"La paz de Hitler"

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El escritor escocés Philip Kerr es admirado por su serie de novelas negras protagonizadas por Bernie Gunther, lo que le condujo a investigar la Historia del periodo nazi y su entorno como muy pocos novelistas han hecho. "La paz de Hitler" aprovecha ese conocimiento para desarrollar una trama de conspiración inspirada en la realidad que no sólo entretiene, sino que maneja datos y hechos no siempre conocidos por la mayoría.

Título: "La paz de Hitler"

Autor: Philip Kerr

Editorial: RBA

Varios hombres sentados en el interior de un barco de guerra cruzan el Atlántico en 1943. Uno de ellos es filósofo. Mantienen la siguiente conversación:

"— ¿A qué se dedica un filósofo exactamente? —preguntó uno de ellos—. Si no le importa que lo pregunte.

El hombre dejó caer un paquete de Kool en la mesa y se repantigó en la silla.

Cogí la taza de café, me acerqué a su mesa y tomé asiento. Uno de los otros agentes apretó la cazoleta de la pipa con un pulgar de color magdalena y me miró con muda insolencia.

— Hay tres clases de preguntas en la vida —le dije al tipo—. La pregunta en plan cómo funciona el fuego. —Cogí un cigarrillo del paquete, lo encendí, cerré el mechero y luego dejé caer el resto de los pitillos sobre la mesa—. Luego está la pregunta en plan cuántos cigarrillos te quedan. Diez menos uno igual a nueve, ¿verdad? La mayoría de las preguntas que se pueden plantear en la vida pertenecen a una de esas dos categorías. Empíricas o formales.

— ¿Y las preguntas que no?

— Son las filosóficas. Como, por ejemplo, ¿qué es la moralidad? La filosofía empieza cuando uno no sabe dónde buscar la respuesta. Se dice: ¿qué clase de pregunta es esta, y qué tipo de respuesta busco? Y: ¿es posible que consiga encajar esa pregunta en una de las otras dos categorías después de todo? A eso, amigo mío, se dedica un filósofo.

— ¿Y qué me dice de la moralidad? —preguntó—. La moralidad que supone matar a alguien en tiempo de guerra, por ejemplo. Mejor aún, la moralidad que supondría matar a Hitler. La moralidad nos dice que asesinar está mal, ¿verdad? Pero suponga que se tratara de Hitler. Y suponga que tuviera la oportunidad de matar a Hitler y salvar a miles, quizá millones de personas.

— Si quiere saber mi opinión, Stalin es tan malo como Hitler —observó otro de los agentes.

— Sólo que hay una salvedad —continuó el hombre—. No se le permite matarlo con una pistola. Tiene que hacerlo con un arma blanca, o quizá con sus propias manos. Qué hace entonces, ¿eh? Todo le dice que lo mate, ¿verdad? Que lo mate, sea como sea.

— Que mate al hijo de puta —dijo el tercero.

— Intento plantear una pregunta filosófica —insistió el primero.

— Un filósofo no puede decirle qué hacer —repuse—. Sólo puede explicar las cuestiones y los valores implicados. Pero al final es cosa suya decidir lo que debe hacer. Las decisiones como la que describe pueden ser difíciles.

— Entonces, con todo respeto, señor —dijo el agente—, no parece que la puñetera filosofía vaya a serle útil a nadie.

— No lo absolverá. Si lo que quiere es eso, tendrá que ir a ver a un cura. Pero por si le interesa, si fuera yo y tuviera la oportunidad de matar a Hitler con un cuchillo o con mis propias manos, joder, lo haría".

El filósofo Willard Mayer es un hombre de 35 años, hijo de un judío alemán criado y educado en Estados Unidos que entró en la carrera diplomática al concluir los estudios universitarios. Se casó en 1905 con la heredera de una fortuna familiar gracias a los neumáticos de caucho. El joven Mayer estudió Filosofía en Harvard, para tremenda decepción de su padre, que tiende a creer que todos los filósofos son unos tarados sifilíticos alemanes convencidos de que Dios ha muerto. Su familia se inclina a pensar que ha echado a perder su vida. Después de acabar los estudios universitarios, se quedó en Harvard. Se doctoró y obtuvo una beca para estudiar en Viena, vía Cambridge, y obtuvo un puesto de profesor en la Universidad de Berlín. Después de Múnich regresó a Harvard y es analista especializado en Alemania para el gobierno que preside Franklin D. Roosevelt en 1943. "La paz de Hitler" comienza en la Casa Blanca con una conversación entre el personaje real y el creado por Kerr, que pone en marcha la trama.

Mayer se convertirá en asesor presidencial y visitará los centros de poder europeos, cruzándose con algunos de los protagonistas de la época, mientras Kerr nos lleva hasta una fiesta londinense donde se mezclan espías con mandatarios, al Hitler que evita ver la destrucción de su país refugiándose en "El nido del águila", a los despachos de los jerarcas nazis, o hasta la reunión de los líderes Stalin, Roosevelt y Churchill.

Kerr dibuja caracteres con su habilidad habitual y maneja la acción de una conspiración que se entreteje en el mismo seno del poder, que ha de estallar en las arenas de Egipto y Teherán. Con su sentido del humor habitual, incluso en momentos dramáticos, siempre ágil y emocionante, es el Kerr más atractivo y que echamos de menos sus lectores desde que murió en 2018.

Carlos López-Tapia

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