
Colgados de la plataforma: Semana del 03/08/2020 al 09/08/2020
Querido primo Teo:
Cansancio. Esa es la sensación. Al comenzar a escribir mi nueva crónica desde el búnker me siento como esa folclórica que llamó a un programa de televisión y gritó un “¡Estoy cansada!” harta de que la prensa rosa se alimentase de sus miserias. El agotamiento ya se ha apoderado completamente de una. Pocos estímulos para seguir remando a contracorriente nos encontramos ante la recesión económica, la destrucción de empleo, el desprecio a trabajadores, el colapso sanitario, el incremento del número de contagiados que todavía no ha conocido techo, la escasez de recursos para hacer frente a la expansión del virus, los políticos defectuosos, los aplausos improcedentes ante unas cifras de víctimas demoledoras y para colmo falseadas, los gestores de una crisis que nos toman directamente el pelo o que no predican con el ejemplo de no hacer desplazamientos innecesarios viajando al sur de la vecina Portugal para coger olas, pero la crispación la genera quienes les afea la conducta y no les considera unos héroes cuquis. Cansada de esas invitaciones al optimismo con carteles de arcoiris, de vídeos coreografiados de YouTube, los mensajitos de “todo va a salir bien” o “de esta saldremos mejores”, de los memes o del postureo, golpes de pecho y cultivo del ego en las redes sociales, así como de las teorías conspiranoicas y el crecimiento de los negacionistas y, sobre todo de la insolidaridad, reinante de los que están más preocupados en botellones, terrazas o en acreditarse para próximos eventos que nos hacen pensar que no saldremos de ésta. Cansada de la incertidumbre, de la melancolía por la añoranza de situaciones y encuentros que no volverán a darse, del sentimiento de culpa por no haber sido mejor o haber exprimido al máximo la vida, de tratar de gestionar las noches en vela o domar a esa ansiedad que se va apoderando cada vez más de una, y lo de pensar que soy privilegiada porque peor es vivir hacinada en un campo de refugiados no siempre funciona porque eso de jugar a las comparaciones puede ser un arma de doble filo ya que en lugar de empatizar lo que se consigue es sentirse mejor a cambio de regodearse en el dolor ajeno y eso no nos convierte ni por asomo en buenas personas. Frank Capra nos hablaría de una crisis que nos invitaría a ser mejores con un simple gesto, poniéndonos en la piel de quien tenemos al lado, y nos diría que nuestros ideales, valores y buenos sentimientos serían las armas para luchar contra el cinismo que se ha apoderado de nuestra sociedad. Lamentablemente el humanismo murió con Frank Capra y todo aquello que nos invite a ser mejores es tildado de pornografía sentimental y de ahí este pesimismo, eso de que "este virus lo paramos unidos" no funciona cuando lo que abunda es el sentimiento individualista. También estoy cansada de destrozarte a lo largo de estas semanas y de hacerte pensar que al término de mis cartas me hago el harakiri como Mishima.