"La ley de Jenny Pen"
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La web oficial.
El argumento: El juez Stefan Mortensen, arrogante y ahora parcialmente paralizado tras un derrame cerebral, es internado en una residencia de ancianos que desprecia. Allí conoce a Dave Crealy, un perturbado que somete a los demás a un juego sádico llamado "La ley de Jenny Pen". Cuando una residente aparece muerta y el personal ignora sus advertencias, Mortensen decide enfrentarse a Crealy con la ayuda de su compañero de habitación, el ex deportista Tony Garfield. Juntos intentan acabar con ese reinado del terror.
Conviene ver: “La ley Jenny Pen” cuenta la historia de un juez ingresado en un geriátrico después de, durante el juicio a un acusador sexual, sufrir un derrame cerebral y quedar parcialmente paralizado. Allí tiene que lidiar con un anciano psicópata, antiguo cuidador del centro, que se dedica a hacer la vida imposible al resto de residentes a través de una desvencijada muñeca de juguete que maneja con sadismo. Una película al servicio de dos actorazos como son Geoffrey Rush y John Lithgow (los cuales ya coincidieron en “Llámame Peter” en 2004), llena de intriga y sobre todo angustia ante la imposibilidad de los personajes de defenderse por sus incapacidades, la claustrofobia que genera el lugar y la inacción del personal del centro que se supone que tiene que proteger a sus pacientes, lo que aún resulta más desagradable para el espectador cuando está viendo las tropelías a las que son sometidos en este imperio del terror que muestra como cualquier lugar puede ser impregnado de la más absoluta vileza cuando un abusón torturador entra en escena (incluso en la senectud). Ayuda para ello el escenario tan decadente como patético de una residencia de ancianos, destino final al que la sociedad nos aboca cada vez más, que potencia la sensación desoladora y de misterio latente que ha hecho las delicias de Stephen King que ha dicho que es una de las mejores películas de terror que ha visto últimamente y que tiene en la cinta de James Ashcroft, que adapta el relato corto de Owen Marshall, muchos paralelismos con películas como “Misery” (1990) o “El cabo del miedo” (1991). Curiosa la profesión escogida para el protagonista; juez, que decide sobre la vida de los demás y que en estos momentos le cuesta decidir sobre la suya propia. Un thriller geriátrico desasosegante y que maneja tensión de altura gracias a llenar de verosimilitud un terror cotidiano sostenido por un magnífico duelo actoral que sólo sufre perder fuelle en su tercio final pero que, en general, vale mucho la pena.
Conviene saber: Geoffrey Rush y John Lithgow compartieron el premio al mejor actor en el Festival de Sitges 2024.
La crítica le da un SEIS
