Cannes 2025: La justicia reparadora de Jafar Panahi y la aburrida propuesta de sororidad de Mario Martone

Cannes 2025: La justicia reparadora de Jafar Panahi y la aburrida propuesta de sororidad de Mario Martone

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Querido Teo:

Día discreto el de la octava jornada del Festival de Cannes pero con Jafar Panahi intentando hacerse con la triple corona festivalera tras sus triunfos con “El círculo” en el Festival de Venecia 2000 y con “Taxi Teherán” en el Festival de Berlín 2015 habiéndose llevado una de las ovaciones de esta edición por todo lo que su presencia tiene de relevancia y de compromiso en una cinta que no escatima en bañar de denuncia y mordacidad un ajuste de cuentas con el régimen de su país sirviéndose de su cámara para exorcizar miedos y liberar traumas. Además se ha visto también “Fuori”, la única representante del cine italiano este año a competición.

“Un simple accidente” (Jafar Panahi) // Sección Oficial

“Un simple accidente” es la segunda participación en sección oficial de Jafar Panahi (con “Tres caras” se llevó el premio al mejor guión en 2008) pero es su regreso físico al certamen tras ganar el premio del Jurado de la sección Una cierta mirada con “Sangre y oro” (2003) y cerrándose un círculo de tres décadas desde que ganó la Cámara de Oro con su ópera prima, “El globo blanco” (1995). Tras un sufrido periplo de persecuciones, arrestos domiciliarios, estancias en prisión y rodando en clandestinidad debido a la denuncia de la censura y la corrupción del régimen iraní reflejada en su cine, Jafar Panahi es uno de los nombres destacados de esta edición por todo lo que supone su presencia como hombre libre pero dispuesto a espolear y combatir con su cámara.

Lo que comienza como un accidente sin importancia desencadena una serie de consecuencias cada vez mayores cuando un grupo de cinco disidentes; un mecánico, una pareja de novios, una fotógrafa de bodas y un médico, marcados por la rabia y el dolor, secuestran al que creen que fue su antiguo torturador.

En “Un simple accidente” Jafar Panahi ofrece un thriller efectivo y enérgico, de narración simple y estructura clásica pero compleja moralidad, que no necesita de una especial contundencia para ser una valiosa parábola sobre la justicia reparadora cuando se busca reparar el daño cometido por un gobierno abusivo y las consecuencias de éste a lo largo del tiempo. Un film más interesante por su intrahistoria con un Panahi que, tras vivirlo en carne propia, sabe manejar la tensión desde una furgoneta como azote al régimen de su país con unos disidentes al volver a toparse con su torturador y que baña de lucidez y de costumbrismo así como de intriga ya sólo con el sonido de una pierna articulada.

Jafar Panahi aborda a partir de esta historia la realidad de un país que intenta convivir a pesar de lo que supone que compartan espacio aquellos que fueron y son víctimas con los hacedores de ese régimen bien por acción o por omisión y que encierra también a gente que, a su manera, también fueron presos de la telaraña obligándose a seguir los mandatos desde arriba aunque fuera sin convicción. Panahi ha defendido siempre la libertad individual frente a la censura y control impuesto que le permite expresarse a través de su cámara a pesar de que sus películas estuvieran prohibidas y eso le ha impedido rodar frente a las limitaciones bien fuera sin salir de su casa (“Esto no es una película”), a bordo de un taxi (“Taxi Teherán”) o en un pueblo perdido en la frontera de su país (“Los osos no existen”).

Un thriller moral enérgico y libre con el que el director iraní, encontrando la fuerza en su compromiso y su economía de medios, se rebela como guía de aquellos silenciados por las autoridades de su país que se debaten entre impartir su sentido de justicia o pasar página. Una reflexión introspectiva pero que resuena fuerte e intensa ganando en oscuridad con una tensión que corta el ambiente con un cuchillo, apostando por tomas panorámicas y largas, que confluyen en ese incremento de complejidad y de desesperación durante la jornada en la que se desarrolla abrazando el tenso contexto social y político pero también lo cotidiano de las relaciones humanas buscando que un país amordazado no caiga en el odio más furibundo y extremo.

Tras años de reclusión y encarcelamiento el director ha recibido una de las ovaciones de este Cannes y su película, por lo que encierra extracinematográficamente pero también por sus propios méritos, ya suena para estar bien posicionada en el palmarés ofreciendo una llamada a la acción (muy ilustrativa una última escena que acongoja y deja volar la interpretación del espectador) pero también dando espacio a la esperanza y la humanidad con un tono furibundo de ira pero también de comedia negra, sabiendo magistralmente extraer pizcas de humor frente a la tragedia, por lo que el trago de amargura se hace más digestivo para uno de esos títulos que, sin necesidad de mucho, cuentan tanto y que se convertirá en uno de los más accesibles y exportables del director sirviendo como alegato pertinente frente a los tiempos que corren.

“Fuori” (Mario Martone) // Sección Oficial

Roma, 1980. Después de que su obra magna, en la que ha estado trabajando durante una década, sea rechazada por el mundo editorial italiano, la escritora Goliarda Sapienza acaba en la cárcel por robar joyas, pero el encuentro con unas jóvenes reclusas resulta ser una experiencia que cambiará su vida y en la que se producirá todo un choque de personalidad, generación y clase con el que desde la diferencia se enriquecerá la vida e identidad de esta serie de mujeres.

Mario Martone presenta su tercera participación en la sección oficial del Festival de Cannes. Compitió con "L'amore molesto" (1995) y "Nostalgia" (2022) y ahora se centra en la figura de una escritora que alcanzó la gloria una vez fallecida cuando fue publicada su obra “L’arte della gioia” después de una vida azarosa de incomprensión y altibajos.

Un personaje complejo que nunca llega a interesar ni a estar bien desarrollado en ninguna de sus dos tramas temporales, al igual que el resto de los que le rodean, a pesar de la fascinación que se nota que despierta en el director a la hora de reivindicar a Goliarda Sapienza para un nuevo público.

“Fuori" no deja de ser más que una de sobremesa que deja mal a la cuota italiana este año. No sabe lo que cuenta y no transmite ni emoción ni complicidad en esa alianza por una estructura confusa y caprichosa que la hace enrevesada y una puesta en escena funcional que deja un conjunto lánguido e inerte que genera una sensación de tedio y desinterés. Todo ello a pesar del trabajo de Valeria Golino y Matilda de Angelis en sus momentos de conexión y sororidad por una sensual Italia funcionando mejor por separado que en conjunto ya que el ambiguo vínculo entre ambas no termina de fluir.

Una de esas películas que se quedan en la parte baja de la clasificación de este Cannes y que dice poco de ella si decimos que lo mejor termina siendo los créditos finales. De todo tiene que haber pero se da espacio a un veterano con una apuesta pobre que queda en pañales frente al hecho de que hace dos años sacaran pecho en la competición tres títulos destacables de Marco Bellocchio, Nanni Moretti y Alice Rohrwacher. 

Otras películas

* En Una cierta mirada ha sido el día de Scarlett Johansson que ha presentado “Eleanor the great”, ópera prima de Scarlett Johansson sobre una mujer de 90 años superviviente del Holocausto que ha vivido en Florida durante décadas y que intentará reconstruir su vida después del fallecimiento de su amiga, lo que la llevará de vuelta a Nueva York. Una película amable pero fallida que no logra encontrar el tono pasándose de funcional y acartonada tanto en sus diálogos, desarrollo y puesta en escena.

El tierno trabajo de June Squibb surcando un terreno emocional entre el dolor y la esperanza a partir del duelo y una mentira piadosa es el que salva los muebles de una cinta demasiado insustancial y menor pero que es capaz primero de divertir y después de emocionar casi sin que el espectador sea consciente de ello.

* Fuera de concurso se ha visto "Vie privée" de Rebecca Zlotowski con la reputada psiquiatra Lilian Steiner emprendiendo una investigación privada sobre la muerte de uno de sus pacientes, del que está convencida que ha sido asesinado. Una historia desigual y plana pero que es capaz de hacer pasar un rato entretenido gracias al carisma de una Jodie Foster muy cómoda con el personaje, entre lo extraño y determinado con lo inocente y magnético, desenvolviéndose de manera admirable tanto con el inglés como con el francés.

Una comedia de intriga solvente y juguetona como intrascendente y banal que ya ha encontrado referencias con “Misterioso asesinato en Manhattan” (1993) y “Elle” (2016). Además de una pletórica Jodie Foster encontramos a nombres destacados de la cinematografía gala como Daniel Auteuil, Mathieu Amalric, Virginie Efira o Vincent Lacoste así como un cameo de Frederick Wiseman con el que la directora ya contó en "Los hijos de otros" (2022).

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Nacho Gonzalo

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