Cine en serie: "Los asesinatos de Breslavia", dolorosamente actual

Querido Teo:

Esta serie arranca en seco, con esa "electricidad" de los minutos previos a un gran evento. Es 1936, la propaganda hierve, los focos apuntan a Berlín y a sus Juegos Olímpicos. El acoso a los judíos es un mar de fondo que no altera todavía la superficie. Sólo Israel pide a las naciones que no acudan. Solamente España responde y organiza en Barcelona unos juegos alternativos. Sin embargo la acción se abre lejos de los estadios, en Breslavia. Un asesinato brutal, uno que amenaza con dinamitar la imagen perfecta que el régimen quiere vender al mundo. Así se presenta un thriller histórico con alma policial y conciencia política, que no te agarra por el sobresalto sino por la atmósfera, por la presión que rezuma cada escena, por la pregunta incómoda que lo atraviesa todo: qué significa buscar la verdad cuando el poder necesita mentir.

Pocas veces se ve una serie que combine tan bien intriga policiaca sólida, protagonista complejo, tensión moral. Vas a sentir que el pasado no es un decorado: está vivo, contigo, pesa. Cada escena te pregunta algo: quién eres tú cuando lo político se vuelve rutina, cuando la propaganda manda, cuando el populismo enfrenta ciudadanos, cuando dar con la verdad cuesta un esfuerzo.

Imagínate Breslavia en 1936: la ciudad está en tensión, los Juegos Olímpicos de Berlín se acercan, el nazismo está consolidándose, la propaganda del régimen funciona a tope, el ambiente político está cargado. En ese escenario se sitúa esta serie policiaca que se alza con un pulso oscuro, una serie que no sólo quiere contar un crimen, sino retratar un momento histórico lleno de fisuras morales, de opresión, de silencios obligados. Esa fuerza que tiene desde el comienzo es lo que sostiene todo lo demás, un doble reloj dramático: uno que mide la cuenta atrás hacia un espectáculo global y otro que late en la oscuridad de una ciudad fronteriza donde un crimen atraviesa las costuras de la política.

El argumento se hace fuerte porque la intriga nunca camina sola. Lo que está en juego no es sólo resolver un caso, sino hacerlo en un contexto de censura, propaganda y amenaza. El marco histórico convierte cada decisión en un dilema. Hay calle, sudor, presión desde arriba y miedo desde abajo. Y en medio, un policía que se mueve entre su deber, su origen polaco y las luchas de poder de la época.

Hay unanimidad: la estética es muy cuidada. La ambientación de los años treinta, los escenarios, los interiores, los uniformes, las calles, la atmósfera de una ciudad fronteriza, de una ciudad con identidades cruzadas (polacas, alemanas), con los carteles, con el contraste entre espacios privados y espacios de poder público, todo eso parece estar hecho con detalle.

Interiores densos, calles adoquinadas, fachadas que remiten a la arquitectura centroeuropea de entreguerras y una paleta que rehúye la postal nostálgica. La comparación con "Babylon Berlin" no es banal. Apunta a una ambición estética: usar la ciudad como organismo vivo y político.

Todas las impresiones publicadas concuerdan que los uniformes policiales, los vestidos civiles de la época, los abrigos, los peinados, los complementos, todo contribuye para dar verosimilitud, inmersión. No es vestuario de fantasía; parece ropa de época con matices, con deterioro, con suciedad incluso, para no relucir demasiado, para que sientas que las cosas tienen peso físico.

Si te atraen las ficciones que exponen cómo opera el poder en lo cotidiano, aquí hay material. Si disfrutas de la reconstrucción de época sin postal, aquí hay mirada. Y si lo tuyo es el misterio que reverbera después de los créditos, aquí hay eco.

No entres a "Los asesinatos de Breslavia" esperando fuegos artificiales. Entra esperando un clima. Escucha cómo cruje el empedrado cuando Podolsky echa a andar, mira cómo los uniformes pesan, cómo los pasillos asfixian, cómo un despacho puede ser más aterrador que un callejón. Y cuando termine el primer episodio, si notas que te quedas con la respiración contenida, sabrás que la serie ha hecho su trabajo. Yo quise seguir a Podolsky por esas calles de Breslavia donde cada sombra parece guardar un expediente y cada silencio puede costar el futuro.

El director Leszek Dawid ha subrayado en entrevistas internacionales la voluntad de leer el presente a través del pasado, algo que Reuters sintetizó así al recoger sus palabras: "La serie busca resonancias contemporáneas en un mundo otra vez inquieto en Europa Central". Una clave de intención creativa que explica decisiones de tono y de puesta en escena.

No es sólo quienes son los malvados, los corruptos de cualquier tipo, sino cómo sobrevive la verdad en tiempos de mentira. ¿Puede ser más actual?

Vídeo

"Los asesinatos de Breslavia" puede verse en España en Disney+

Carlos López-Tapia