Cine en serie: “El método Kominsky”, la efectividad de la extraña pareja

Cine en serie: “El método Kominsky”, la efectividad de la extraña pareja

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Querido Teo:

No pretendemos espantarte si comentamos que la serie de comedia que nos ocupa no escatima en chistes geriátricos y de próstata pero “El método Kominsky” se ha convertido desde su lanzamiento en Netflix en uno de los títulos más destacados de los últimos meses. La nueva producción de Chuck Lorre, nombre clave de la comedia televisiva usamericana durante más de dos décadas con series como “Roseanne”, “Dos hombres y medio” y “The Big Bang Theory”, ha sorprendido con una sitcom corta en duración y pretensiones pero sumamente efectiva gracias a un guión que juega con esa premisa tan recurrente de “la extraña pareja” (de la que nombres como Jack Lemmon y Walter Matthau hicieron arte) y a una pareja de actores en estado de gracia y con gran química entre ellos como son Michael Douglas, también productor, y Alan Arkin.

“El método Kominsky”, que ya ha confirmado que tendrá segunda temporada, ganó hace unas semanas 2 Globos de Oro 2019 a la mejor serie de comedia y al mejor actor de serie de comedia para un Michael Douglas que vuelve a probar las mieles del éxito en televisión tras “Las calles de San Francisco” en la década de los 70 y el telefilm “Behind the candelabra” en 2013 que ya le reportó Emmy, Globo de Oro y SAG por dar vida al excéntrico pianista Liberace. En esta ocasión, y con un look desaliñado que recuerda al de su papel en “Jóvenes prodigiosos”, da vida a Sandy Kominsky, un actor que no supo mantener su éxito efímero y que, olvidado por parte de la industria, da clases a aspirantes a actores en su propia academia de interpretación con el apoyo de su hija que, ante su desorganización tanto en la vida como en el trabajo, es la que le lleva (y le echa) las cuentas.

Pero si “El método Kominsky” es algo más que un producto de consumo rápido, con un humor que bordea la línea de lo transgresor y con claro espíritu caustico a la hora de ver la vida, es gracias al personaje del agente de Kominsky, Norman Newlander, un viejo cascarrabias que acaba de perder a su mujer y que tiene que soportar a un Kominsky, que para su suerte o desgracia, no es sólo uno de sus clientes sino también su mejor amigo, y es que sólo ellos (con su particular relación llena de pullas pero también verdades a la cámara y hombros siempre dispuestos para el otro en los peores momentos) han sabido aguantarse mutuamente. Ahí vemos a un Alan Arkin sencillamente brillante que eleva no sólo la calidad y el interés de la propuesta sino que incluso le da una pátina de distinción y humor inteligente a una serie que se ve casi sin pestañear ante la agilidad de unos capítulos breves y refrescantes.

Esta estupenda pareja de baile está secundada por Sarah Baker y Lisa Edelstein, como las respectivas hijas de Sandy y Norman, así como una estupenda Nancy Travis, llena de clase y belleza madura, como el interés amoroso de Sandy, Lisa, siendo además también una de sus alumnas en su intento de ser actriz ahora que se ha divorciado, aunque viva con un hijo adolescente, malcarado y que da la impresión de que lo único que quiere es ver el mundo (y a la nueva pareja de su madre) arder.

Y es que “El método Kominsky” es ante todo un canto a seguir estando vivo siempre que haya alguien al que le importemos, y es precisamente esa amistad que mantienen los dos protagonistas lo que hace salir a flote a un Norman que en el primer capítulo pierde a su mujer tras más de 40 años de matrimonio y que tiene, junto a la ayuda o las metidas de pata de Sandy, que organizar su entierro intentando cumplir los deseos de la difunta, entre ellos que Jay Leno participe en sus despedida con uno de sus punzantes monólogos o que la mismísima Barbra Streisand cante en el funeral.

La serie no pretende en ningún momento dejar un mensaje de trascendencia en sus 8 capítulos más que los de pasar un buen rato, recomendar que la vida hay que encararla con una sonrisa y que una amistad solidificada a lo largo del tiempo como ésta, aunque esté protagonizada por dos personas tan distintas, pero que comparten ser maniáticos y tener su orgullo, siempre es el mayor tesoro. Douglas y Arkin son los reyes de la función, y auténticos artífices del éxito de la misma, pero para redondear la jugada (y ante el predicamento del actor y productor en la industria) se ha podido contar con actores invitados (también veteranos) que se lucen riéndose de sí mismos como es el caso de Elliot Gould como un actor que intenta hacer en cine la versión geriátrica de las cintas de “Venganza” protagonizadas por Liam Neeson, Ann-Margret como una viuda que le tira los trastos indisimuladamente al personaje de Arkin, o un Danny DeVito como urólogo al que acude Douglas ante la frustración que le provocan sus problemas con la próstata.

Acostumbrado a otras series de mayor pedigrí y aspiraciones, “El método Kominsky” es una joya del humor negro y deslenguado que brilla gracias al talento de unos actores que, con más de cuatro décadas de carrera a sus espaldas, siguen demostrando la virtud de lo que supone la veteranía a la hora de perfeccionar su arte. Y es que, además de ser ambos la clave del éxito de la serie, pocas veces se les ha visto tan carismáticos, desenfadados, divertidos y humanos sin el aparente esfuerzo fruto de una naturalidad innata. La serie prepara ya su segunda temporada que se espera que llegue a finales de este 2019 y es que, ahora que les hemos conocido, estamos deseando seguir envejeciendo con ese par de amigos tan desastrosos como entrañables.

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Nacho Gonzalo

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