Cannes 2025: Mascha Schilinski y Sergei Loznitsa contrarrestan a base de buen cine de autor la presencia de Tom Cruise

Cannes 2025: Mascha Schilinski y Sergei Loznitsa contrarrestan a base de buen cine de autor la presencia de Tom Cruise

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Querido Teo:

La segunda jornada del Festival de Cannes ha tenido una presencia incontestable como la de un Tom Cruise que cierra por todo lo alto la saga de “Misión imposible” tras ocho películas y casi tres décadas de recorrido. Un Tom Cruise exultante pero que no ha querido compartir esa sensación con los demás al no haber habido rueda de prensa. “Misión imposible: Sentencia final” se lleva los focos para la prensa generalista pero lo importante de verdad es que se han presentado las dos primeras películas a competición. Un drama rural y generacional de mujeres en “Sound of falling” de Mascha Schilinski y la sobria y teatral pero impactante “Two prosecutors” de Sergei Loznitsa. Cine de autor en estado álgido en dos apuestas sólidas pero también desoladoras.

“Sound of falling” (Mascha Schlinski) // Sección Oficial

La directora alemana Mascha Schilinski podría dar la sorpresa en este Cannes después de las buenas sensaciones que generó su ópera prima, “Dark blue girl” (2017), y que desde el mercado del Festival de Berlín se haya hablado muy bien de “Sound of falling” lo que hizo que Cannes la adoptara para su selección, siendo un drama sobre cuatro mujeres jóvenes en cuatro décadas diferentes a lo largo de un siglo compartiendo el hecho de crecer en una misma granja rural al norte de Alemania y que parecen estar conectadas entre sí por el reflejo de sus mismos sentimientos y el destino de unas existencias que tienen como testigo las mismas paredes en las que todas ellas han crecido.

“Sound of falling” va alternando la infancia y/o adolescencia de Alma, Erika, Angelika y Lenka. Todo rodado de una forma exquisita jugando con el plano secuencia en más de una ocasión, así como la amplitud de espacios y la simbología de esos personajes interactuando con sus familiares y con el entorno que les rodea. Temas como el machismo patriarcal, el deseo femenino, la insatisfacción vital o la sombra de la muerte se dan cita en un trabajo del que se hablará mucho los próximos meses pero que dejará a muchos fuera por su plasmación abstracta de la condición humana por sus distintos cambios de narrador con el dolor como hilo conductor y con una atmósfera opresiva que coarta la libertad y la verdadera felicidad.

Un trabajo de dos horas y media de metraje que ofrece una historia críptica, densa y exigente entre la fábula y el fatalismo con Haneke, Bergman y Dreyer sobrevolando los distintos segmentos y contando a favor con su calado sensorial en el que las puertas entreabiertas, las miradas furtivas, el sonido del viento, la caída de la lluvia o la estacionalidad del cultivo generan una enorme sensación de desasosiego que no se extingue bien sea en el ámbito de una pequeña comunidad en los prolegómenos de la I Guerra Mundial o en la época reciente incluso a la hora de elegir el sabor de una paleta de helado.

La primera historia se centra en una familia de agricultores desde la visión de Alma, una niña en un entorno espectral en el que la hambruna, las penurias, los traumas, la vejez y la llegada de la I Guerra Mundial hacen que la muerte esté muy presente siendo vista no de manera festiva pero sí de una manera ritual y ancestral como algo inherente, inevitable y continuo a la hora de ser abordado. La segunda historia, planteada unas décadas después, nos lleva a Erika, adolescente que tiene una turbadora relación con su tío, el cual tiene una pierna apuntada, y cuya conexión con la primera historia es que éste es el hermana de Alma. Uno de tantos jóvenes que fueron mutilados por los suyos con el fin de no acudir a la guerra haciendo pasar el incidente como un “accidente de trabajo”.

Quizá la más turbadora y ambigua historia es la que nos lleva a Angelika, sobrina de Erika, la cual vive su adolescencia en la década de los 80 siendo consciente de la atracción que provoca en los hombres (especialmente su tío y su primo). Una época de aperturismo a todos los niveles y de cambio de roles para las mujeres; tanto en la forma de vestir como de comportarse y de relacionarse con los demás, aunque (en verdad) la mirada lasciva de hombres raídos por la obsesión, la violencia (sea explícita o implícita) y el sentimiento de pertenencia no haya quedado atrás.

La cuarta historia, centrada en Lenka, nos lleva a la actualidad y actúa como un epílogo salteado a partir de la familia que está reformando la granja que sirve de escenario para todas las historias. Las cuatro mujeres que conocemos en la cinta tienen además un vínculo singular como es el hecho de que su presencia, algunas más por convicción y otras más como simbología, se sustenta en lo conceptual y juega entre lo terrenal y lo místico dotando a la cinta de un meritorio tono de cuento apesadumbrado en el que las mismas, a través de su mirada (algunas veces a cámara y otras plasmadas en fotografías), y una pena interior acuciada por una incomprensión perenne, más que desarrolladoras de una historia son testigos de una época y una forma de vida que evidencian que el tiempo pasa pero los instintos, los miedos, las preocupaciones, el vacío existencial y los sentimientos, de una u otra forma, permanecen y siguen siendo los mismos tanto en manifestación en el presente como en el peso de un pasado difícil de olvidar.

La forma maravilla por su virtuosismo para un título ambicioso e impresionista con una puesta en escena magistral con gran riqueza de ideas visuales, un sonido envolvente y un juego de luces con tonos ocres entre lo liberador del exterior y lo fantasmagórico entre esas cuatro paredes; pero el fondo interesa a ratos ya que de las cuatro historias sólo dos llegan a interesar (la de Alma y la de Angelika) y, por otro lado, da la impresión de que la propia directora se ha regodeado y gustado tanto detrás de la cámara que ha terminado descuidando la narrativa de una película que se sabe desconcertante y que, si bien tiene grandes logros, presenta sus evidentes baches y la sensación de que es una película con hechuras para ser un cine que impacte y remueva de manera incontestable aunque, en este caso, se vaya fraguando e intuyendo pero, víctima de sus imposturas, no termine de rematarlo.

No obstante nada le impide salir relanzada de esta edición con una presencia bastante posible en el palmarés lo que le convertirá en uno de esos títulos de largo recorrido aupado por el nicho más de autor aunque su aspereza inherente y su incomodidad manifiesta vaya a favorecer la división de opiniones entre los embriagados entusiastas y los desertores de la propuesta.

“Two prosecutors” (Sergei Loznitsa) // Sección Oficial

"Two prosecutors" es la cuarta participación de Sergei Loznitsa en la sección oficial del Festival de Cannes. Compitió con "Schaste moe" (2010), "En la niebla" (2012) y "A gentle creature" (2017). Un cine denso que hasta ahora no ha encontrado hueco en el palmarés.

Unión Soviética, 1937. Miles de cartas de detenidos acusados ​​falsamente por el régimen son quemadas en una celda. Contra todo pronóstico, una de ellas llega a su destino: el escritorio del recién nombrado fiscal local, Alexander Kornev. El joven Kornev, con la determinación, ilusión e ingenuidad del que da sus primeros pasos en el mundo de los adultos, hace todo lo posible por encontrar al prisionero, víctima de agentes corruptos de la policía secreta, la NKVD. Bolchevique íntegro y dedicado, el joven fiscal sospecha de algo ilícito. Su búsqueda de justicia lo llevará hasta la Fiscalía General de Moscú.

A pesar de su sobriedad lánguida entre largas conversaciones y un aire teatral que casa con la frialdad de la puesta en escena, "Two prosecutors" impacta y remueve por el tono que adopta y la fuerza de sus interpretaciones en un viraje entre la burocracia kafkiana y la crueldad totalitarista a través de un joven procurador que intenta defender a un bolchevique, preso político del régimen de Stalin en un régimen de máxima seguridad siendo mantenido en condiciones lamentables.

Convence en términos generales con un desenlace tan esperado como bien resuelto, con el fin de dejar huella, y sabiendo generar una sensación continua de inquietud y tensión (incluso en chistes stalinistas entre funcionarios o cuando el protagonista está departiendo y bebiendo amigablemente con unos ingenieros en un vagón de tren) salpicada de cierto humor negro sobre la vileza de los que comandan un régimen y los que lo sustentan para que éste pueda seguir perdurando. Peones del tablero como ejecutores y víctimas aquellos que intentan desafiar unas redes amparadas por la impunidad, la indecencia y el mirar a otro lado.

Un trabajo valiente que aunque mire al pasado no hace más que resonar en el presente por la frustración que muestra el intentar desmantelar los absolutistas mecanismos de poder a pesar de que se enarbole la dignidad y la justicia con un idealismo inquebrantable.

Su concreción y su desarrollo, más conversacional que narrativo, le resta poso e impacto aunque Loznitsa resuelva la propuesta de manera notable e inteligente cuidando cada detalle y dejando que la pretendida cadencia adoptada no reste peso a este drama histórico consistente y abordado con madurez sobre las tiranías del sistema que impone su ley a cualquier precio.

Otras películas

* "L'intérêt d'Adam" de Laura Wandel ha abierto la Semana de la Crítica después de que la directora presentara en la sección Una cierta mirada hace cuatro años la cinta "Un pequeño mundo" (2021). Anamaria Vartolomei y Léa Drucker son una madre separada de su hijo por los servicios sociales y una enfermera que le ayuda a poder ver a su hijo durante una tensa jornada en un hospital. Un drama intenso y asfixiante que ha sido comparado con el cine de los hermanos Dardenne. 

* "Enzo" ha sido la apertura de Quincena de Cineastas. El proyecto inacabado de Laurent Cantet que retomó su amigo y colaborador Robin Campillo. El despertar iniciático de un joven de 16 años es aprendiz de albañil en La Ciotat que se queda fascinado con la llegada a la obra de un ucraniano potenciando su sentimiento de confusión y aislamiento debido al sentimiento de protección, privilegios, expectativas y roles depositados en él. Recepción desigual para una cinta que parecía prometer más sobre el papel y que no termina de rematar la historia aunque sí que se haya destacado los trabajos de Eloy Pohu y Maksym Slivinskyi secundados por Pierfrancesco Favino y Élodie Bouchez como los padres de Enzo.

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Nacho Gonzalo

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