"Jugar con fuego"

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El argumento: Pierre, ferroviario, ex sindicalista, cría solo a sus dos hijos tras la muerte de su esposa. Louis, el menor, avanza con éxito en sus estudios y en la vida. Fus, el mayor, se desvía del camino. Fascinado por la violencia y las relaciones de poder, se acerca a grupos de extrema derecha, en total contradicción con los valores de su padre. Pierre, impotente, observa cómo esas amistades van tomando control sobre su hijo. Poco a poco, el amor da paso a la incomprensión.

Conviene ver: “Jugar con fuego” es el tercer largometraje de las directoras francesas Delphine Coulin y Muriel Coulin, adaptando el libro "Lo que falta de la noche" de Laurent Petitmangin. La película está protagonizada por Vincent Lindon, quien interpreta a un trabajador ferroviario de izquierdas a cargo de sus dos hijos en el pueblo industrial francés en el que viven. El más joven (Stefan Crepon) es un alumno aplicado que comienza a estudiar en la Sorbona, mientras que el otro (Benjamin Voisin) se va descuidando académicamente y volviéndose cada vez más reservado. La sorpresa llega cuando el hijo mayor se aproxima a grupos de extrema derecha. Las hermanas han querido reflejar un país que va a la deriva hacia una situación extrema, dejando claro que su objetivo ha sido transmitir la complejidad de la vida de las personas y sus razones políticas. La decepción, la frustración y la impotencia se refleja en la mirada de un portentoso Vincent Lindon como un viudo proletario y padre superado por las circunstancias, que quiere mantener unida a su familia frente a la amenaza ideológica que les infecta y que ve como su rabia es engullida por un abrasivo sentimiento de culpa por las dudas de no saber qué ha podido hacer él, teniendo en cuenta que sus dos hijos han sido criados en el mismo entorno, con los mismos valores y las mismas vivencias.

Un drama que no se banaliza y que sabe mostrar el dolor y la desesperación propio de la fractura de una familia obrera que ve brotar en ella el fantasma de la radicalización a través de un joven prometedor que, con la excusa del fútbol como caldo de cultivo y elemento colectivo de reafirmación, se pasa al lado oscuro como un neonazi, dejándose llevar por malas compañías y por gente experta en mentes volubles para implantar determinadas ideas, siendo uno de esos jóvenes que reaccionan con rabia virulenta a considerarse olvidados por el sistema y que es el el espejo de todo lo contrario de lo que ha defendido su progenitor durante toda la vida. Un drama social sobrio, intenso e íntimo sobre la incomunicación y desconexión intergeneracional que parte de lo político para adentrarse en algo más profundo a lo que contribuyen las interpretaciones que logran salvar que la cinta pueda pecar de efectista y moralizante en algunas de sus decisiones. Un trabajo sensible impregnado de tristeza y fatalidad en la diatriba de un padre, ante la deriva radicalizada del hijo al que adora, de entender si lo que corresponde es intentar reconducir a su hijo con todas las consecuencias o si, por mucho que haga, el mayor acto de amor es el dejarle marchar como consecuencia de un entorno en el que el odio se normaliza como reacción al desencanto en la Europa contemporánea. Las interpretaciones elevan una cinta que logra salvar caer en ciertos convencionalismos y tópicos del drama social que le resta impacto y contundencia pero que no impide que estemos ante una muy buena película que es aviso para navegantes, muestra una realidad social peligrosa en auge sin reglas ni armas para refrenarlo y, sobre todo, sigue mostrando la lucidez y pertinencia de la cinematografía gala que logra, incluso con títulos menores, poner el dedo en la llaga y hacernos conscientes del mundo en el que vivimos.

Conviene saber: Mejor actor en el Festival de Venecia 2024 y mejor película en el BCN Film Fest 2025.

La crítica le da un SIETE