"Licorice pizza"

"Licorice pizza"

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La web oficial.

El argumento: Es la historia de Alana Kane y Gary Valentine, de cómo se conocen, pasan el tiempo juntos y acaban enamorándose en el Valle de San Fernando en 1973.

Conviene ver: "Licorice pizza" es un homenaje a una década (los 70) y a una fase de la vida (el salto a la vida adulta) a golpe de sueños, primeros amores y tropiezos con la realidad sin renunciar a su tributo al cine y a todo lo que es capaz de evocar en una época en la que necesita más que nunca la reivindicación del cine en salas. Un viaje de más de dos horas que se plantea prácticamente como una ensoñación de una burbuja, sobre un verano eterno que languidece, en la que parece que todo sea posible, aupada por la juventud de una inconsciencia soñadora que lleva abrazar la libertad y el derecho a equivocarse pero también intentar acercarse más a la felicidad respecto los que les precedieron.

“Licorice pizza” es el trabajo más luminoso y cálido de un director que ha sabido abrazar la complejidad de la condición humana en distintas vertientes, explorando el poder, la codicia y la misantropía pero ahora llena de luz ese Valle de San Fernando en el que dos jóvenes corren, bailan, cantan y se enamoran a raíz de la conexión cómplice y que establece una red de confianza y de seguridad entre ambos que les hace sentirse invencibles. Los sentimientos que genera un amor de los que nunca se olvidan y que aquí se ve favorecido por el humanismo y el humor socarrón del conjunto a través del tándem revelación lleno de carisma que forman Cooper Hoffman y Alana Haim (alma y musa de la cinta) y un solvente retrato de secundarios en el que emerge en una breve interpretación Bradley Cooper como el peluquero que fue pareja de Barbra Streisand y que sentía fascinación por la velocidad y las arañas, Jon Peters. Es precisamente la primera mitad de la cinta donde se encierra el alma de la cinta, en lo que es la relación entre Hoffman y Haim, perdiendo fuelle cuando intenta abarcar a brochazos las dinámicas de otros personajes con el fin de dar contexto a los años en los que se ambienta.

Paul Thomas Anderson, en parte, se ha sumado a la corriente de realizadores como Alfonso Cuarón, Pedro Almodóvar, Paolo Sorrentino y Kenneth Branagh y también ha decidido explorar sus años de juventud, a raíz de las anécdotas del actor infantil Gary Goetzman, para rememorar el amor que vivió y la música que escuchaba, una playlist infalible, que tiene a Nina Simone, David Bowie, The Doors, Sonny & Cher, Chuck Berry, Paul McCartney, Four Tops, Gordon Lightfoot o Mason Williams, en un Valle de San Fernando colindante con Hollywood en el que la atracción por las estrellas, la crisis del petróleo y el sector inmobiliario, la corrupción política y el declive del espíritu hippy tras los asesinatos de Charles Manson, inundan un Estados Unidos perdido y en búsqueda de su brújula mientras unos jóvenes crean su propio universo confiando en que sea su propia esperanza la que mueva el mundo. Todo bien retratado desde el mismo momento en el que los protagonistas se enamoran en un plano secuencia rodándolo con encanto y empatía lo que hace que nos creamos que ese oasis que han creado un adolescente de 15 años y una chica de 25 años, terrenales, cotidianos y con acné, supere a la toxicidad de otras relaciones y de un mundo adulto complejo obsesionado por el éxito vacío y el materialismo que te invita a querer rebelarse y seguir jugando a ser Peter Pan como refugio frente al desencanto de lo que viene y las imperfecciones del amor, las personas y la vida frente a cualquier atisbo de idealismo.

“Licorice pizza” es una de las películas más personales e íntimas del director (junto a “Boogie nights” y “Puro vicio”) pero no por ello tiene que se confundida como menor ya que su sencillez narrativa, y el contar con un reparto amplio (Sean Penn, Tom Waits, Benny Safdie, Harriet Sansom Harris o la propia familia de Alana Haim) pero que actúa como satélite de sus dos jóvenes protagonista, no es inane o intrascendente aprovechándose de su tono deslavazado para retratar un estado vital en el que es uno de esos momentos que suponen un punto de inflexión en la vida de cualquiera buscando la luz de ese faro vital a pesar del no querer abandonar esa juventud llena de falta de responsabilidades, de disfrute hedonista y en el que uno piensa que allí al menos tiene derecho a poder equivocarse una y otra vez. Todo hacia un horizonte de inmadurez eterna, sueños añorados, incertidumbres que no cesan, relaciones que hacen daño y amores que podrían ser pero que nunca serán por los caprichos de eso llamado chispa o conexión avivada por la pasión. Un momento personal de abrirse al mundo sobre un país que estaba reconfigurándose y asentando las bases de lo que es hoy tanto con sus luces como con sus muchas sombras.

Conviene saber: La cinta de Paul Thomas Anderson ha conseguido 3 nominaciones en los Oscar 2022 en las categorías de película, dirección y guión original.

La crítica le da un SIETE

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