Cine en serie: "The great", Catalina nunca copuló con un caballo
Querido Teo:
¿Queréis una buena historia de Catalina? Pues la mejor considerada por muchos es la biografía de Robert K. Massie. También la serie protagonizada por Helen Mirren como Catalina es bien valorada, aunque tenga tanto de leyenda como de realidad. Pero si os apetece una sátira bien hecha e interpretada, "The great" puede superar el prejuicio contra la comedia histórica, gracias a varias cosas, algunas chocantes desde los primeros minutos.
-"Dales órdenes y mátalos si no las acatan. En Rusia siempre se ha hecho así". Este diálogo, "brutal" en cualquier caso, solo puede transformarse en humor con un cerebro tipo Mel Brooks, y la visión del director que hizo "El jovencito Frankenstein" está presente en cada capítulo de "The great". Pero además esos momentos conviven con otros donde abundan los sentimientos dramáticos o detalles históricos como la llegada del hielo artificial, o las costumbres relacionadas con el embarazo y el parto.
El resultado atractivo es producto de unos actores magníficos, capaces de convertir la tiranía, la brutalidad, el asesinato y el sexo en algo tan "natural" que tiñen las mayores procacidades o el lenguaje obsceno de humor satírico. Catalina llevó a Rusia a una transformación social e intelectual que la sacó de la Edad Media. Su imagen lo pagó con una combinación de maledicencias y machismo. En la serie vemos el momento en que Catalina impulsa la entrada de la imprenta que, condenada por la iglesia ortodoxa a la edición exclusiva de textos religiosos, es utilizada para reproducir un dibujo en el que se la adivina fornicando con un caballo. Una imagen tan potente que ha sobrevivido como parte de su leyenda negra, pero que ni mucho menos es tan antigua.
Fueron los bolcheviques quienes hicieron circular por Europa que Catalina sentía un deseo erótico hacia sus caballos, hasta tal punto que se llegó a decir que murió al saciar su apetito cuando era penetrada por uno de sus ejemplares. Todo era válido para desprestigiar al imperio que había creado, por mucho que a la joven Sofía de educación alemana, y ya transformada en Catalina, le correspondiera el impulso por la liberación de los esclavos rusos.
El origen de semejante barbaridad fue el amor que Catalina sintió siempre por sus caballos, junto al hecho de que se había diseñado y construido una silla que la permitía montarse en público a la inglesa, las dos piernas juntas a un lado, para alejarse y luego adoptar la postura de cada pierna a un lado y galopar sin el riesgo de caerse. Massie recuerda en su estupenda biografía que cuando Catalina aún era Sofía, y estaba despertando a la sensualidad... "A los trece o catorce años, solía irse a la habitación por la noche, aún inquieta, nerviosa y enérgica. Para intentar hallar algún alivio, se sentaba en la cama, disponía una almohada dura entre sus piernas y, montada a horcajadas sobre un caballo imaginario, «galopaba hasta caer casi rendida». Cuando entraban las sirvientas en su habitación para investigar el origen del ruido, la encontraban tendida tranquilamente, fingiendo dormir. «Nunca me pillaron in fraganti», dijo ella".
En la época circulaban las noticias falsas mucho más que hoy, a pesar de la multiplicación de las redes sociales, y se tejió una leyenda sobre las ansias eróticas de Catalina. Es cierto que mantuvo relaciones con varios amantes con poco recato imperial, pero su retrato verdadero no es la de una “devorahombres” sin escrúpulos. Su matrimonio con Pedro III fue un desastre, en parte por la debilidad y la personalidad pusilánime del marido. Catalina y Pedro tardaron ocho años en traer al mundo a su hijo.
"The great" mete algunos datos históricos en una batidora y los mezcla en favor de un guion casi siempre anacrónico, divertido y sin más propósito que el entretenimiento. Lo ha conseguido lo bastante como para ofrecer en el futuro una tercera temporada.
Carlos López-Tapia