Cine en serie: "Estrella (Étoile)", o una parodia insospechada sobre el mundo de la danza

Querido Teo:

Los que hemos disfrutado con la serie "The marvelous Mrs. Maisel" no dudábamos de que la siguiente serie del equipo que la creó valdría la pena y así ha sido. "Estrella (Étoile)" es una exhibición de talento de actores y productores para parodiar un mundo repleto de talento y egos desmesurados, divertidos, a menudo imposibles.

Que una estrella del ballet hable directamente con el paquete genital del director de la ópera del Lincoln Center de Nueva York, o que otra huya de un recibimiento porque han hecho una tarta con su cara, o que un multimillonario fabricante de armas pretenda abrir una heladería en el Louvre, son sólo algunos detalles de la elevación de excentricidades y caprichos unidos al mundo de la danza desde que ésta existe. No esperéis largas secuencias de escenario ni momentos apoteósicos, sino ejemplos de carácter desbordantes, impropios de lo que nos suelen ofrecer las series y películas alrededor de la danza.

Aquí no queda títere con cabeza, desde el coreógrafo decididamente absurdo hasta la protectora millonaria americana que, perdidos brazos y piernas, pedía que la subieran al alféizar de su ventana para ver entrar al público en el teatro que lleva su apellido. Encajar estas locuras en un guion coherente es un trabajo del que se disfruta en cada capítulo.

La inspiración está en muchos ejemplos históricos documentados como memorias de funcionarios del Ministerio de Cultura soviético que recuerdan que, durante sus giras internacionales en los años 60 y 70, la estrella del Bolshói Maya Plisétskaya, adorada tanto por su talento como por su temperamento, durante la Guerra Fría, y bajo la atenta mirada del KGB, lograba imponer condiciones extraordinarias.

Sólo aceptaba viajar si podía llevar un cojín bordado con hilo de oro, una lámpara de lectura específica y un pequeño busto de Pushkin. Cuando viajó a Japón en 1972, exigió que el hotel donde se alojaba retirara todas las flores con fragancia intensa, ya que afirmaba que afectaban su capacidad de concentración. No se le podían asignar camerinos contiguos a otros artistas masculinos, algo inusual en el entorno del ballet soviético.

Rudolf Nuréyev, conocido por su intensidad y su rebeldía, revolucionó el ballet masculino en Occidente y, durante una representación de "Don Quijote" en Rusia, se negó a usar los calzoncillos reglamentarios, teniendo a espectadores y autoridades esperándole casi una hora .

Dentro del terreno de lo legendario, está la historia de Anna Pávlova, quien supuestamente viajaba con su propio cisne en sus giras internacionales. Aunque se sabe que tenía una gran fascinación por los cisnes, y que su interpretación de la muerte del cisne es una de las más célebres de la historia del ballet, no hay pruebas concluyentes de que realmente viajara con un cisne vivo. Tampoco está documentada la historia de que las zapatillas de punta de Marie Taglioni, la sílfide etérea y pionera del balé romántico, fueran compradas por admiradores y cocinadas con salsa para comérselas.

La producción "Estrella (Étoile)", creada por Amy Sherman-Palladino y Daniel Palladino se enfrentó a tantos problemas que, en ocasiones, se dudó de que pudiera salir adelante. Rodar en Nueva York y París con huelgas de actores y Juegos Olímpicos por medio se sumó a dos culturas de producción muy distintas, que quedan bien reflejadas en el primer capítulo de la serie, cuando se propone el intercambio de estrellas entre teatros de ambos países para revitalizar al ballet con nuevo público y atraer la atención de los medios de comunicación.

Y finalmente un detalle romántico que circula por la serie, el caso de una niña, hija de una señora de la limpieza, que aprovecha las noches de trabajo de su madre para seguir las clases que ésta le graba con su teléfono.

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Carlos López-Tapia