Dick Van Dyke, la vitalidad que trasciende de la pantalla a los recuerdos
Querido Teo:
Hay actores que traspasan lo que es una vida para formar parte de nuestros recuerdos para siempre. Es algo que va más allá de cualquier premio e, incluso, de la propia existencia ya que trascienden por siempre gracias a la pantalla. Es el caso de un Dick Van Dyke que celebra 100 años de vida en vida. Un nombre icónico de la industria del entretenimiento que bien merece del que se hable de él y se le reivindique cuando todavía puede recibir esa gratitud de su público por tantas risas y buenos ratos compartidos. Un rostro muy querido por su vitalidad, ironía y ligereza siendo un torrente de optimismo frente a la adversidad. Se una a una lista de centenarios compuesta por Kirk Douglas, Olivia de Havilland, Bob Hope y Gloria Stuart o las todavía vivas Eva Marie Saint y Lee Grant.
Dick Van Dyke nació el 13 de diciembre de 1925 en West Plains, estado de Misuri, en una familia de carácter religioso cuyos antepasados paternos llegaron a Estados Unidos a bordo del Mayflower. Sus padres fueron Loren Wayne Van Dyke (1898-1976), jugador de béisbol aficionado y músico de jazz reciclado en vendedor, y Hazel Victoria (1896-1992), de soltera McCord, de profesión mecanógrafa. Van Dyke es un apellido holandés, aunque también tiene ascendencia inglesa, irlandesa y escocesa.
En 1931 asistió a la escuela primaria en Danville hasta que la familia se mudó durante dos años a Crawfordsville (Indiana). A su vuelta, fue a la escuela secundaria de Danville, donde participó en el coro a capela y el club de teatro compartiendo instituto con Donald O’Connor y Bobby Short. Van Dyke dejó la escuela secundaria durante su último año para unirse a las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos para el entrenamiento de piloto durante la Segunda Guerra Mundial siendo rechazado en varias ocasiones por su bajo peso. En su tiempo en las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos fue locutor de radio antes de transferirse a los Servicios Especiales y entretener a las tropas como actor.
Terminada la contienda bélica, y tras intentar crear una empresa de publicidad que fue un fiasco, fue locutor de radio en Danville presentando el programa nocturno "La patrulla del bostezo" hasta que el artista de la pantomima Phil Erickson lo convenció de formar un dúo cómico llamado "Eric and Van - The Merry Mutes" con el que recorrería salas y clubes nocturnos.
Durante la década de los cincuenta fue habitual verle en programas televisivos (en 1955 fue fichado por la CBS presentando el programa "Morning show" bajo la dirección del mítico Walter Cronkite) pero, tras estar allí tres años, fue su debut en Broadway con la comedia “The girl against the boys” (1959) cuando se le abrieron todas las puertas del mundo del espectáculo.
El director y coreógrafo Gower Champion le propuso protagonizar el musical “Un beso para Birdie”, deliciosa comedia que fue todo un éxito en la que interpretaba a Albert Peterson, el agente de un ídolo del rock & roll que es reclutado por el ejército, desencadenando el caos entre sus fans y su equipo. Una sátira de la cultura fan de la época que se inspiraba en cuando Elvis Presley fue reclutado por el ejército en 1957.
“Un beso para Birdie” ganó 4 premios Tony en 1961 recayendo uno de ellos en Dick Van Dyke como mejor actor de reparto y que retomaría el papel en la versión de 1963 que fue llevada al cine por George Sidney contando en el reparto con Janet Leigh, Ann-Margret, Bobby Rydell y Maureen Stapleton
Carl Reiner fue el responsable de concebir para la CBS una serie sobre un escritor de comedia para televisión llamado Rob Petrie a cargo de un programa llamado “El show de Alan Brady”. Su intención era asumir el protagonista (se basaba en sus experiencias como guionista que se trasladaba todos los días de New Rochelle a Nueva York) pero la cadena quiso explorar otras opciones y por ello Reiner confió el papel en Dick Van Dyke mientras que Mary Tyler Moore daba vida a su mujer, Laura. La química entre ambos era innegable.
No era el más guapo, ni el más gracioso ni el más carismático pero Dick Van Dyke superó el reto de encabezar y dar título a la serie conectando con una audiencia encantada con su rol de patoso hombre corriente. Reiner daría vida a Alan Brady, la petulante estrella del espacio, siendo todo un éxito que llevó a “El show de Dick Van Dyke” a ganar 15 Emmys a lo largo de sus cinco temporadas emitidas entre 1961 y 1966 siendo tres de ellos para el actor y cuatro para la serie.
En plena cresta de popularidad fue el deshollinador más enérgico, el vendedor de cometas más optimista y también todo un hombre orquesta en "Mary Poppins" (1964), obra maestra de Walt Disney que le valió una nominación al Globo de Oro formando una pareja inolvidable en todo un clásico en el que sufrió las burlas por sus intentos de imitar un acento “cockney” propio de los barrios bajos de Londres. Eso no fue sólo lo que no gustó a la escritora P.L. Travers que terminaría arrepintiéndose de vender los derechos para la adaptación cinematográfica.
Más de uno descubrió posteriormente pasada la infancia (casi como un rito de iniciación cinéfilo) que Dick Van Dyke era también el implacable banquero Mr. Dawes Sr. aunque en los títulos de crédito apareciera referido como Navckid Keyd. Un guiño juguetón para alguien al que siempre recordaremos saltando los tejados de chimenea en chimenea por las alturas de Londres.
También estuvo en “Ella y sus maridos” (1964) de J. Lee Thompson, “El arte de amar” (1965) de Norman Jewison, “El teniente Robinson” (1966) de Byron Paul, “Cuidado con el mayordomo” (1967) de Delbert Mann, “El novio de mi mujer” (1967) de Bud Yorkin o “Ni un momento de respiro” (1968) de Jerry Paris.
En su mayoría eran comedias ligeras para un público amplio pero volvió a encontrar también otro éxito musical y familiar en “Chitty Chitty Bang Bang” (1968) de Ken Hughes. Al igual que en “Mary Poppins” estuvo rodeado de los hermanos Sherman en las canciones y de Marc Breaux y Dee Dee Wood en las coreografías pero en esta ocasión, por expreso deseo suyo, tuvo su propio acento.
En 1968 se dice que Albert R. Broccoli le ofreció a Van Dyke la oportunidad de reemplazar a Sean Connery como James Bond pero, sea mito o realidad, la versión oficial es que Van Dyke rechazó la oferta y le preguntó a Broccoli: "¿Has oído mi acento británico?". Era tiempo para otro tipo de roles y Van Dyke apareció en la dramedia “El cómico” (1969), escrita y dirigida por Carl Reiner.
Van Dyke interpretaba a un comediante autodestructivo de la época del cine mudo que lucha contra el alcoholismo, la depresión y su propio ego descontrolado. Un regalo de Reiner para un Van Dyke que siempre ha expresado su admiración por estrellas del cine mudo como Charles Chaplin, Buster Keaton o Stan Laurel recogiendo el legado de un humor físico y entrañable.
En “The new Dick Van Dyke show” (1971-1974) interpretaba a un presentador de un programa de entrevistas local y, a pesar de que la serie fue desarrollada de nuevo por Carl Reiner, no tuvo el éxito esperado terminando tras tres temporadas. Después vendría “Van Dyke and company” que, a pesar de sólo durar una temporada, le hizo ganar su cuarto Emmy en 1977.
Por su parte, tras varias intervenciones en el show de Carol Burnett, Dick Van Dyke se convirtió en personaje regular en 1977 aunque sólo estuvo en 11 episodios debido a cierto roce entre ambos. Aún así no dejó de ser un bache artístico puntual que no afectó a la relación personal entre ambos quedando como representantes de una época dorada de la televisión a la hora de ser todo un emblema del entretenimiento.
Tras 25 años combatiendo contra el alcohol y tocar fondo tuvo claro que tenía que pedir ayuda y fue en 1972 cuando intentó resolver el problema ingresando en una clínica de desintoxicación. Todo ese drama personal pudo ser explorado en el telefilm “The morning after” (1974) en el que daba vida a un hombre de negocios alcohólico y que le valió una candidatura al Emmy demostrando unas dotes dramáticas que suele confirmar el amplio rango de aquellos especializados en la comedia. Ese mismo año participó en un episodio de “Colombo” como un fotógrafo asesino.
Después vendrían “Más allá del amor” (1979) de Stanley Kramer, el telefilm “The country girl” (1982) o algunos episódicos como los de “Autopista hacia el cielo” (1987), un juez en “Matlock” (1986-1990) o el interés romántico de Beatrice Arthur en un capítulo de “Las chicas de oro” (1989) que le hizo conseguir su novena y última nominación (hasta la fecha) al Emmy. También protagonizó el telefilm “Como caído del cielo” (1987) y fue el corrupto fiscal Fletcher en “Dick Tracy” (1990) de Warren Beatty.
“Diagnóstico asesinato” (1993-2001) se convirtió en todo un éxito que le hizo volver a recobrar la popularidad televisiva dando vida a un doctor que resolvía crímenes junto al que era su hijo tanto en la ficción como en la realidad, un detective de homicidios interpretado por Barry Van Dyke. 178 episodios y varias películas especiales culminaron todo un éxito del procedimental de la época.
Desde entonces Dick Van Dyke no ha hecho más que dar muestras de su vitalidad y ganas de seguir trabajando. Estuvo en episódicos de “Sabrina, cosas de brujas” (2000), “Scrubs” (2003) o “Murder 101” (2006-2008) así como en "Noche en el museo" (2006) y "Noche en el museo: El secreto del faraón" (2014). Todo sin olvidar su simbólica participación en "El regreso de Mary Poppins" (2018) bailando claqué sobre un escritorio pasados ya ampliamente los 90 años.
Además en 2013 se llevó el premio honorífico del Gremio de Actores (SAG). Siempre calificado de buen compañero, poco dado a la confrontación y siendo un tipo en el que, sobre su fachada sonriente, habita en el fondo un solitario introspectivo que reflexiona sobre las grandes cuestiones de la vida. Ello le llevó incluso a alejarse de la religión con la que se crío en la infancia (incluso pensó en ser sacerdote) tras ser consciente de la hipocresía de la institución hacia ciertas cuestiones.
Como entusiasta del canto a capela, Van Dyke ha cantado en el grupo Dick Van Dyke and The Vantastix desde septiembre de 2000. El cuarteto actuó varias veces en Los Ángeles, así como en “Larry King Live”, la primera edición anual de los Premios TV Land, y cantó el himno nacional en tres partidos de Los Angeles Lakers, incluyendo una actuación televisada a nivel nacional en las Finales de la NBA por la NBC.
Un hombre marcado por los récords como el participar con 97 años en el concurso “The Masked Singer” o ganar con 98 años el Daytime Emmy al mejor actor invitado por “Days of our lives” participando en cuatro episodios.
La CBS le brindó un homenaje con el documental “Dick Van Dyke: 98 years of magic” en 2023 y protagonizó el videoclip “All my love” de Coldplay en 2024 estando rodeado de sus hijos y nietos, de los cuales ha manifestado más de una vez el arrepentimiento de no haber pasado más tiempo con ellos debido a los viajes propios de su actividad profesional. En los últimos tiempos también tuvo que sufrir las consecuencias de los incendios de California en 2007 y 2024.
El 12 de febrero de 1948 durante una presentación en el Hotel Chapman Park en Wilshire Boulevard en Los Ángeles, Dick Van Dyke y Margerie Willett (a la que conocía desde la adolescencia) se casaron en directo el programa de radio "Bride and groom". La boda así les salió gratis lo que no era poca cosa ante los problemas económicos que pasaban. Tuvieron cuatro hijos: Christian (1950), Barry (1951), Stacy (1955) y Carrie Beth (1961).
Se divorciaron en 1984 tras una larga separación provocada por el hecho de que desde 1976 Van Dyke mantuviera una relación con Michelle Triola Marvin, actriz y secretaria de su agente, conocedora del mundillo y mujer tan inquieta como testaruda, viviendo juntos un romance hasta la muerte de ésta en 2009 debido a un cáncer de pulmón. Dick Van Dyke estuvo durante una semana en su lecho muerte hablándole y cantándole canciones.
El 29 de febrero de 2012, a los 86 años, Van Dyke se casó con la maquilladora Arlene Silver, 46 años menor que él. Se habían conocido seis años antes en los premios del Gremio de Actores (SAG) y con ella, fiel aliada y cómplice, fuente de memoria y energía motivante, continúa en la actualidad siendo miembros ilustres de la comunidad de Malibú en la que residen y que se ha volcado las dos últimas semanas organizando distintos actos y eventos para rendir tributo a su vecino más celebrado.
Un ejemplo artístico y vital que bien puede seguir la máxima de Charles Chaplin cuando decía que un día sin risa era un día perdido. Esa inquietud y espíritu creativo le ha llevado a escribir seis libros entre los que están sus memorias de 2011, “My lucky life in and out of show business”, y “100 rules for living to 100: An optimist's guide to a happy life” publicado este mismo año. Allí dice que “Lo superficial, la decadencia física, es lo único que comparto con los viejos que interpreté antes”. Y es que su filosofía vital ha sido siempre clara: "La regla número uno: mantenerse en movimiento, física y emocionalmente".
“A los 30, hacía ejercicio para verme bien. A los 50 para estar en forma. A los 70 para no estar postrado en una cama. A los 80 para poder vivir sin asistencia. Ahora lo hago por puro desafío”. Ese es el espíritu de un Dick Van Dyke del que hoy celebramos un siglo de vida en vida y que, siendo consciente de sus achaques como declaró en The Sunday Times, “al igual que mis antiguos personajes, ahora soy un hombre encorvado, que se arrastra y se tambalea”, decide apostar por el lado bueno de la vida. "He llegado hasta aquí porque me he negado obstinadamente a rendirme ante las cosas malas de la vida: los fracasos y las derrotas, las pérdidas personales, la soledad y la amargura, los dolores físicos y emocionales del envejecimiento”.
Nacho Gonzalo



























































