"La divina Sarah Bernhardt"
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El argumento: 1915, Sarah Bernhardt es la primera estrella mundial. Libre. Moderna. Divina. Excéntrica. Visionaria... Entre la leyenda y la fantasía, Sarah Bernhardt nos cuenta la historia de amor que marcó su vida.
Conviene ver: "La divina Sarah Bernhardt" se inscribe en la amplia tradición del biopic clásico, asumiendo tanto sus virtudes como sus limitaciones. En lugar de recorrer de forma lineal la vida de la legendaria actriz francesa, ajena a etiquetas y todo un icono con más de 100 personajes a sus espaldas, la película opta por un enfoque más libre y evocador, que busca captar su espíritu, excéntrico, brillante, teatral, más que ofrecer un retrato cronológico. A través de una estructura fragmentada, marcada por saltos temporales, evocaciones, escenas teatrales y pasajes cercanos a lo onírico, se construye una narración que mezcla memoria, representación y fantasía. El resultado es un universo visual elegante y muy trabajado, sustentado en la minuciosa recreación de época, el cuidado vestuario y la fotografía pictórica. Esta combinación sitúa la puesta en escena en un terreno intermedio entre el realismo histórico y una dimensión más lírica, casi de ensoñación. En este contexto destaca con fuerza Sandrine Kiberlain, que encarna a Sarah Bernhardt con una mezcla precisa de magnetismo, carácter temperamental, pretenciosidad endiosada, teatralidad natural y fragilidad íntima a la hora de abordar a una mujer adelantada a su tiempo; madre soltera, defensora del amor libre y de vivir la vida a su manera y sin ataduras, así como fundadora de su propia compañía teatral. Su interpretación no sólo sostiene la película, sino que le confiere una profundidad emocional, entre el divismo de su personalidad ante la reverencia que provocaba a su paso y la lucha por mantener su dignidad remando a contracorriente y que, a menudo, el guion no alcanza. Cada gesto suyo parece contener la tensión entre la diva pública y la mujer privada, haciendo que incluso los momentos más contemplativos mantengan un pulso dramático. Hay secuencias especialmente logradas en las que la fantasía opera como herramienta expresiva, reforzando la idea de que el relato no pretende ser una biografía factual, sino una mirada dramatizada sobre la memoria y la identidad escénica. Sin embargo, esta ambición artística no siempre se traduce en un desarrollo narrativo sólido. La historia adolece de falta de un hilo conductor claro, dispersándose en enumeraciones de amantes, apariciones de personajes célebres, la relación con su único hijo, la amputación de una pierna debido a un problema médico y recreaciones estilizadas que, aunque visualmente sugerentes, no profundizan en la complejidad interior de Bernhardt ni en su legado como artista revolucionaria. La intensa relación con Lucien Guitry termina por eclipsar otras dimensiones fundamentales de su vida y carrera, reduciendo una existencia rica y poliédrica a un relato romántico que, además, no consigue desplegar una verdadera fuerza dramática. A ello se suma que la puesta en escena, pese a su belleza formal, cae en un tempo excesivamente contemplativo, confiando más en el aura magnética de la protagonista que en una progresión narrativa bien articulada. "La divina Sarah Bernhardt" se sitúa entre el homenaje poético y el retrato estilizado, sin lograr un equilibrio pleno entre ambos. Es una obra elegante, cuidada y sostenida por una interpretación sobresaliente, que fascina más por la figura que celebra que por su construcción cinematográfica. Ofrece momentos de auténtica inspiración visual y emocional, pero se queda a medio camino: un retrato hermoso y reverente, sin la intensidad ni la hondura que una figura tan monumental como Sarah Bernhardt merecería, tanto desde el punto de vista de su arte como de ser ejemplo de libertad para su época.
Conviene saber: La película de Guillaume Nicloux consiguió 2 nominaciones en los César 2025.
La crítica le da un SEIS












