Los educadores en el cine francés

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Querido primo Teo:

El próximo estreno de “Los buenos profesores” sigue con la tradición del cine de francés de enfocarse en el mundo de los educadores que se justifica en el hecho de que en el país galo el séptimo arte y el sistema educativo han estado íntimamente ligados desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El cine fue considerado un escaparate para mostrar los horrores de un conflicto que no se quería volver a repetir. Las películas se convirtieron en una herramienta idónea para la educación popular a la que podían tener acceso desde cualquier estrato social, incluidos los más desfavorecidos, curiosamente aquellos a los que el gran estado francés está dejando de lado. Eso es lo que vienen señalando los directores franceses desde hace varias décadas. 

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial quienes habían formado parte de la Resistencia, principalmente los comunistas, pensaron que a través de la cultura, especialmente del cine, se podía conseguir que la educación fuera popular, yendo más allá de la escuela para estar presente en los barrios y en las fábricas, su objetivo era evitar un nuevo conflicto. Inicialmente fue un movimiento de unos pocos, al margen de las instituciones. Paulatinamente llegaron los movimientos culturales de masas, el nacimiento de las federaciones, cineclubs y la Liga de la Enseñanza, puesta en marcha en 1866, hizo el resto al hacer llegar los proyectores al territorio escolar.

Entre sus principales defensores se encontró André Bazin, fundador de Cahiers du Cinéma y uno de los ideólogos de la Nouvelle Vague, cuya influencia en las universidades francesas a mediados de la década de los 60, con directores como Jean-Luc Godard en las trincheras, fue fundamental no solamente para protestar en las calles sino para formarse como cineastas en la universidad, se crearon los departamentos de cine en las principales ciudades de Francia y a partir de la década de los 80 se establecieron los bachilleratos de cine. 

A lo largo de medio siglo el cine se institucionalizó en el sistema educativo, siendo un espejo para los sistemas de muchos otros países. De esta manera, se ha conseguido que la escuela no quede al margen de lo que sucede fuera de ella y también que el mundo del cine esté muy pendiente de la realidad que viven profesores y alumnos. Son muchísimos los ejemplos que nos ha dado la cinematografía gala sobre el devenir de un sistema educativo que ya ha implosionado, devorado por las diferencias sociales, en donde es imposible progresar en las zonas más empobrecidas y si falla lo esencial, que es la educación, todo lo demás está perdido.

De eso habló Bertrand Tavernier en “Hoy empieza todo” (1999) y considerada desde entonces no solamente un clásico moderno sino una obra canónica a la hora de afrontar la crítica social a través de la labor de los educadores. Su protagonista es el director de una escuela infantil de un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia, con un 30% de la población en paro debido a la crisis del sector. Tavernier se muestra combativo, sin caer en la moralina, para reivindicar a una comunidad educativa que trata de construir para el alumnado el mejor mundo posible sabiendo que desgraciadamente, en el 98% de los casos, será una batalla perdida.

Laurent Cantet se alzó por unanimidad con la Palma de Oro del Festival de Cannes con “La clase” (2008), que mostraba con un estilo documental un curso escolar en una de las aulas de un instituto público de un barrio periférico de París. El motor de la película fue su protagonista, el profesor François Bégaudeau, que escribió un libro basándose en sus experiencias como docente en un instituto muy conflictivo y en el que la dura realidad del alumnado aplacaba cualquier buenismo. 

El ejemplo de “La clase” fue seguido por otros cineastas franceses para denunciar que la educación pública francesa está agonizando ante la falta de recursos y que cualquier medida establecida a lo largo de estas décadas resulta ser un parche. Eso se pudo comprobar en "Primaria" (2016), "El buen maestro" (2017) o “Los profesores de Saint-Denis” (2019). El modelo cinematográfico francés, que es un ejemplo para el mundo de la cultura española, debería influir a nuestros cineastas para contar la realidad de nuestro sistema educativo, algo que explique el tortazo que nos ha dado el último informe PISA. 

Mary Carmen Rodríguez 

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