Un cronista político llamado Oliver Stone

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Querido primo Teo:

Tres décadas después del estreno de “JFK: Caso abierto” (1991) el director Oliver Stone vuelve a hablar de la trama conspiranoica que acabó con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963. El documental “JFK: Caso revisado” que llega a nuestra piel de toro se nutre de los documentos que fueron desclasificados en el año 2017 para desmontar la versión oficial dada por la Comisión Warren y mostrar que la CIA y el FBI manipularon las pruebas. Oliver Stone (Nueva York, 1946) es uno de los ases de la baraja de cartas que maneja la anti-izquierda estadounidense. Este veterano de la Guerra de Vietnam, que fue herido en dos ocasiones y que se cayó del guindo durante el conflicto al ver lo que fue capaz de hacer su país en nombre de la democracia y el mundo libre, ha focalizado todo su desencanto con el mundo occidental en su carrera como escritor, guionista y director. Es un activista político más que un cineasta, o como él pretende ser un cronista político, y eso le convierte en una figura cada vez más incómoda, incluso en los círculos más progresistas. Tiene 3 Oscar por el guión de “El expreso de medianoche” (1978) y la dirección de las bélicas “Platoon” (1986) y “Nacido el cuatro de julio” (1989) pero se ha alejado completamente de cualquier academicismo. 

Como cronista político Oliver Stone expone las miserias del sistema capitalista y en concreto de la sociedad estadounidense de las últimas seis décadas, pero también juega con la ventaja de que se dirige a un nicho al que le ofrece lo que éste quiere recibir. Stone ha sido acusado de ser un manipulador y de sentir demasiada debilidad por las tramas conspiranoicas. 

A finales de la década de los 80 era uno de los cineastas más valorados entre la crítica y la industria gracias a los éxitos de “Platoon” (1986) y “Nacido el cuatro de julio” (1989) por las que ganó el Oscar como director y también de “Wall Street” (1987), en donde plasmaba parte de sus experiencias como corredor de bolsa y que le proporcionó el Oscar a Michael Douglas. Su militancia en la izquierda más extrema se le perdonaba en el seno de la siempre pacífica comunidad de Tinseltown porque era visto como un sinónimo de prestigio, cumplía con esa cuota artística y con conciencia que resulta una golosina para las estrellas que quieren ganar puntos en la causa por el compromiso social. 

En 1991 estrenó “JFK: Caso abierto”, la obra cumbre de su filmografía y también una de las más polémicas. Con el respaldo de un Estudio tan poderoso como la Warner Bros., con un presupuesto de 40 millones de dólares y con Kevin Costner en la cúspide de su fama, al frente de un reparto en el que estaba prácticamente medio Hollywood, Stone se atrevió a hurgar en el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy, señalando que fue obra de una conspiración en la que participaron la CIA, la mafia, la industria armamentística e incluso el ex vicepresidente Lyndon B. Johnson que ocupó el cargo tras el magnicidio, utilizándose como cabeza de turco a Lee Harvey Oswald debido a sus conexiones con los agentes de inteligencia.

Aunque le acusaron de distorsionar los hechos, el mismo Jack Valenti, en aquel momento el gran capo de Hollywood al ser el presidente de la Asociación Cinematográfica de los Estados Unidos (MPAA), la calificó de propaganda y la comparó con "El triunfo de la voluntad" (1935) de Leni Riefenstahl , lo cierto es que “JFK: Caso abierto” (1991) tuvo una acogida extraordinaria y caló hondamente en la sociedad que se tomó como dogma de fe todo lo contado por Stone en el film. 

Cuatro años después del estreno de “JFK: Caso abierto” Oliver Stone quiso repetir la jugada maestra con “Nixon” (1995) sobre el ascenso y caída del presidente Richard Nixon, el único inquilino de la Casa Blanca que dimitió del cargo tras el escándalo del Watergate en 1973. “Nixon” (1995), protagonizada por un Anthony Hopkins que fue capaz de captar la esencia de "Dick el tramposo" y por una excelente Joan Allen, aunque recibió los parabienes de la crítica y estuvo presente en los Oscar, le hizo perder dinero a sus inversores y entre ellos estaba Disney. 

La trilogía de los presidentes estadounidenses se cerró con “W.” (2008), un film que explotaba la sátira para hablar de George W. Bush, la oveja negra de la familia Bush, un inútil para quienes le rodeaban hasta que entró en la carrera política. La película, con un Josh Brolin demasiado sexy para resultar creíble, se estrenó coincidiendo con la salida de Bush del gobierno y la elección de Barack Obama y en los Estados Unidos fue vista como una gracia, no tuvo mayor trascendencia y a nivel internacional apenas tuvo recorrido. De hecho a muchos mercados no llegó y tuvo un estreno directo en la televisión, como por ejemplo en España.

En 2016 llevó a la gran pantalla el caso del antiguo analista de la CIA Edward Snowden que filtró documentos secretos, destapando el programa de vigilancia masiva a escala mundial por parte de la CIA y la Agencia de Seguridad Estadounidense, un héroe o un traidor según se mire. Stone, que declaró sentirse muy decepcionado con Barack Obama a quien votó en el 2008, aprovechó la historia de Snowden para denunciar que los Estados Unidos está matando la libertad en aras de la seguridad pero en realidad no aportó mucho más que el documental “Citizenfour” (2014) de Laura Poitras que fue galardonado con el Oscar. 

Oliver Stone es un verso suelto y cada vez tiene más frentes abiertos, especialmente en los Estados Unidos y también en Israel, a quien acusa de torpedear la política exterior estadounidense y dominar a través de los lobbys judíos los medios de comunicación. Con su faceta como documentalista se ha sentido mucho más libre a la hora de plasmar su oposición a su país y por extensión al mundo capitalista. Dirigió tres documentales sobre Fidel Castro, entre ellos “Comandante” (2003) producido por Jaume Roures, uno sobre el conflicto palestino-israelí, “Persona non grata” (2019), uno elogioso sobre el ascenso de los gobiernos de izquierda en América del Sur, “Al sur de la frontera” (2009), le dedicó un documental especial a Hugo Chávez tras el fallecimiento de éste titulado “Mi amigo Hugo” (2014) o produjo el documental “Ukraine on fire” (2016) en donde se muestran los antecedentes de un conflicto que ha terminado con la invasión por parte de Rusia.

Stone que entrevistó a Vladimir Putin en una serie documental producida por Showtime condena la invasión en Ucrania pero considera que Putin no es el único verdugo en esta historia, que la CIA sigue jugando a manipular a los medios de comunicación y que con esta guerra los Estados Unidos ha vuelto a encontrar una oportunidad para apartar a Rusia en el tablero mundial. 

Mary Carmen Rodríguez

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