"Sirat"

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La web oficial.

El argumento: Un hombre y su hijo llegan a una rave perdida en medio de las montañas del sur de Marruecos. Buscan a Mar, su hija y hermana, desaparecida hace meses en una de esas fiestas sin amanecer. Reparten su foto una y otra vez rodeados de música electrónica y un tipo de libertad que desconocen. Conocen a un grupo de raveros y deciden seguirlos a una última fiesta que se celebrará en el desierto, donde esperan encontrar a la joven desaparecida.

Conviene ver: “Sirat” es un excepcional viaje sensorial hacia ninguna parte en una rave liberadora que deriva en peregrinaje por el vasto y mortífero desierto de Marruecos conviviendo con dolor y fantasmas, a golpe de sintetizador y con escenas que voltean en lo que es ya toda una proeza de Oliver Laxe. Todo a través de un grupo de personajes, eternos nómadas que con la excusa de vivir ese desenfreno orgiástico de música y baile sin descanso, en realidad huyen de un entorno capitalista que les expulsa y un trauma vital que les hace llevar una mochila a cuestas y de la que no podrán deshacerse incluso aunque rompan con todo.

Es por ello que el inicio es ya una declaración de intenciones cuando se nos presenta a un grupo de raveros (reconvertidos como actores para la ocasión) que, dentro de su aparente hedonismo hippy y marginal entrando en éxtasis ante el chute de música electrónica como válvula de evasión y escape, terminarán definiéndose durante la película haciendo gala de su radicalismo frente a lo establecido pero también de su coherencia con el modo de vida que han elegido. Todo ello tras un prólogo de cuarenta minutos en el que se les presenta y el espectador entra de lleno en esa atmósfera, tras el cual aparece el título del film, convirtiéndose unos y otros, frente a los recelos iniciales, en compañeros, cómplices y paños de lágrimas, tras acelerar con esos furgones huyendo de la policía marroquí en un camino hacia un lugar indeterminado cerca de Mauritania al que el destino les ha llevado a todos ellos. Oliver Laxe nos sumerge en una apasionante y peligrosa travesía en la que llegar a esa fiesta es la excusa, el polvo del desierto es la compañía, los víveres y el combustible el bien más preciado y el LSD la vía para un lugar en el que sus cicatrices interiores ni se hagan visibles ni duelan.

Dos estilos de vida que, inesperadamente, tendrán que ir de la mano defendiendo la solidaridad del grupo frente al individualismo y codicia de la sociedad de hoy en día. Y es que ese es uno de los aspectos enriquecedores de una cinta que tiende puentes con el diferente no sintiéndose avergonzando de pedir ayuda al otro y también estar dispuesto a darla aunque, seguramente, en otro escenario (desde la posición moral y social que da el sistema) unos y otros se hubieran mirado con prejuicio y desdén. Una comunidad que colabora, que resuelve los problemas sobre la marcha (bien sea cruzando un río, salvando a un perro de una sobredosis, o sacando una sonrisa con un muñón haciendo de cantante improvisado) y que no enjuicia ni culpabiliza dejando brotar la honestidad y la humanidad en un mundo que agoniza lo que convierte a esta cinta en un hermoso y valiente alegato político y combativo.

Todo es de todos, desde la comida hasta las decisiones con el viaje como propósito pero sin pensar en las consecuencias que puede tener ello ya que, de lo contrario, uno no tomaría la mayor parte de las decisiones que nos hacen estar vivos y que también pueden promover el mundo en el que creemos frente a un orden mundial que da muestras de agotamiento y que está pidiendo un reseteo. Un trance hipnótico y sensorial con los miedos del presente hacia la amenaza de un abismo lleno de incertidumbres.

La cuarta película de Oliver Laxe es también su trabajo más ambicioso (cuenta con la producción de El Deseo con los hermanos Almodóvar al frente y también con Movistar+) destacando por su mezcla de géneros (entre el drama familiar, el western, la aventura y el thriller) pero dejando patente su sello de autor, espiritualidad y personalidad detrás de la cámara contando nuevamente como aliado con Mauro Herce en la dirección de fotografía partiendo de una estética granulada, atemporal y trascendental y luciéndose en las panorámicas. Un trabajo arriesgado, radical y libre que sin abandonar un existencialismo de autor apuesta por el ritmo y por un ejercicio de altura a todos los niveles.

"Sirat" es una experiencia cautivadora que no sólo luce en lo técnico (montaje, fotografía, música) sino en una narración que mantiene alerta y que no queda exenta de sorpresas con unas decisiones tan arriesgadas como fascinantes llevándonos desde el drama existencial hasta el thriller permitiéndose incluso, sin ser efectista, un giro a mitad película que deja con el estómago encogido y que muestra como los golpes de la vida están esperando en cualquier esquina por mucho que la película se contagie de esa burbuja de aparente irrealidad.

Sergi López está magnífico como ese padre que lleva cinco meses en búsqueda de su hija y que se mueve entre la determinación, la rabia y la desolación reivindicándose, una vez más, como intérprete (siempre algo infravalorado) con este título. Todo ello con la compañía de su hijo, su perra, una furgoneta cada vez más destartalada a prueba de las inclemencias a su paso y el hecho de no saber si hizo lo correcto cuando decidió echarse al desierto cada vez que cae de bruces durante el camino.

Un soplo de aire fresco inmersivo a ritmo de sintetizador y vacío vital con escenas y sonidos entre bajos de technohouse y puntos tribales que se quedan en la memoria aludiendo el título de la película puente estrecho que conecta el mundo terrenal con el más allá lo que define el propósito de Laxe con este cinta de llevarnos a un terreno trascendental para enfrentarnos a nuestras contradicciones terrenales y abrazar algo más puro que dé consuelo y paz defendiendo que si lo que se ve en el horizonte es el fin del mundo al menos que el mismo nos pille bailando y en compañía.

Conviene saber: Las cuatro películas de la filmografía de Oliver Laxe han sido reconocidas en las distintas secciones Cannes consiguiendo en su primera participación en la sección oficial el Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2025.

La crítica le da un OCHO

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