Desmontando a Sigmund: Anime y Neurociencia

Querido Teo:

Con aquello de tus filias alternativas comenzaste a visitar a psicoanalistas desde hace mucho. Recordarás como ellos desde su púlpito te decían solemnemente que mirarían que está pasando dentro de tu cabeza. Que leerían tu mente, tu alma. Quizá se les fuera la mano en sus pretensiones, por lo menos cuando éstas se sostenían sólo en un argumento ambiguo. Por suerte, en algún momento, esa manera de mirar dentro del cerebro cambiaría, empezaríamos a usar algún cacharro que nos diera una medida aproximada de qué neuronas están haciendo qué. A esto se le llama Neurociencia, pero qué demonios es eso. Bueno es muy simple y a la vez muy complicado. Se trata de un ámbito multidisciplinar dónde se estudia el funcionamiento del cerebro.

Desde luego todos esos inventos e ideas provenían de la prodigiosa imaginación humana y el cine, el exponente más alto de la imaginación artística, algunas veces ha tratado de retratarlos y otras veces de vaticinarlos. En esta empresa ha habido toda suerte de aciertos y errores, pero desde luego ha habido un género por encima del resto, capaz de llevar el discurso neurocientífico a un nivel más alto. Y es que en imaginación, a los japoneses le ganan pocos.

En la adaptación del manga “Akira” de 1988, realizada por Katsuhiro Otomo, además del análisis evolutivo del ser humano con un cierto adorno científico, encontrábamos alguna relación al respecto.

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Dejándome atrás mil y un ejemplos que podrían seguir valiendo, ya desde 1995 las sagas incombustibles de “Ghost in the shell” o “Evangelion”, profetizaban futuros distópicos dónde los experimentos cibernéticos con inteligencia artificial y la manipulación de la memoria estaban a la orden del día.

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Pero sin duda, si existe un film que se pueda clasificar dentro de este subgénero del anime, es la más reciente “Paprika” (2006). Más de un fan de “Origen”, que no haya visualizado esta joya de la animación, se llevara una sorpresa o quién sabe si decepción sobre la creatividad del afamado Nolan.

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Resumiendo, ¿cuánto de todo lo que vamos a ver aquí es verdad?. Pues bueno, evidentemente el conocimiento que tenemos a día de hoy sobre las conexiones neuronales es tirando a burdo. Así que las virguerías neurocientíficas que aquí se nos presentan están un poco lejos, quizá no tanto. En cualquier caso la investigación con resonancia magnética funcional, por ejemplo, nos ayuda a mapear las regiones del segundo órgano favorito de algunos, diariamente. Es más, a algunos, a que no sabes en qué país, han comenzado a obtener imágenes de lo que ocurre en su interior. Conviene no flipar, son sólo estimaciones estadísticas generadas por ordenador, realmente, pero al menos es un comienzo que por supuesto tendrá su continuidad en la vanguardia oriental. Si no, al tiempo o si no se ha hecho ya y es sólo accesible para las elites, como pensaran los amantes de lo conspiranoico. Ahí te dejo con la duda, que es muy sana, decía Descartes.

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Adrián Ramos Domínguez