McQueen tenía 50 años y estaba cansado. Hablaba de retirarse una buena temporada o dejar el trabajo de actor. Le dijo a un amigo: «Posiblemente esta sea mi última película y me gustaría que estuvieras en ella conmigo».

A otro amigo le dijo simplemente que estaba cansado del trabajo de actor y quería dedicar más tiempo a su afición como piloto de aviones. Es muy posible que ya supiera algo sobre su salud, y también que en el cine americano iba a tener pocas posibilidades de trabajar en proyectos que realmente le interesaran. McQueen se preparaba para una jubilación anticipada y eligió “Cazador a sueldo” porque le pareció que era una manera simbólica de decir adiós con un personaje que recordaría al público su primer papel de éxito, el cazador a sueldo de la serie de televisión Se busca vivo o muerto.

El guión le había gustado tanto que renunció a los cincuenta mil dólares por su lectura. Tenía que meterse en la piel de Ralph “Papa” Thorson. Un personaje real, un cazador de recompensas moderno que se ganaba la vida capturando a los delincuentes que incumplían su libertad condicional, obligando a pagar a las compañías de seguros el dinero depositado por fianza. Thorson había capturado a 5.000 fugitivos.

Sería su segundo cazador de recompensas auténtico en un sólo año y, como seguía confiando en el western como género, exigió como condición que el guión se tratase como una película del oeste en paisaje urbano. Cobraría 3 millones de dólares más un 15 por ciento de taquilla. El presupuesto de la película se cerró en 8 millones de dólares.

No quiso renunciar a dobles, como había sido su costumbre. Desde el principio le aclaró al director que se sentía demasiado viejo y era demasiado rico para jugarse la vida en las secuencias arriesgadas. Se tenía que estrenar en agosto de 1980, pero los malos resultados de otros filmes protagonizados por estrellas de acción, como Clint Eastwood o Burt Reynolds, aconsejaron cambiar la fecha del estreno. Recaudó 15 millones en territorio norteamericano y aproximadamente 37 millones en todo el mundo. No fue un fracaso, pero lejos del éxito que necesitaba. Su próximo proyecto iba a ser “Manhattan Project”, una intriga sobre una bomba nuclear en Nueva York que iba a co-protagonizar con Sofía Loren. Murió antes.