"Maleficio (La regla de Osha)"
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La web oficial.
El argumento: Para ser ascendido en su banda, un joven pandillero es iniciado en un ritual ocultista de Santería por el jefe de su clan. Desde entonces, tanto él como su hermana pequeña son acosados por una entidad sobrenatural. Cuando una trabajadora social toma conocimiento de esta situación, lo arriesgará todo para ayudar a los hermanos a escapar del fatal destino al que parecen estar condenados.
No conviene ver: "Maleficio (La regla de Osha)" parte de una idea poco habitual en el cine de terror español: abordar la santería y el mundo de las bandas urbanas juveniles como telón de fondo de un thriller sobrenatural. La propuesta inicial tiene potencial, y se percibe el esfuerzo del director y coguionista Ángel González por tratar con respeto este universo religioso con las complejidades del ocultismo afrocaribeño y por dotar a la historia de cierta coherencia interna. El arranque es prometedor, apoyado en el drama familiar de los dos hermanos protagonistas, inmigrantes de segunda generación en España, y en un enfoque que combina realismo social y elementos de terror. Sin embargo, esta base interesante pronto se desdibuja. La película acumula demasiadas líneas narrativas y no logra articularlas con solidez: oscila entre el drama social, la crónica pandillera y el terror sobrenatural sin encontrar un tono claro. El miedo, elemento esencial del género, queda relegado a un segundo plano y la tensión nunca termina de asentarse. A medida que avanza, y asciende en la banda el protagonista, el relato pierde cohesión y termina resultando más confuso que inquietante. La ambientación, aunque ambiciosa, incurre en incoherencias que rompen la credibilidad: la ciudad sin nombre parece una mezcla artificial de escenarios españoles y clichés latinoamericanos, lo que provoca extrañamiento más que inmersión. A nivel técnico, la película evidencia su bajo presupuesto, con efectos digitales pobres, etalonaje deficiente y una dirección de actores irregular. El acompañamiento musical tampoco contribuye a mejorar el conjunto, al utilizar temas poco integrados y de escasa eficacia narrativa. En el apartado interpretativo, Blas Polidori aporta carisma y Mariela Garriga ofrece un personaje cuyo pasado resulta más interesante que la trama principal, aunque ni ellos logran contrarrestar las carencias del guión cuando se introduce en explorar los peligros de jugar con los espíritus. Los personajes carecen de desarrollo real y sus comportamientos, a menudo, resultan ilógicos, lo que debilita cualquier implicación emocional del espectador. El tramo final, más sangriento y dinámico, introduce algunas decisiones de puesta en escena que funcionan, pero llega demasiado tarde y no consigue remontar una historia que ha ido diluyéndose como un azucarillo y que entra de lleno en todos los lugares comunes del cine de posesiones. Aunque intenta mezclar géneros y ofrecer algo distinto, el resultado es una obra fallida y poco memorable, con ideas atractivas mal desarrolladas, que apenas logra destacar en un panorama de terror ya saturado de clichés.
Conviene saber: Es el tercer largometraje de Ángel González.
La crítica le da un TRES
