Cine en serie: "English teacher", un instituto de Texas que debes conocer
Querido Teo:
La serie nos planta en un instituto público de Austin, en Texas, y decide que lo más honesto que puede hacer con el sistema educativo de Estados Unidos a estas alturas es tratarlo como lo que es: una comedia negra en la que los adultos se pasan el día hablando de principios mientras los alumnos hablan de culos, condones y videojuegos. Si las metáforas se hicieran realidad, las farmacias de Austin habrían agotado las existencias de medicamentos contra la urticaria para todos los conservadores que acusan a esta serie de obscena, adoctrinadora o, peor aún, de retratar con demasiada precisión cómo suena un instituto real cuando la puerta del aula se cierra. "English teacher" es ferozmente política sin parecer un panfleto, y profundamente "queer" sin parecer un folleto de sensibilización, lo que en el clima cultural actual ya es casi un milagro.
Brian Jordan Alvarez, creador y protagonista, es uno de los seis personajes/profesores y vive atrapado entre el boletín oficial del distrito y la vida real, que siempre llega con un comentario pasivo agresivo de una madre y una nueva normativa imposible de cumplir. La serie no mira el instituto desde la condescendencia, sino desde el barro: pasillos, fotocopiadoras atascadas, rumores sobre prácticas sexuales con nombre de juego de cartas y profesores que fuman hierba para no llorar delante de los críos.
Profesor Kendall
Kendall es, en los papeles, el señor Márquez, profesor de inglés con vocación heroica y sueldo de funcionario agotado. Lo vemos en la excursión del penúltimo curso, intentando sonar inspirador cuando anuncia por megafonía que están a punto de vivir el fin de semana más inolvidable del año, mientras los alumnos sólo quieren saber quién va a dormir con quién en la tienda. En él se condensa la serie: un tipo que habla de democracia en clase y luego, en el bosque, termina gritando que el espectáculo debe continuar mientras todo el mundo se da cuenta de que no tiene ni idea de cómo seguir.
Profesora Abel
Abel es la versión cínica y lúcida del claustro, la que ve en cada excursión una auditoría ambulante y en cada madre acompañante una bomba de relojería. Mientras Kendall improvisa discursos motivacionales, Abel examina el autobús como si fuera una escena del crimen. Sabe que, en cuanto se sienten, empezará el desfile de confesiones sexuales que ningún manual de convivencia contemplaba. Cuando escucha a dos profesoras hablar de condones sin látex y abstinencia intermitente, y una madre se cuela por el pasillo para preguntar si los alumnos han traído preservativos, Abel no se escandaliza; toma nota mental del número de reclamaciones que recibirá el lunes.
Más tarde, cuando esa misma madre describe con seriedad casi científica un juego sexual que mezcla mesas de picnic, gente escondida debajo y caras de póquer por encima, Abel entiende que el verdadero problema no son las hormonas adolescentes sino los adultos que proyectan sus fantasías sobre el viaje. La serie la utiliza como bisturí: cada vez que Abel abre la boca, pincha el globo del entusiasmo pedagógico y recuerda que el instituto funciona, sobre todo, gracias a su capacidad para anticipar catástrofes y apagar fuegos que nunca llegan a mencionarse en los informes.
Profesor Wayne
Wayne lleva tantos años en el centro que habla de las excursiones como si hubiera guiado a las primeras tribus por el desierto. Se presenta como experto en supervivencia, repite que la naturaleza es implacable y presume de una legendaria etapa en la academia militar, hasta que alguien le pregunta si lo echaron y su historia se tambalea más que las tiendas de campaña que intenta montar. En el capítulo de la acampada, Wayne explica que un simple tentempié puede atraer a un oso adulto desde kilómetros de distancia, mientras mastica una barrita energética con la tranquilidad de quien sabe que el único oso que va a aparecer es el de peluche que lleva un alumno en la mochila.
La serie lo retrata en su esplendor cuando, supuestamente curtido en mil batallas, termina derrotado por una piqueta que no entra en el suelo y por una lona que se niega a convertirse en tienda. Wayne se erige como guardián de la disciplina tradicional, pero su gran momento de autoridad consiste en confesar que se lesionó el pulgar conectando una videoconsola detrás de la tele. Es la vieja guardia conservadora atrapada en un cuerpo que ya no intimida a nadie y en un mundo donde los chavales dominan mejor las instrucciones de montaje que él.
Profesora Mel
Mel es la profesora que ha decidido que la única forma de sobrevivir es convertirse en "influencer" de bajo presupuesto delante de treinta adolescentes somnolientos. En la excursión se lanza de cabeza a la parte musical, convencida de que un número improvisado con guitarra y coro juvenil la acercará a sus alumnos. Ensaya, entra fuera de tono, intenta arreglarlo con chistes y termina viviendo el clásico momento de vergüenza viral "avant la lettre", solo que sin TikTok que lo documente.
Mel habla el idioma de los chavales con retraso: menciona juegos sexuales de moda como si estuviera dando una charla, cita de oídas leyendas de instituto sobre exalumnos que inventaron prácticas de nombre autoexplicativo y pretende usar ese catálogo de obscenidades como ejemplo para advertir sobre los peligros de las presiones sociales. El resultado es más bien el contrario: los alumnos se miran entre ellos con cara de fascinación ante la información que maneja la profesora. Mel quiere ser puente entre mundos, pero a menudo actúa como altavoz descontrolado que amplifica lo que el sistema quisiera esconder debajo de la alfombra del conservadurismo texano.
Profesor Garrison
Garrison no aparece siempre con una Biblia bajo el brazo, pero se le nota que le encantaría. Es el espíritu del papanatismo conservador vestido con cargo educativo y sonrisa amable. Para él, cada excursión es una oportunidad para defender los valores tradicionales frente a la supuesta decadencia moral que representan los profesores jóvenes, los alumnos LGTBI y cualquiera que haya leído algo que no sea un panfleto electoral. Lo divertido es que la serie lo sitúa en el mismo autobús donde se habla sin tapujos de prácticas sexuales con reglas más complicadas que el reglamento de fútbol americano.
Mientras una madre describe, con todo lujo de detalles un juego grupal que mezcla anonimato, placer y apuestas visuales, Garrison intenta mantener la compostura y responder que, por supuesto, estarán muy atentos. Su guerra cultural no se libra en el Congreso, sino en la mesa de picnic al lado de los lavabos, donde cree haber descubierto una conspiración sexual juvenil cada vez que ve a tres alumnos sentados juntos. La ironía es que su miedo a la depravación acaba siendo más obsceno que la realidad que pretende censurar.
Profesora Tessa
Tessa es la que intenta que todo eso no acabe en Guerra Civil. Funciona como mediadora emocional oficial en un entorno donde nadie sabe gestionar ni sus propias frustraciones. En el mismo viaje en el que Kendall desafina ante la hoguera y Wayne se pelea con una tienda de campaña, Tessa se ve atrapada entre dos alumnas que discuten porque una ha dicho que la otra no tiene culo suficientemente digno de comentario público.
Tessa quiere creer en el diálogo, en la capacidad de la gente para escucharse, pero la serie la sitúa siempre un paso por detrás del caos, tomando notas mentales mientras el autobús entero se convierte en sesión colectiva de psicoterapia improvisada. Gracias a ella vemos con claridad que el problema no es que los chavales desautoricen la autoridad sin motivo, sino que muchas veces la autoridad llega rota de casa.
Estos seis perfiles, cruzados con el capítulo de la excursión que nunca falta en ningún instituto, muestran hasta qué punto "English teacher" se alimenta de casos concretos para desmontar discursos abstractos. No se limita a decir que los adolescentes tienen una vida sexual intensa, lo ilustra con madres que hablan de juegos de mesa bajo la mesa, profesores que intentan explicar lo que es un cúcol sin saber bien cómo se escribe y leyendas de ex alumnos que alcanzan prestigio académico gracias a haber bautizado una práctica que los adultos fingen no entender. El instituto texano no es sólo un decorado; es el lugar donde el puritanismo oficial y el desmadre real se miran a los ojos y, por una vez, nadie puede fingir que no ve al otro.
La serie contiene diálogos tan explícitos que deben remover más de una peluca conservadora.
-"¿Tenéis planes para esta semana?".
-"Somos profesores, así que... trabajar".
- "Vaya. Yo investigaré sobre un asunto muy turbio".
- "¿Ah, sí? Buena suerte".
- "¿Qué es?".
- "¿Sabéis lo que es una fiesta anal de leche condensada?".
La irreverencia de la serie nace de la mirada de Brian Jordan Alvarez, que no sólo interpreta al profesor protagonista sino que también firma la creación y buena parte de los guiones. El resultado es una comedia que entiende muy bien cómo suena una sala de profesores en esta década, cuando un docente puede ser investigado por besar a su novio en el parking y, al mismo tiempo, se le exige que sepa manejar discusiones sobre identidad, pornografía filtrada y abstinencia relativa sin levantar la voz.
La crítica se ha rendido a ese equilibrio: las dos temporadas han acumulado un entusiasmo casi unánime, con porcentajes altísimos en las webs de referencia y elogios de medios generalistas que la señalan como una de las mejores comedias recientes sobre la vida escolar.
"English teacher" puede verse en España en Disney+
Carlos López-Tapia



























