Querido Teo:
En mi zigzagueante ruta por las películas off-Broadway más importantes de la Historia del cine de los USA me hallo ahora en los albores de la contracultura. Los años cincuenta supusieron un cambio de ritmo en la narrativa estadounidense. La América del Mcarthysmo, de la Guerra Fría, de la sociedad de consumo, del miedo, se había convertido en una gran masa solitaria. Las comunidades marginadas parecían ser las únicas garantes del sueño americano. Saxofonistas negros, drogadictos, homosexuales, obreros, indigentes, poetas liberados, eran la falla entre la cultura de la propiedad privada y la civilización tecnológica, los herederos del espírito de comunión con la naturaleza de Thoreau y del renacimiento espiritual de Walt Whitman. Jack Kerouac, a golpe de cafeína y benzedrina, mecanografiaba, en un único rollo sin márgenes, sus experiencias de esta América, hasta entonces no descrita, de marihuana, prostitutas, hispanos sin recursos, peyote, negros y tugurios de jazz en su novela "En la carretera" mientras el "be bop" y el "free jazz" que despuntaba en California marcaban la antítesis del jazz académico de la costa este y Allen Ginsberg loaba a los homosexuales en fiestas de ácido. Había nacido la generación "beat", o generación golpeada, que rechazó el puritanismo y el acomodo doméstico de una sociedad de posguerra, pobre y sedentaria, en favor de la búsqueda de comunidades libres y abiertas. Y el cine también se empapó de la "beat generation".