El canal Odisea (dial 60 de Digital +), iniciador de la campaña publicitaria en internet sobre la exposición y patrocinador de la misma, ha preparado para el 14 de Abril (fecha de la efemérides del hundimiento del Titanic) una interesante programación especial que sirve de homenaje a las victimas del Titanic con la emisión de dos documentales “Mitos del Titanic” y “El verdadero Jack Dawson” que podrán verse a partir de las 16:00. Además durante todo este mes puedes disfrutar en la misma web de LoQueYoTeDiga de una creatividad diseñada para la ocasión en la que comprobarás que la realidad supera a la ficción.
Mientras paso a contarte lo que ya se puede vivir en Madrid como es la exposición "Titanic. Objetos reales, historias reales". Un día en una exposición que no tiene desperdicio.
12 años después de chocar el Titanic contra el iceberg cinematográfico más taquillero y casi un siglo de hacerlo en la realidad, la experiencia vuelve a cobrar vida en la exposición que ahora se puede visitar en Madrid en la Calle Goya número 5 bajo el título: “Titanic. Objetos reales, historias reales”. Y es que se ha contado mucho sobre la tragedia, ya mitificada como uno de los hechos más influyentes del siglo XX pero esta exposición nos adentra en lo que no se puede hundir, en la historia real de los tripulantes que en una fatídica primavera de 1912 entraron en el gran transanlántico, muchos para ya no volver.
Si la película de James Cameron se centraba en una historia de amor vivida por dos pasajeros de distinta clase social llamados Jack y Rose con grandes puntos de ficción, la exposición se centra en un buen número de historias que también se merecerían una película.
Es el caso de algunas valientes mujeres que han sido especialmente recordadas el pasado domingo en la exposición al celebrarse el día mundial de la mujer. Mujeres que por orden de prelación dentro del código naval tendrían que haberse salvado todas y llenar todas las embarcaciones, pero algunas de ellas han quedado como heroínas y aunque sus cuerpos pueblen las profundidades del Océano su pequeña gran historia quiere ser recordada.
Especialmente emocionante es la historia de Annie Clemmer Funk que renunció al último lugar libre de un bote salvavidas para cedérselo a una madre cuyos hijos ya estaban en la embarcación. No menos impactante y el que queda perfectamente retratado en la exposición con algunas imágenes es la historia de Rosa Abbott, una madre soltera con dos hijos que renunció a su lugar en el bote salvavidas para seguir con sus hijos. Estos de 16 y 14 años ya no eran considerados niños y por ello no se permitió que pudieran entrar en un bote. Rosa no quiso abandonarlos y sólo un golpe impetuoso de mar les separó. Rosa sufrió una conmoción y fue una de las pocas supervivientes que fueron rescatadas de las mismas aguas. Nunca se volvió a saber nada de sus hijos.
En la exposición pueden verse más de 230 objetos rescatados del fondo del mar por la compañía RMS Titanic Inc que junto a las recreaciones de camarotes y estancias nos convierten en tripulantes del barco y en testigos fieles de una cuidada recreación de la época.
Esa sensación de interactividad se produce desde el primer momento cuando en vez de una entrada recibes un billete como los que se repartían para poder tripular en el Titanic.
Entre los objetos que pueden verse tenemos las vajillas en las que comían los pasajeros (que seguirían siendo un buen regalo de boda), piezas de porcelana o una botella de champán que fue encontrada a 3.800 metros de la superficie y que nunca pudo ser descorchada para brindar al impedirlo la tragedia. También hornos, cacerolas, joyas, pitilleras, un clarinete, partituras, productos cosméticos y accesorios que evidencian que no todos los pasajeros eran gente pudiente. Especialmente demoledor son el reflejo de los habitaculos en los que estaban alojados los pasajeros con menor nivel de renta, siendo ellos los que integran el mayor porcentaje de vidas humanas respecto al total.
El amplio número de objetos ayudan a conformar esa imagen de pequeño universo que era el Titanic. Un mundo propio que parecía indestructible y en el que cientos de historias se entrecruzaron en una noche que ha pasado a la historia. De las 2.228 que copaban el Titanic 1500 perdieron la vida.
Entre pasarela y pasarela vamos visitando las distintas partes de la exposición acompañados de música y sonidos. Eso si, no esperes escuchar a Celine Dion. Aquí todo es más realista y además de poder escuchar la música que sonaba en la cubierta del Titanic a cargo de tres violinistas el día del naufragio podemos llegar al causante de todo esto: el iceberg que, como no podía ser de otra manera, también está presente. El original quedó derretido en su momento sembrando la tragedia siendo uno de los asesinos inanimados más reconocidos de la historia, pero aquí tenemos una réplica que podemos tocar y en la que nuestros dedos se quedan rígidos para después sufrir un escalofrío general al comprender como eran las temperaturas en esa madrugada del 15 de Abril de 1912 en alta mar.
Paso obligado por la cabina en la que podemos sorprendernos de que si el iceberg hubiera sido percibido cinco segundos antes no se hubiera producido tal tragedia. Impactante pero cierto. Para superar las emociones es mejor recordar todo lo que se invirtió en construir el barco con un amplio material de maquetas y hacer como que tomamos algo en el Café Verandah, réplica de la cafetería más lujosa del barco.
El Titanic nunca llegó a su destino pero su recuerdo no ha quedado en alta mar. Además de conformar una gran ramillete de historias, mitos, creencias, rumores e incluso leyendas urbanas, Titanic está atracado en Madrid en la Calle Goya número 5. Una experiencia para los sentidos.
En este video tienes recogidos los mejores momentos de la exposición pero créeme, sal de tu celda, porque no hay nada como ver estas cosas en vivo...
A los 87 años ha fallecido el actor británico Terence Stamp, cuya familia lo despidió recordando “una obra extraordinaria, como actor y escritor, que seguirá inspirando a las personas durante años”. Dueño de una presencia magnética y enigmática, Stamp fue un intérprete de una versatilidad inusual, capaz de transitar desde el fulgor juvenil de la contracultura londinense de los años sesenta hasta los papeles de madurez que consolidaron su prestigio internacional. Su debut cinematográfico en “La fragata infernal” (1962), bajo la dirección de Peter Ustinov, le valió una nominación al Oscar como mejor actor de reparto y lo situó de inmediato entre los jóvenes talentos más prometedores de su generación.
El musical "My fair lady" (1964) es uno de esos ejemplos de excelencia porque, como bien escribió Cecil Beaton en su diario de rodaje, disponible en España gracias a Hatari Books, desde su concepción todos los elementos fueron los adecuados, los mejores, y eso fue una fuente de inspiración para sacar a relucir todo su potencial. Warner Bros. apostó en el momento adecuado por trasladar el exitoso musical de Broadway, basado a su vez en el clásico “Pigmalión” de George Bernard Shaw, a la gran pantalla, bajo la batuta de George Cukor, manteniendo la esencia de un gran espectáculo con repertorio compuesto por Frederick Loewe y Alan Jay Lerner que gozó de la aclamación desde su estreno en 1956 y que ya se estaba convirtiendo en patrimonio de la cultura popular. Consiguió lo que parecía imposible, superar el precedente de los escenarios y posicionarse como uno de los mejores musicales de la historia del cine.
Estamos escuchando The war in my head de Alberto Iglesias, para la banda sonora de "La habitación de al lado", la nueva película de Pedro Almodóvar, flamante ganadora del último León de Oro y una de las películas de la temporada. Hoy en la sección hablaremos de cómo Iglesias es uno de los compositores clave para entender la música del cine español, de cómo consigue una partitura cambiante y emocionalmente compleja, y de cómo Iglesias percibe en cierta forma su música, y la cultura en general.
El pasado año se cumplieron 50 años del estreno de “La matanza de Texas” (1974) de Tobe Hooper, la obra de terror cumbre de asesinos en serie, que matan porque sí, y aunque aquí el maníaco asesino cuenta con una troupe de secuaces, tan hilarantes como macabros, el que acaba cortando el bacalao, a moto sierra por supuesto, es Gunnar Hansen y su cara de cuero, convirtiéndose es uno de los personajes más reconocibles de la historia del cine de terror. Todo un bombazo en el que lógicamente la censura se cebó.