"A la deriva"
La web oficial.
El argumento: En la China de principios de los años 2000, Qiao Qiao y Guao Bin comparten un amor apasionado pero frágil. Cuando Guao Bin desaparece para probar suerte en otra provincia, Qiao Qiao decide ir en su busca.
Conviene ver: En “A la deriva” el director Jia Zhang-ke vuelve a explorar una historia de amor mientras habla de la evolución de China a lo largo de las décadas a través de sus numerosos cambios socioecómicos. Es lo que ocurre en la China de principios de los años 2000 en una historia de amor, búsqueda y precariedad cuando Guao Bin desaparece para probar suerte en otra provincia y Qiao Qiao decide ir detrás de sus pasos.
El cine del director sigue siendo sensible y atmosférico en el que las historias calan más que se desarrollan. Un trabajo experimental que el director ha rodado durante dos décadas y con los mismos actores interpretando a dos trabajadores. Él se marcha a una ciudad más rica a trabajar y ella irá en su búsqueda sabiendo combinar formatos, texturas y sonidos y recopilando imágenes a lo largo de un tiempo en el que la industrialización ha terminado con el sistema de vida rural con minas y fábricas en extinción, las mafias han encontrado negocios tapadera en los que sacar partido, el imperialismo tecnológico procedente de Estados Unidos ha acentuado la despersonalización de la cultura china y los medios de transporte también han sido testigos del paso del tiempo.
En el cine de Jia Zhang-ke la música sigue siendo protagonista, en su mayoría de manera diegética, como elemento de expresión y también de emoción entre mujeres que cantan en una fábrica, jóvenes que intentan viralizarse con sus vídeos en redes sociales, espectáculos que intentan ser un escaparate frente al mundo como los Juegos Olímpicos de 2008 o momentos de incertidumbre y parón global como todo lo provocado por el coronavirus (COVID-19). En todo caso, la melancolía sigue invadiendo y mostrando esos cambios socioeconómicos de un mundo deshumanizado desde un país que va perdiendo su bastión cultural en un viaje individual y colectivo hacia ninguna parte.
Un cine tan melancólico y sensible de los que tocan el alma más que permanecen en la memoria con una cámara que se erige como ilustradora de unos cambios de los que incluso no somos todavía conscientes ante el frenesí tan vertiginoso del día a día en el que la tecnología nos ha robado parte de nuestra esencia y en la que sólo queda la capacidad de aceptación, resignación y poder seguir adelante en una historia de amor con mucho de añoranza y que en realidad es sólo una excusa para que el director sea un pulcro cronista de su tiempo. Exquisito y evocador, original y lírico, arrebatador y evocador, pero perdiéndose en su cadencia poética a la hora de apostar por la contundencia y que hace que por momentos se haga cuesta arriba a la hora de concretar e ir narrativamente más allá de la fascinación que provoca en forma.
Conviene saber: A competición en el Festival de Cannes 2024 y vista en el Festival de Toronto 2024 y en el Festival de Nueva York 2024.
La crítica le da un SEIS