Cuando descubrí en la pantalla
a los actores que interpretan a los Homo Sapiens, creí reconocerlos. Me dije
que ya los había visto antes. Mi trabajo me sitúa a menudo frente a piedras,
huesos, utensilios… A partir de estos objetos, intentamos reconstruir una
situación, un paisaje, un tipo de hombre o una actividad. Y, a partir de esta
reconstrucción, podemos permitirnos imaginar. Pero, en una película, resulta
imposible contentarse con una imagen rápida o sucinta. Y Jacques Malaterre fue
mucho más lejos que yo. A título de ejemplo, estuve siempre convencido de que Homo
Sapiens cazaba mamuts. Decenas de estudiantes intentaron, a golpe de tesis,
disuadirme, y fue la escena de caza de la película la que afianzó mi idea. Me
pareció muy interesante la manera con la que Homo Sapiens, Neandertal y
Cromañón matan el mamut aislándolo
del rebaño. Unen sus fuerzas y, a menudo, el tamaño del animal ya no parece un
obstáculo insalvable. Entonces,
¿ por qué no ? El mayor mérito de “Homo Sapiens”
es incitar al público a conocer a su ancestro. Ancestro que, gracias a las
técnicas modernas y a la tenacidad del equipo de la película, nos parece a la
vez lejano y extrañamente próximo.
Realización de la película
Para contar la historia de
nuestro ancestro, el Homo Sapiens, Jacques Malaterre recorrió cien mil
kilómetros, realizó una selección entre novecientos actores por varios
continentes y consagró un año a la escritura del guión y otro año al rodaje.
Un trabajo inacabable en el que
se unen rigor científico y creatividad artística.
Entrevista.
JACQUES MALATERRE
La pequeña y la gran historia.
Una realización
compleja. La escritura del guión de “Homo
Sapiens” parte forzosamente de toda una serie de cuestiones: ¿cómo apareció? ¿cuáles
fueron las grandes citas que lo configuraron durante 250 000
años? Yves Coppens, y sus
colaboradores, sirvieron de conductores al equipo de guionistas. Por supuesto,
nos habíamos documentado y sensibilizado ya sobre el tema pero, a pesar de toda
nuestra buena voluntad, los cincuenta años de experiencia y de conocimientos de
Yves Coppens son incomparables. A medida que avanzaron nuestros encuentros, despejamos
los siete grandes acontecimientos que marcaron la vida y la evolución de Homo
Sapiens : su nacimiento como Homo Erectus, su descubrimiento de un mundo tras
la muerte, que va unido al desarrollo de su imaginación; el encuentro con Neandertal
tras una travesía por los Alpes y el primer intercambio cultural; el
descubrimiento del mar, que conceptualiza como un río que intenta atravesar, lo
que lo llevará hasta Australia; su cohabitación, durante varios años con Neandertal
que desemboca en la puesta a punto de cazas organizadas para atrapar a los
mamuts y al resto de grandes animales ; la eclosión del arte rupestre en
el interior de las cavernas que permite a los diferentes clanes comunicarse e
intercambiar ideas, incluso sin conocerse y, en fin, el descubrimiento de la agricultura
y de la cría de animales que, hacia el año -12 000, lo harán sedentario. La película
termina antes de la aparición del sentido de la propiedad y el inicio de los
problemas...
Científicamente probadas y
garantizadas por Yves Coppens, estos grandes acontecimientos constituyen el
punto de partida para desarrollar el aspecto ficticio de la película. La pequeña
historia en la grande. Es entonces cuando entra en juego la imaginación, la parte
de los sueños. ¿Qué aspecto de su vida permitió a Homo Sapiens seguir esta
evolución? Imagino que me remonto en el tiempo con mi cámara y me encuentro con
un clan, con el que vivo durante un día, una semana o un año, y que es
precisamente en este clan donde la pequeña historia originará un acontecimiento
mayor. Intentamos captar a través de lo artístico, de lo dramático, lo que pudo
pasar en seno de este clan.
El guión se transforma así en
ficción ya que apelamos a la imaginación. Pero sometemos esta fase imaginativa
a los científicos, para permanecer en
los límites de lo posible. El intercambio entre lo científico y lo artístico se
presenta como algo muy enriquecedor: son los guionistas quienes, esta vez,
pasean a los científicos por universos de pura imaginación adonde la ciencia no
les permite ir.
“Homo Sapiens” no cubre un
espectro tan amplio como el de “Odisea del Espacio”. Se trata de echar luz
sobre nuestro ancestro común. Pero la evolución de Homo Sapiens se centra esencialmente
en su cerebro, y no en un acto material, como el descubrimiento de un utensilio.
Y Homo Sapiens empieza a diseminarse por toda la superficie del planeta: no
solo son cada vez más numerosos sino que, además, no paran de viajar.
Intenté encontrar decorados
que impactasen en el ojo y el corazón y que situasen a la naturaleza en un lugar preponderante. La
naturaleza se convierte en el verdadero protagonista de la película: Homo
Sapiens vive en y con la naturaleza. Tras
¡ Difícil encarnar a Homo
sapiens ! Alentado por el peligro en el rodaje me mostré muy exigente para con
los actores : Homo Sapiens se nos parece cada vez más y sin embargo debe
permanecer prehistórico. El juego se torna más sutil. Pero cuando pedimos a un
actor interpretar a un hombre prehistórico, el 95 % de ellos interpretan a una
especie de bruto que se pasea por un mundo que no conoce. Sin embargo Homo
Sapiens forma parte integral de su entorno. Sería mejor perderse en un bosque
con un Homo Sapiens que con el mejor explorador del siglo XX : trajo la vida
hasta nosotros ya que su única motivación fue justamente la transmisión de la
vida. Me valí de mis diez años de experiencia como educador para explicarles
que , al contrario que nosotros, Homo Sapiens utilizaba todos sus sentidos, más
o menos como un recién nacido. Todavía no se encontraba inhibido por la
cultura. Era preciso poder llegar a la esencia misma del hombre. Y, por
supuesto, ciertos criterios físicos entraban también en juego: ¡ no podía
contratar a actores que flirteaban con la obesidad o que rendían culto al
cuerpo ! Todas estas condiciones explican el imponente número de actores y extras
— novecientos en total — que fue necesario entrevistar para seleccionar a los
ciento cincuenta que participaron en la película.
Les pedí ser y conseguir ser: era
necesario que viviesen plenamente la aventura con nosotros. Durante la semana
de repetición, aprendieron a liberar su cuerpo, su palabra, a comunicarse con
el lenguaje prehistórico que inventamos, para crear un grupo, una energía que
les permitiese encontrar entre ellos una « fibra Sapiens », a menudo
profundamente enterrada. Con el fin de evitar cualquier problema de ego, repetimos
las escenas sin que los personajes estuviesen definitivamente asignados. Nadie
sabía si iba a ser actor principal o figurante. Es uno de los aspectos
singulares de la película: manifesté el mismo nivel de exigencia para todos los
actores. Si un figurante que aparece en segundo plano no es « prehistoria », mata
la escena. Era preciso prepararlos también psicológicamente: en ningún momento
les hice soñar. Empecé las sesiones de cásting
intentando desanimarlos: no iban a ser reconocidos, iban finalmente a rodar muy
poco y a estar al servicio de sus ancestros. Bajo pieles de bestias
malolientes, tras cuatro horas de maquillaje y en condiciones meteorológicas a
menudo muy adversas...
En el rodaje, necesito estar
en ósmosis total con los actores. No me sirve ver cómo mi película toma forma a
través de un pase de video. Necesito estar en la historia, transmitirles mi
energía. Entro físicamente en la película. Los dirijo mucho a viva voz para que
caigan en trampas de interpretación fácil. No sabían muy bien hacía dónde iban
a conducirles las escenas. Un poco como en la vida.
Las condiciones climáticas y
la evolución del guión no me brindaron la ocasión de instalarme en un confort acolchado.
A pesar de que “Homo Sapiens” requería una ingeniería muy pesada, teníamos que
ser muy ligeros en el plató para plasmar una
escritura documental. No hice ningún travelling, ningún movimiento de grúa pues
no son prácticas documentales. La fuerza de los actores, el riesgo técnico — pedí
a mi cámara Martial Barrault trabajar casi sin luz pero explotando al máximo
sus conocimientos sobre la química del negativo para conseguir realmente
manipularla — no respondían más que a un único objetivo: que las tomas fuesen
reales y que el actor interpretase la verdad del momento.