90 años de Michael Caine, joya indiscutible del imperio británico

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Querido primo Teo: 

Si el cine británico que triunfó en la década de los sesenta tuvo un rostro ese fue indudablemente el de Michael Caine que fue uno de los intérpretes que mejor se amoldaron a la modernidad de unos tiempos que buscaban romper con lo anteriormente establecido. Caine era por un lado un señorito de la campiña de refinados modales y misa dominical y un hombre de barrio, metido hasta el fondo en el hampa, y capaz de aniquilar a sus competidores. Poseedor de un estilo único, ninguno de sus imitadores ha sido capaz de captar su esencia, sin Michael Caine, que acaba de cumplir los 90 años, no seríamos capaces de entender la evolución del cine a lo largo de estos últimos sesenta años

Michael Caine es un ejemplo de hombre hecho a sí mismo. Nacido el 14 de marzo de 1933, en el distrito londinense de Rotherhithe, su tesón le llevó a triunfar en el mundo de la actuación porque sabía que era la única manera de salir del barrio y sobre todo tener una vida mejor que la que tuvieron sus padres que eran muy humildes. Antes de dedicarse a la actuación hizo prácticamente de todo. Trabajó lavando platos, como operario en la construcción de carreteras, fue portero en un club de dudosa reputación y fue reclutado para la Guerra de Corea.

Una vez regresado del frente se inició como actor, pero antes fue asistente de producción en un teatro, eso fue lo que le llevó a enamorarse del oficio. A la edad de 22 años decidió cambiarse su nombre real, Maurice Joseph Micklewhite, por el de Michael Scott y fue su agente quien le aconsejó cambiárselo a Michael Caine, como “El motín del Caine”, porque el nombre que había elegido ya estaba pillado. 

Caine fue suplente en escena de Peter O’Toole, hizo callo en el teatro y la televisión y debutó en el cine con “Infierno en Corea” (1956) de Julian Amyes pero dio un golpe en la mesa gracias a “Zulú” (1964) de Cy Endfield en donde daba vida a un oficial británico en la Sudáfrica de 1879. Llegó a ese papel de rebote tras la renuncia de Terence Stamp, que había sido su compañero de piso, y al director del film no le importó el marcado acento de barrio de Caine, es más, le resultaba de lo más estimulante y revolucionario. 

Su fama iba en ascenso y se consolidó gracias al estreno de “Alfie” (1966) de Lewis Gilbert. De nuevo llegó al papel tras rechazarlo Terence Stamp, que salió escaldado tras protagonizar la obra de teatro que no funcionó nada bien. La versión cinematográfica de “Alfie” resultó un gran éxito. Había quedado claro que Caine, con una presencia imponente, y un talento que le llevaba a trascender cualquier papel, había llegado para quedarse. Por “Alfie” recibió su primera candidatura al Oscar y, tal y como aseguró en una entrevista de 2016, ha sido la película favorita de su carrera porque fue la que definitivamente le abrió las puertas de Hollywood. 

Aunque no ganó el Oscar era mucho más que el actor británico de moda y ya era la primera opción de los proyectos de envergadura. Así llegaron “Un trabajo en Italia” (1969), “Asesino implacable” (1971) y las películas en las que encarnó al espía Harry Palmer, entre ellas “El cerebro de un billón de dólares” (1967). Cuando llegó al rodaje de “La huella” (1972) de Joseph L. Mankiewicz y se enfrentó a Laurence Olivier, considerado el actor más prestigioso del imperio británico, Michael Caine demostró que jugaba en la misma liga, logrando una nueva candidatura al Oscar. 

Caine era sinónimo de prestigio, eso se pudo comprobar en “California suite” (1978) de Herbert Ross y, sobre todo, en “El hombre que pudo reinar” (1975) de John Huston junto a otro de los valores emergentes del cine británico, Sean Connery. También es verdad que a partir de la década de los 70 comenzamos ver al Michael Caine viverrentas que se apuntaba a un bombardeo que le permitiera pagar las facturas. Ya era consciente de que su nombre estaba por encima de sus propias películas y que a su agente siempre le iban a llegar proyectos acordes a su estatus privilegiado.

Se convirtió en amigo de Alfred Hitchcock pero rechazó dar vida al estrangulador de “Frenesí” (1972). Sí que aceptó protagonizar “Vestida para matar” (1980) en donde Brian De Palma jugaba con las influencias recibidas del maestro del suspense, fue también una manera de quitarse la espinita de interpretar a un asesino de mujeres aunque lo que más le pesó fue que Hitchcock fingiera no conocerle a raíz de que le dijera que no. 

En 1987 ganó finalmente el Oscar al mejor actor de reparto por “Hannah y sus hermanas” (1986) de Woody Allen, previamente fue candidato por “Educando a Rita” (1983). Caine se encuentra entre los actores que han renegado de trabajar con Woody Allen, por una sencilla razón, él es amigo de Mia Farrow desde la década de los 60, desde la época en la que Farrow era la “suegra” de Caine porque él salía con Nancy Sinatra. Fue Michael Caine quien presentó a Mia Farrow a Woody Allen durante una cena y la Farrow es lo único que ha logrado perdonar de su historia con Allen. 

Su primer Oscar no lo recogió. En el año 2000 volvió a ser congraciado por la Academia por su interpretación de médico y mentor de un orfanato en “Las normas de la casa de la sidra” (1999) y ofreció el que probablemente sea uno de los mejores discursos de la historia de los Oscar, una demostración de caballerosidad y humildad en la que no era tan importante destacarse como uno de los iconos que habían marcado al cine de las últimas décadas sino considerarse afortunado por estar en la misma categoría que Tom Cruise (“Magnolia”), Jude Law (“El talento de Mr. Ripley), Michael Clarke Duncan (“La milla verde”) y Haley Joel Osment (“El sexto sentido”). 

Su última candidatura al Oscar la consiguió en 2003 por “El americano impasible” (2002). A lo largo de seis décadas de carrera Michael Caine ha hecho de todo. Se lo ha pasado bien en “Lío en Río” (1984) y “Un par de seductores” (1988), se ha reído de sí mismo interpretando al padre de Austin Powers en la película de 2002, volvió a “La huella” (2007) para interpretar el papel que hizo Laurence Olivier, dándole el relevo a Jude Law, y se convirtió en el talismán de Christopher Nolan que ha recurrido a él incluso para que aportara su voz a “Dunkerque” (2017).

Su último trabajo lo hizo en la película “Best sellers” (2021) de Lina Roessier y tuvo que salir al paso para aclarar que no tenía la intención de retirarse aunque sí que se lamentaba de que no se escriben buenos papeles para los intérpretes de su edad. 

Según él su mayor talento ha sido ser un superviviente y es cierto que no solamente consiguió el ascenso social a base de mucho esfuerzo, en el 2000 fue nombrado caballero por la Corte Real, sino que ha logrado estar por encima de las modas y los dictados del mercado. Michael Caine jamás pasará de moda.

Mary Carmen Rodríguez 

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