3. 2.- EL PROFESOR “HUESO”: REPROCHES, FRIALDAD Y SADISMO.

 

Uno mira con aprecio a los profesores brillantes, pero con gratitud a aquellos que han tocado nuestros sentimientos. El currículo es la materia prima necesaria, pero la calidez es el elemento vital para la planta en crecimiento y el alma del niño”. (CARL JUNG).

 

           

Se suele entender por profesor “hueso” a aquel docente que crea en clase unas relaciones frías y tensas con sus alumnos. Bien sea por falta de vocación, desde un principio, o por haberla perdido a lo largo de los años, este tipo de profesor proyecta en el aula una personalidad inestable, casi siempre producto de sus propias frustraciones.

 

            La materia prima del trabajo de un educador son niños y muchachos que están atravesando casi constantemente cambios importantes de personalidad durante sus diferentes etapas escolares. Esta maduración puede verse perjudicada, aunque sea en determinados y puntuales casos, por haber sufrido la relación directa y negativa con un profesor irascible y amargado. Por ello, aunque la vida profesional de cualquier persona puede verse afectada, en mayor o menor grado, tanto por las condiciones de su propio trabajo como por las de su entorno familiar y social, el docente debería poder dejar todos sus problemas y frustraciones en casa y no volcarlas en clase con sus estudiantes. Si tales extremos no se consiguen controlar o no se es consciente de ello, están servidas las condiciones para la aparición de esta clase de educador, negativa a todas luces para el desarrollo afectivo e intelectual de los alumnos.

 

            El cine ha dado cumplida cuenta también de este tipo de profesores no vocacionales o de vocación escindida. Algunas veces su inclusión es meramente episódica y están allí quizá sólo por una cuestión de “ajuste de cuentas” por parte del escritor, guionista o director, que bien pudo sufrir a alguno de ellos en su época estudiantil. Por ejemplo, en el caso de la película española TESIS (1996), el director Alejandro Amenábar, da el mismo apellido al principal implicado en la realización ilegal de “snuff-movies(1), el profesor Jorge Castro, interpretado por Xabier Elorriaga, y que imparte clases en la Escuela de Cine donde transcurre la mayor parte de la acción, que el del profesor “hueso” que le suspendió cuando realizaba sus estudios cinematográficos. En el momento del estreno, el debutante director aún no había aprobado esta materia.

 

            El carácter antagonista de este infausto personaje puede utilizarse para realzar las características positivas del héroe, como sucede en LOCURAS DE MUCHACHOS (Kädisbellan, 1993) de Ake Sandgren. El niño protagonista del filme es judío, su padre es socialista y su madre vende preservativos de forma ilegal. Estamos en Estocolmo durante la década de los años 20. El profesor Lundin (Ernst Hugo-Järegärd) está siempre reprendiendo a Roland (Jesper Salén), un muchacho de fuerte carácter y gran inventiva (el título original hace referencia a un tirachinas que el chico crea con unos alambres y los condones que vende su madre). En una secuencia, Lundin descubre que Roland está comercializando su invento. Primero le tilda de “socialista, judío y criminal”, y luego, con el beneplácito del director del colegio, le azota con una palmeta en el trasero. El padre, al ver lo que le han hecho a su chico, llama “sádico y fascista” al docente.

 

 

            En una clase posterior Roland se enfrenta a su maestro y le espeta que en el reformatorio donde va a ir estará a salvo de profesores incompetentes como él. Luego cumplirá una pequeña revancha sobre él y su director. Aunque el personaje del profesor Lundin tiene poca consistencia dramática, si que podemos comprobar, a través de él, la incidencia negativa que pueden tener los prejuicios sociales en el trabajo de un docente. 

 

            Otro docente que se muestra preso de graves e inconsistentes ideas preconcebidas es el que aparece en LAS CENIZAS DE ANGELA (Angela´s ashes, 1999) de Alan Parker, basada en la novela de carácter autobiográfico de Frank McCourt. Se trata de Mr. Benson (Des McAleer), un maestro irlandés que se caracteriza por su fanatismo religioso y su odio acendrado hacia Inglaterra y Norteamérica, en especial hacia la “repugnante inmundicia vomitada por los secuaces del diablo en Hollywood”. En una ocasión encuentra al niño protagonista peleándose con otro compañero. Se lleva a ambos, y mientras castiga con la palmeta a éste último, escuchamos la voz en “off” del narrador:

 

Narrador (Andrew Bennett): Los maestros de la escuela Leamy llevan todos, cinturón y una vara. Te pegan si no sabes que Dios hizo el mundo o si no sabes quien es el santo patrón de Limerick. Te pegan si no sabes el “Ave María” en irlandés o no sabes pedir permiso para ir al baño en irlandés.

 

           

Robert Crawford (F. Murray Abraham) ejerce de profesor pérfido en DESCUBRIENDO A FORRESTER (Finding Forrester, 2000) de Gus van Sant. Es una persona desengañada, pues no pudo, a diferencia de su colega Forrester (Sean Connery), publicar su novela y ahora su amargura por tal hecho la paga con sus estudiantes, especialmente (no podía ser de otra forma), con el alumno protagonista de color, Jamal (Rob Brown).  Acusa a éste de cometer plagio, por lo que están a punto de expulsarle del centro. Únicamente la intervención del escritor “maldito”, que se ve obligado a salir de su voluntaria reclusión, evita las consecuencias de la absurda maquinación urdida por el antagonista.

 

            Estos sádicos personajes suelen tener caracteres de “gran guiñol” cuando pasan por el tamiz de Hollywood. Como ejemplos, encontramos dos casos recientes: uno corresponde a una película para niños y el otro está inscrito por derecho propio en el género de adolescentes. MATILDA (Matilda, 1996) de Danny de Vito, está basada en la novela homónima de Roald Dahl, dirigida a un lector infantil-juvenil. En ella la protagonista es una niña con poderes especiales, de los que se vale para defenderse de unos padres deplorables y de una maestra sádica e iracunda. Estos poderes se han corregido y aumentado notablemente en el filme, con lo que Matilda (Mara Wilson) se convierte en una precoz imitadora del personaje protagonista de CARRIE (Carrie, 1976) de Brian de Palma, otra película con trasfondo escolar.

 

            En el libro, la terrible maestra de la niña está vista desde la sutil ironía de Dahl. Al entrar en escena los efectos especiales, Miss Trunchbull (Pam Ferris) aparece como una mera caricatura, un personaje feroz y malvado que recibe su merecido para deleite de los niños de la sala. Para compensar está la maestra buena, dulce y cariñosa, que hace honor a su nombre, Miss Honey (Embeth Davidtz), personaje a la postre tan endeble como el de la profesora perversa. La película sigue la lamentable estela marcada por la serie “Solo en casa”, desaprovechando las posibilidades del original.

 

            SECUESTRANDO A LA SRTA. TINGLE (Teaching Mrs. Tingle, 1999) de Kevin Williamson ofrece la visión de una de las profesoras más terroríficas de la historia del cine. Nadie se creería tal personaje, a no ser que fuese interpretado por una espléndida actriz como Helen Mirren, que se “come” literalmente a los tres jóvenes actores protagonistas. Su personaje es grotesco, pero al menos rebosa una vitalidad fílmica que no consigue ninguno de los tres estudiantes modositos, pero ambiciosos, de la trama.

 

            Puesto que el filme no se presta a muchas reflexiones, se harán algunos comentarios en torno al título. Según parece la película se iba a llamar en un principio “Killing Mrs. Tingle” (Matando a la Sra. Tingle). Se dice que los terribles sucesos del colegio de Columbine hicieron que se cambiase el título original para evitar que la película pudiese incitar a la violencia de los estudiantes contra los profesores. El título final que se le ha dado en su acepción original es, al parecer, bastante equívoco y puede, en cierta manera, considerarse más ofensivo que el propuesto en primer lugar. Por si fuese poco, aquí en España se le ha cambiado el estado civil a la profesora. ¿Pésima traducción, o algún mal recuerdo del encargado de la misma? Todo un despropósito, como la propia película.

 

            También encontramos profesores de ficción adscritos a esta tipología que han tenido mucha mayor enjundia en su traslación a la pantalla. Uno de los grandes directores del siglo XX, el sueco Ingmar Bergman, un año antes de entrar él mismo en el mundo de la realización, proporciona a otro cineasta de su misma nacionalidad, Alf Sjöberg, el guión de TORTURA (Hets, 1944). En ella Bergman ejerció además como ayudante de dirección. Los protagonistas principales de la película son los jóvenes Jan-Erik Widgren (Alf Kjellin) y Bertha Olsson (Mai Zetterling). El es estudiante de instituto, ella trabaja en una tienda. Se enamoran, pero ella le cuenta al muchacho que se encuentra apresada, coaccionada, víctima de un hombre terrible. Jan-Erik tiene un profesor de Latín de comportamiento opresivo y violento en clase. Le llaman “Calígula” (Stig Järrell) y aparece como un lunático agresivo, que lee el periódico nazi de la época. Descubriremos enseguida que es este mismo personaje quien intimida a Bertha. Las semejanzas entre Hitler y el profesor llamado “Calígula” son evidentes; piénsese que cuando se realizó el filme, Europa estaba incursa aún en la Segunda Guerra Mundial. Este infame profesor (uno de los más negativos de toda la historia del cine) parece sufrir un fuerte complejo de inferioridad que le lleva a intentar destruir cualquier signo de vitalidad que haya a su alrededor. En realidad esa actitud monstruosa y avasalladora es una máscara tras la que se esconde un psicópata débil y cobarde, pero por eso mismo tremendamente peligroso, pues son estos “Hitlers” y “Calígulas” los personajes odiosos y terribles, capaces de provocar efectos devastadores si la sociedad no se percata del peligro real que suponen.

 

           

La película está filmada con un cierto influjo expresionista (sombras, picados, ángulos de cámara complicados, etc.). Este barroquismo crea una atmósfera opresiva y onírica que encuentra su más vívida expresión en la secuencia inicial de la escuela, que se nos aparece como una metáfora del mundo exterior. El edificio escolar representa un microcosmos asfixiante, réplica y artificio de una Europa envuelta en una nueva contienda infernal, veinte años después de terminada otra anterior.

 

            Al profesor Crocker-Harris de LA VERSIÓN BROWNING sus alumnos también le califican, entre otros, con un apodo infamante como “Himmler” (“Hitler” en la adaptación de 1994). Sin embargo este docente es muy diferente de su colega sueco. Puede decirse que simboliza el prototipo de profesor “hueso” (ese es otro de los motes que utilizan sus pupilos) asqueado por la pérdida de vocación y por una vida sin sentido. Se nos muestra como una persona de carácter débil, incapaz de tomar decisiones sobre su propia vida, a no ser que se precipiten los acontecimientos y se vea obligado a ello. Representa un ejemplo patente de cómo el entorno privado puede influir, poderosa y negativamente, en la vida profesional. Taciturno y malhumorado, frustrado y reprimido, su método se basa en una estricta disciplina que, en los peores momentos, puede ejercer mediante un exagerado respeto y ciertas dosis de terror (como puede colegirse por el comentario de algunos antiguos alumnos). Paradójicamente, parece tener “buen corazón”, pues se emociona y agradece realmente cualquier muestra de simpatía, o se siente feliz con cosas fútiles como sus “latiguillos”.

 

            Las dos versiones fílmicas de la obra teatral de Rattigan (sobre todo la segunda) lo muestran como un personaje decadente, superado por el mundo que le ha tocado vivir, por eso quizá imparte clases de Latín y Griego y se lamenta de la pérdida del saber clásico: “¿Cómo podemos moldear a seres civilizados si ni nosotros mismos creemos en la civilización?”. Tanto Redgrave como Finney le dotan de un carácter caduco y de cierta impotencia, que rompe, con la sucesión de acontecimientos, su armadura de indiferencia y desamor. Finalmente realiza un gesto de desafío hacia el director del colegio que también, en cierta manera, como su infiel esposa, había estado humillándole en muchas ocasiones.

 

            Queda la impresión final de que este infausto profesor bien podría haber sido un docente dedicado y vocacional, si le hubiesen acompañado condiciones socio-familiares más positivas.

 

            Otro profesor británico, de parecidas características, y originario también de una obra teatral, es el protagonista de BUTLEY (1974) de Harold Pinter. Ben Butley (Alan Bates) es un profesor universitario que en tiempos fue una autoridad en el conocimiento de la obra de T.S. Elliot. Butley es homosexual y enseña en el Queen Mary´s College de Londres.

 

            La película está basada en una obra de Simon Gray y supone el debut en la dirección cinematográfica de Harold Pinter, uno de los grandes autores de la escena británica de aquellos años. Su origen teatral no pasa desapercibido porque el filme transcurre durante un solo día y su espacio fílmico se circunscribe prácticamente al despacho que comparte el protagonista con su amante y protegido, Joey Keyston (Richard O´Callaghan). Ben es un profesor de literatura inglesa amargado, irónico y autodestructivo, que ni soporta la enseñanza ni se acepta a sí mismo. Por eso, se las arregla siempre para evitar a los alumnos que acuden a su despacho con vistas a consultarle algo o hablar con él.

 

El día va a acarrear a Butley un cúmulo de adversidades tan grande que, con vistas a protegerse contra todo y contra todos, va a hacer uso de un repertorio inconmensurable de insultos y agudezas intelectuales, revestidas de todo tipo de citas. Su amante le comunica que le va a abandonar para irse con otro. Su mujer (estuvieron casados un año y tuvieron una hija) le visita para decirle que va a casarse de nuevo con un viejo conocido de ambos, que para Ben es “el hombre más aburrido de todo Londres" y, por si fuera poco, su colega solterona, a quien no soporta, Edna Shaft (Jessica Tandy), se regodea anunciándole que pronto publicará su trabajo sobre Byron, mientras que no parece que él vaya a acabar nunca su obra en torno a Elliot. Ante todas estas situaciones, Butley responde con ironías, veladas amenazas e intentos desesperados de manipulación que nunca llegan a dar resultados, pues todos los que le rodean conocen ya sus intenciones y los mecanismos que suele emplear. Al final todos se marchan y cuando aparece un alumno, que también tiene un cierto aire homosexual, Butley lo envía a Edna y le despide diciendo: “Soy demasiado mayor para jugar con pimpollos como tú”.

 

Butley, que ha comenzado el día cortándose durante el afeitado, pasa todo el tiempo con un apósito sobre la barbilla, que deja entrever un pequeño hilo de sangre brotándole de la herida. El actor Alan Bates enfatiza, además, el perpetuo estado malhumorado de su personaje con un carraspeo casi constante y una respiración dificultosa. El estado de desesperación del personaje le hace incapaz de aceptar que necesita la compañía y la comprensión de los demás. Sin embargo su carácter mordaz y masoquista termina por repeler a todas las personas que le rodean. Inquieta pensar, después de los sucesos que le han acaecido, cuál podrá ser el siguiente paso de esta alma torturada.

 

Es evidente que la personalidad representada por este profesor es la menos indicada para dedicarse a una tarea como la enseñanza, que requiere un trato lo más humano y afectivo posible del docente respecto de sus estudiantes.

 


3. 2. 1.- EL MÉTODO SOCRÁTICO DEL PROFESOR KINGSFIELD: VIDA DE UN ESTUDIANTE.

 

 

El éxito y las ocasiones para alcanzarlo raramente llegan sin un sacrificio personal. Esta es una decisión de las muchas que deberás hacer a lo largo de tu carrera. Supone un delicado equilibrio (deseo personal contra necesidades profesionales). Compromisos del corazón, compromisos de la mente, equilibrados en escalas que sólo tú puedes medir. La libertad puede ser a menudo una pesada carga. Esta libertad te dará el coraje necesario para afrontar una decisión que alterará y conformará tu vida. (..) Respecto al consejo que andas buscando, lo único que puedes hacer es mirar dentro de ti mismo” [Charles W. Kingsfield (John Houseman) en uno de los capítulos de la serie de televisión THE PAPER CHASE, surgida a raíz de la película homónima].

 

           

La película VIDA DE UN ESTUDIANTE (The paper chase, 1973) de James Bridges es una obra sobre el mundo educativo universitario poco conocida en España, seguramente por el hecho de que no se estrenó aquí en su momento (ignoro los motivos), aunque lo hizo finalmente, casi “de tapadillo” en 1981.

 

            En Estados Unidos, sin embargo, sí conoció un cierto éxito que, con la ayuda del Oscar obtenido por el actor John Houseman en el apartado de mejor actor de reparto, dio origen a una serie de televisión que hizo famoso en aquel país a este eminente productor de cine y teatro, que de cuando en cuando hacía alguna breve aparición frente a la cámara.

 

            El título original vendría a significar algo así como “la caza del título” y se centra en el primer curso de Derecho del alumno protagonista, Hart (Timothy Bottons), en la escuela de Leyes de la Universidad de Harvard. Vemos enseguida un aula con los pupitres colocados como si fuese un anfiteatro y un primer plano de una lista de clase con fotos pequeñas. Una mano señala el alumno número 149 (Hart precisamente). El profesor Kingsfield le pide que conteste a una cuestión. Repetidamente le insta a que hable más alto y por último a que se levante. Su siguiente comentario es de tono irónico: “Llene esta habitación con su inteligencia. ¿Le importaría relatar los hechos del caso?”. Hart contesta que no lo ha leído. Es la primera clase del curso. Kingsfield le reprende, pues en el tablón de anuncios había publicado que se leyera ese documento.

 

            Desde el primer momento el operador Gordon Willis filma a Kingsfield en contrapicado. Se está anticipando así que, de alguna manera, este profesor cascarrabias va a ser el protagonista de la función. Efectivamente, Kingsfield es el único profesor de la escuela a cuyas clases vamos a asistir. Por eso aunque Hart y sus compañeros, con algunos de los cuales forma un grupo de estudio, hablan de las demás materias, al único profesor a quien aluden directamente es al profesor “hueso” de Derecho Contractual. Uno de los alumnos residentes del colegio mayor le dice al protagonista: “Kingsfield ha vuelto locos a un montón de abogados desde que empezó a dar clases aquí”.

 

            La segunda clase es la que utiliza el profesor para explicar a los estudiantes la metodología que se emplea en el curso. No ha sido en la primera, como Hart y los demás esperaban. Kingsfield parece que le encanta disfrutar con el elemento sorpresa. En esta introducción expone a los alumnos:

 

Kingsfield: El estudio de las leyes es algo nuevo y desconocido para la mayoría de ustedes. Es diferente a cualquier otro método de enseñanza que hayan seguido antes. Aquí utilizaremos el método socrático: yo les nombro, les hago una pregunta y ustedes contestan. ¿Por qué no les doy una conferencia? Porque a través de mis preguntas aprenderán a enseñarse a sí mismos. A través de este método de preguntas-respuestas, preguntas-respuestas, pretendemos desarrollar en ustedes la habilidad para analizar ese vasto complejo de hechos que constituyen las relaciones entre miembros dentro de una determinada sociedad. ¡Preguntas y respuestas! A veces podrán creer ustedes que han encontrado la respuesta correcta, absoluta y final. En mi clase hay siempre otra pregunta. Otra pregunta que sigue a su respuesta. ¡Sí, esto es una rutina! Mis pequeñas preguntas hacen girar los resortes de sus mentes. Están ustedes en una sala de operaciones: mis preguntas son los dedos que exploran sus cerebros. Aquí hacemos cirugía cerebral. Se enseñan a sí mismos las leyes, pero yo adiestro sus mentes. Llegan ustedes aquí con la cabeza llena de pájaros y se van pensando como abogados.

 

            Hart conoce a una joven, Susan (Lindsay Wagner), con la que tiene relaciones. A ella le comenta la situación de las clases después de pasados sólo unos cuantos días. Se han creado tres grupos: los que se sientan detrás y parecen predestinados a abandonar (los “cobardes”), los que están en el centro y sólo contestan si se les nombra (allí está él), y los “voluntarios”, que quizá no sean los más inteligentes que otros, pero son “valientes”.

 

            El profesor da una fiesta en su casa. Allí Hart se entera de que Susan es hija de Kingsfield, extremo que ella no le había dado a conocer. La mujer está casada y a punto de divorciarse de un abogado, también antiguo alumno de su padre. La madre de Susan no vive con ellos porque está ingresada en un sanatorio mental. Uno de los integrantes del grupo de Hart, comenta, refiriéndose a Kingsfield:

Ford (Graham Beckel): El está en su estudio dirigiendo esta fiesta igual que dirige la clase: infundiendo temor, con sus fotos de la promoción de derecho de 1929, un gran sillón de cuero y todos sus periódicos.

 

Otro de los componentes del grupo, Kevin Brooks (James Naughton), encuentra dificultades para contestar una de las preguntas de una batería de ellas que le ha realizado el profesor en una de las clases. Entonces el estudiante se jacta de poseer “memoria fotográfica”. Kingsfield le dice, sin miramiento alguno, que tal cualidad no le servirá de nada si no es capaz de analizar los datos. Este alumno, que está casado y va a tener un hijo, entra a partir de ese momento en un estado de desesperación que le lleva incluso a un intento fallido de suicidio. Finalmente decide abandonar la facultad.

 

Hart admira profundamente a su profesor. Una vez estuvo en su despacho con Susan y casi le sorprende en su interior, al regresar el docente inesperadamente. Un día se entera de que en un emplazamiento especial de la facultad están los apuntes de todos los profesores cuando eran estudiantes. El protagonista sólo podría revisarlos con un permiso expreso de su profesor, por lo que decide verlos de manera furtiva una noche. Descubre que Kingsfield también tiene su lado humano, lo que sucede es que no lo muestra. Sus apuntes son, en esencia, similares a los del propio Hart.

 

Después de una clase, Kingsfield pone a prueba al estudiante (que ya está instalado en el grupo superior), pidiéndole que redacte un trabajo para un suplemento de una revista. Hart no tiene tiempo para terminarlo. Cuando va a comunicárselo, el profesor, displicentemente, le dice que el trabajo lo ha realizado otro alumno de tercer curso. El protagonista se lamenta ante Susan de su fracaso.

 

En una clase posterior, Kingsfield pide a Hart que haga un comentario. Este le responde que no tiene nada que decir. El profesor le pide que vaya hacia él. Luego le entrega algo:

 

Kingsfield: Señor Hart, aquí tiene una moneda. Llame a su madre. Dígale que hay serias dudas de que usted se convierta en abogado. Hart le llama “hijo de puta” y se dispone a abandonar la clase. El profesor le nombra y le dice: Eso es lo más inteligente que ha dicho usted hoy. Vuelva a su sitio.

 

            A final de curso, Hart coincide en un ascensor con el profesor. El alumno manifiesta su agrado por el desarrollo de las clases. Este le mira, se lo agradece sin demasiado entusiasmo y le pregunta su nombre. El estudiante sonríe.

 

            Es evidente que Kingsfield considera que no puede reconocer singularmente a ninguno de sus alumnos, ni en clase ni fuera de ella, porque para él sería mostrar un cierto signo de debilidad.

 

            En la secuencia final Hart está en una playa con la hija del profesor. Ella le comunica que ya está divorciada y le entrega un sobre con sus calificaciones del curso. El protagonista se sube a una roca, hace un avión de papel con el sobre y lo lanza al agua.

 

            Lo mejor del filme son, sin duda, las clases de este profesor. Ello hace, por ejemplo, que la historia de amor entre el protagonista y la hija del docente se convierta, a pesar de su peso temporal en la trama, en algo casi accesorio.

 

            Kingsfield es un claro ejemplo de profesor que inspira temor, pues muestra casi siempre un carácter reservado, malhumorado, casi glacial. Nunca deja aflorar afecto alguno por sus estudiantes, aunque pueda admirar en alguno de ellos, como es el caso de Hart, su inteligencia y firme personalidad. El docente es un personaje sutil y complejo, aún a pesar de su inflexibilidad e hiriente ironía. El método que emplea parece adecuado para que la clase sea participativa y que el alumno vaya aprendiendo y extraiga sus propias conclusiones. No obstante, Dillon (1980) considera que el método socrático consigue que los estudiantes aprendan a pensar como testigos y no como abogados. Consideraciones técnicas aparte, lo cierto es que una buena metodología (los métodos didácticos los hacen buenos o malos los docentes cuando los utilizan) debe ir acompañada, por parte del profesor, de un trato humano y de cierto afecto y consideración hacia sus alumnos, aunque sean ya universitarios y por tanto adultos, como es este caso. Una máscara de impenetrabilidad, desapego y una cierta crueldad, como la que exhibe Kingsfield en muchos momentos, puede ocasionar graves perjuicios afectivos en alguno de los estudiantes. Este profesor emplea un método colaborativo y nada convencional, es una autoridad reconocida en su materia y prepara concienzudamente sus clases (en una ocasión, Ford y Hart le ven entrar de noche en el aula). Sin embargo utiliza con sus alumnos los reproches y agravios más contumaces cuando fallan en sus respuestas y la indeferencia más absoluta cuando demuestran avances consistentes en sus estudios.

 

            Kingsfield personifica, por tanto, quizá como ningún otro en la pantalla, el modelo más claro de cómo la fuerte y áspera personalidad de un profesor puede hacer que éste ingrese en la categoría de profesor “hueso” y no en la de docente inspirador y dedicado. Como expresan Seyforth y Golde (2001: 4):

 

Él puede ser mezquino e insensible, pues su enseñanza está dirigida exclusivamente al desarrollo intelectual de sus alumnos”.

 

            La insustancial comedia UNA RUBIA MUY LEGAL (Legally blonde, 2001) de Robert Luketic, también transcurre en parte en la Escuela de Leyes de Harvard. Pero aquí no nos topamos con un docente al estilo de Kingsfield, pues los tiempos han cambiado, sino con el profesor Callahan (Victor Garber), un personaje capaz de aprovechar su posición para reclutar a los mejores estudiantes en beneficio propio y que, además, acosa sexualmente a la protagonista, Elle Woods (Reese Witherspoon).

 

            La comedia independiente THE SOCRATIC METHOD (2001) de George Hunlock se centra también en los avatares de tres estudiantes de primer curso de Derecho. No por casualidad, los autoritarios profesores de estos muchachos utilizan la metodología del título y uno de ellos se llama Houseman (King Stuart), lo que constituye un evidente homenaje al actor que personificó excelentemente a este arisco y misántropo profesor.

 



(1) Las “snuff-movies” son películas rodadas clandestinamente con imágenes de todas las vejaciones físicas y morales que sufre alguna persona en la realidad y que pueden acabar incluso con la muerte de la misma.