujer, Willard Russell convierte sus oraciones en un sacrificio. Las acciones de Russell llevan a su hijo Arvin a pasar de ser un niño que sufre abusos en el instituto a convertirse en un hombre que sabe cuándo y cómo ha de pasar a la acción. Los acontecimientos que se dan lugar en Knockemstiff (Ohio) desatan una tormenta de fe, violencia y redención que se desarrolla a lo largo de dos décadas en una cinta brillante a la hora de mostrar el papel del destino, la fatalidad y la espiral generada por el odio y la violencia.

Un reparto en estado de gracia y una ambientación exquisita en la que destaca el duelo de Tom Holland con Robert Pattinson, siendo éste un reverendo agasajado tan seductor como excéntrico en una especie de Charles Manson anterior al movimiento hippy, renunciando Pattinson en el rodaje a contar con un entrenador para el acento sureño preparando él mismo el personaje que bebe de los telepredicadores y las estrellas del pop de los 70. Uno de esos tipos que se aprovechaban de su apariencia y labia para subyugar a mentes moldeables.

“The Batman” (2022)

Ahora es el turno de "The Batman" con la que Robert Pattinson llega a un punto de inflexión en su carrera habiendo demostrado que puede con todo y que, cada vez más asentado y respetado en la industria, lo mejor aún está por llegar. Un universo, el de Batman, todavía por explotar con esta aventura del caballero oscuro en solitario y centrada en su versión joven y detectivesca en la negritud de lo que ocurre durante la semana de Halloween mientras se encarga de un periódico combatiendo contra el crimen en Gotham descubriendo una trama de conspiración relacionada con su familia.

Uno de los títulos marcados en rojo a la hora de revitalizar una taquilla que a base de estímulos, la mayoría fallidos, intenta arrastrar a la gente a las salas. Un Batman que esta vez no sólo tiene que salvar su ciudad sino, contando con el reclamo de su nuevo rostro, intentar recuperar el perfil de acontecimiento que el personaje merece y que queda como uno de los pocos estímulos que parece encontrar el público para justificar dedicar tiempo para volver a la experiencia del cine en sala.

Nacho Gonzalo

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