La semana pasada te destacaba en el oscarómetro la película “Milk” de Gus Van Sant. Esta semana mejora posición ante la buena acogida que ha tenido el trailer que se ha dado a conocer esta semana. Por ello, que mejor momento para hablar de esta cinta que se centra en la figura de Harvey Milk, el primer cargo público de la política usamericana abiertamente gay. ¿El lugar y el momento?. El San Francisco de 1978.
Harvey Milk, nacido en 1930, hizo historia en un tiempo de aires de cambio en Usamérica, algo que se parece vivir nuevamente en el país de barras y estrellas ante la proximidad de las tan comentadas elecciones del mes de Noviembre. Milk fue antes de convertirse e político, un conocido activista de la causa homosexual. Un año después de acceder al cargo público, fue asesinado por el ex concejal conservador Dan White de cinco tiros (dos de ellos en la cabeza) durante un mitin en el City Hall de San Francisco. Como si presintiera su sangriento final, Milk pronunció una de esas frases lapidarias que quedan grabadas en la historia: “Si una bala atraviesa mi cerebro, dejad que esa bala destruya las puertas de todos los armarios”.
Gus Van Sant dirige un film valiente y arriesgado que raya en una historia más convencional y cercana al público alejándose de sus últimas películas experimentales como “Gerry”, “Elephant”, “Last days” y “Paranoid Park”. Con “Milk”, el director de Kentucky vuelve a la estela de los Oscar tras la nominación conseguida como mejor director en 1998 por “El indomable Will Hunting”, el mayor éxito de su carrera.
En su nueva película aparece apoyado por un gran reparto encabezado por Sean Penn y completado por Josh Brolin, James Franco, Diego Luna y Emile Hirsch. Penn con sus técnicas “Actor´s studio” promete el punto justo de histrionismo e intensidad en un papel por el que apuntamos que podrá lograr su quinta nominación a los Oscar, habiendo sido obviado el año pasado por su cuarta película como director “Hacia rutas salvajes”.
La película también parece bien colocada en las categorías de mejor película, director actor de reparto para Josh Brolin tras ser olvidado el año pasado por su papel protagonista en “No es país para viejos”, guión original y montaje.
Aquí tienes el trailer que tanto ha gustado y que avanza un título a tener muy en cuenta en la carrera por los Oscar. Se estrena en Usamérica el 5 de Diciembre y en España el 6 de Febrero.
Dicho todo esto, es el momento del oscarómetro. La plantilla en la que veremos semanalmente las variaciones de las posibilidades de los nominados al Oscar que iremos comentando a lo largo de estos meses. Esta es la apuesta de esta conexión realizada con base a sensaciones personales, intuiciones, y primeras críticas.
La semana deja la importante subida de posiciones de “Revolutionary Road”, la cuarta película como director de Sam Mendes que trata sobre el drama de un matrimonio joven y sus dos hijos en la década de los años 20 del pasado siglo. Si ya contábamos con DiCaprio y Winslet como nominados, la película también logra entrar en las categorías de película y director en detrimento de “Frost/Nixon” que parece basar sus esperanzas sólo en la interpretación de sus dos actores.
Por otro lado a destacar la tímida entrada de Mickey Rourke como mejor actor aupado por la crítica y ocupando la plaza que hasta ahora ocupaba el Che de Benicio del Toro. Otra novedad es la entrada de la recuperada Debra Winger por su breve papel de madre en la comedia indie “Rachel getting married” que ha dirigido Jonathan Demme. Una de las actrices más importantes de la década de los 80 y los 90 llevaba bastantes años desaparecida y vuelve a introducirse en la carrera de los premios tras tres fallidas nominaciones a los Oscar.
No es improbable que en el altillo de alguna casa actual quede una caja con algo de otra época. Podría ser un viejo corsé de ballena. No una imitación, sino uno auténtico, hecho con barbas extraídas del paladar de un cetáceo. De esas piezas se fabricaban cientos de miles cada año en el siglo XIX. Una sola ballena podía dar material para más de 300 corsés, además de látigos para cocheros, varillas de paraguas y varas de sombrilla. Aquella industria llenaba los escaparates de Londres y París con un lujo sostenido por uno de los trabajos más duros del planeta. Hoy, en cambio, pagamos fortunas para ver ballenas vivas: un viaje de avistamiento en Baja California, México, puede costar entre 2.000 y 3.500 euros por persona, con alojamiento y guía incluidos. El turismo paga por perseguir lo que antes se mataba. "La sangre helada", la serie dirigida por Andrew Haigh y basada en la novela de Ian McGuire, vuelve a las plataformas para activar esa paradoja.
En Estados Unidos los abogados son una especie aparte. Un gremio con más representantes por metro cuadrado que médicos, curas y psicólogos juntos. Son, de hecho, el segundo grupo profesional más detestado del país, justo detrás de los políticos, y eso dice mucho. Shakespeare ya lo vio venir en "Enrique VI", cuando el carnicero Dick decía: “Lo primero que hay que hacer es matar a todos los abogados”. Era más que una ocurrencia violenta aplaudida por el público: si uno quiere eliminar la corrupción, tiene que empezar por los que la redactan en lenguaje legal y esos son los juristas al servicio de partidos o de dictadores.
* A los 84 años ha fallecido Sally Kirkland, una de esas actrices que hicieron, a su manera, historia en los Oscar y especialmente en lo referente a las campañas que hay detrás para conseguir una candidatura. Como predecesora de lo que más tarde ocurriría con Andrea Riseborough, Kirkland se encargó ella misma de su propia promoción, fuera de los márgenes oficiales, y su empeño se materializó con una candidatura a la mejor actriz por “Anna y Christina” de Agnieszka Holland en 1988. Por ese trabajo ganó, además, el Globo de Oro, el Independent Spirit Award y el premio de la Asociación de los Críticos de Los Ángeles (LAFCA).
Cien años después de su nacimiento, Richard Burton sigue imponiéndose como una figura hecha de contrastes, fascinación y tragedia, un actor de talento descomunal cuya presencia en pantalla convertía cada frase en un acontecimiento y cuya voz (grave, lírica, inimitable) parecía esculpir a sus personajes desde dentro. Alumno aventajado de la tradición shakesperiana, supo llevar esa intensidad al cine con una naturalidad que lo hizo inolvidable, incluso cuando las películas no estaban a su altura. Pero su grandeza interpretativa convivió siempre con la vorágine de una vida expuesta al escrutinio público, marcada por su relación tan tempestuosa como magnética con Elizabeth Taylor, ese matrimonio convertido en espectáculo global que alimentó titulares, escándalos y una mitología irrepetible. Burton encarnó así una paradoja luminosa: el genio que aspiraba a la pureza del arte y el hombre vulnerable atrapado por sus excesos y pasiones, una figura que aún hoy deslumbra por la misma mezcla de intensidad, fragilidad y fuego que lo convirtió en leyenda.