Cine en serie: "Amanda Knox: Una historia retorcida", una ciudad que no olvida

Cine en serie: "Amanda Knox: Una historia retorcida", una ciudad que no olvida

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Querido Teo:

Perugia, con sus murallas medievales y sus calles empedradas, cuando las cámaras de una serie internacional volvieron a instalarse en sus plazas, se convirtió de pronto en el escenario de un duelo entre la memoria y la ficción. "La ciudad entera pareció contener la respiración", escribiría un cronista local . No era un rodaje cualquiera: evocaba un crimen que aún retumba en la memoria colectiva. Vecinos colgaron pancartas desde los balcones reclamando “Respeto para Meredith”. El alcalde tuvo que pedir perdón en público: reconoció que no había calibrado el dolor todavía vivo en la comunidad.

En Italia, la reacción ante "Amanda Knox: Una historia retorcida" ha sido un espejo deformado de la sociedad. Hay quienes agradecen que, por fin, se muestre con crudeza la presión de los interrogatorios interminables, las confesiones arrancadas bajo cansancio y la soledad de una joven extranjera perdida entre idiomas y prejuicios. La actriz protagonista, Grace Van Patten, consigue transmitir esa fragilidad y, a la vez, la obstinación de alguien que no sabe en qué momento pasó de ser testigo a sospechosa. Para esos espectadores, la serie funciona como una lección sobre cómo los prejuicios y la prisa de la prensa y de la justicia pueden arruinar una vida.

Sin embargo, los reproches han sido duros. Periódicos nacionales acusaron a la puesta en escena por caer a menudo en el exceso: símbolos religiosos exagerados, visiones casi místicas y un dramatismo que resta credibilidad al relato. Se ha dicho que más que una reconstrucción parece una telenovela disfrazada de drama judicial. El recuerdo de Meredith Kercher, la víctima, queda relegado a un segundo plano, y no son pocos los que critican que Amanda Knox sigue haciendo de su historia un capital mediático, transformando su tragedia en documentales, libros y ahora en esta ficción televisiva.

El sistema judicial italiano tampoco ha salido indemne de esta representación. La serie señala sus contradicciones: juicios que parecen eternos, apelaciones que se suceden como capítulos de otra ficción, pruebas discutidas y fallos en cadena. Es uno de los aspectos más comentados por los espectadores italianos, muchos de los cuales se reconocen en la lentitud de un sistema que, a menudo, confunde a los propios ciudadanos. La serie acierta al poner sobre la mesa cómo los prejuicios mediáticos pueden colarse en un tribunal y cómo un juicio paralelo puede eclipsar a la justicia real.

También fuera de las pantallas, la producción se vio envuelta en polémica. El rodaje en Perugia, coproducido por Amanda Knox y Monica Lewinsky, estuvo sometido a controles municipales para vigilar cada escena y proteger la imagen de la ciudad. Sin embargo, las cicatrices eran demasiado profundas. Muchos habitantes protestaron por ver de nuevo recreado en sus calles un episodio que preferían mantener en silencio. Los actores, entre ellos Van Patten, tuvieron que interpretar bajo esa presión, conscientes de que la ficción se cruzaba con la vida diaria de quienes aún recuerdan la conmoción de aquellos días.

El telón de fondo de este debate es una ciudad universitaria que late con fuerza propia. Perugia no es sólo recuerdos dolorosos: cada año entre 1.500 y 2.500 estudiantes extranjeros llegan a sus aulas. La Universidad de Perugia y la Universidad para Extranjeros, creada expresamente para enseñar el idioma y la cultura italiana, convierten a la ciudad en un mosaico de lenguas y acentos. Esa juventud internacional, que llena los bares, los pisos de alquiler y las plazas, aporta vitalidad y también una contribución económica considerable. El gasto de alojamiento, transporte y ocio de estos estudiantes inyecta millones de euros a la economía local, reforzando la idea de que Perugia vive en un constante cruce entre tradición y modernidad.

Hoy Amanda Knox, ya instalada en Estados Unidos, escribe libros y participa en conferencias. Ha explicado que su objetivo no es revivir la pesadilla, sino advertir sobre los fallos del sistema: “Tengo una historia que contar porque tengo una misión, y mi misión es ayudar a las personas a entender realmente lo que ocurre cuando la justicia falla”. Monica Lewinsky, que conoce bien lo que significa ser reducida a un titular mundial, lo resumió con claridad: “Tenía alergia a casos como este”, confesó, para después admitir que decidió implicarse porque vio en esta historia una oportunidad de dar voz a alguien que, como ella, fue deshumanizada por los medios.

El resultado es un retrato que incomoda, atrae y divide. Una serie que vuelve a encender viejas brasas y que, al mismo tiempo, recuerda que Perugia es mucho más que un crimen convertido en espectáculo: es una ciudad que protege su memoria mientras sigue siendo joven, cosmopolita y profundamente humana. Esa contradicción, entre duelo y vitalidad, hace que la historia de Amanda Knox, revisitada una vez más, siga provocando interés, debate y emociones encontradas.

Sigo sin entender muy bien la práctica de doblar el inglés al español y dejar el resto en original con subtítulos. Si se acepta el doblaje en aras de aumentar espectadores que prefieren entenderlo sin leer, o que simplemente no tienen agudeza visual suficiente para hacerlo, se dobla por completo porque los espectadores entienden lo que es, o se ofrece la versión original. O ambas versiones. ¿Será cuestión de ahorro de las distribuidoras?

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"Amanda Knox: Una historia retorcida" puede verse en España en Disney+

Carlos López-Tapia

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