"Sin oxígeno"
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El argumento: La increíble historia real de Chris Lemons, un buzo profesional que, tras un extraño accidente, queda atrapado en el fondo del Mar del Norte. Con tan solo 10 minutos de oxígeno de emergencia y a más de media hora de cualquier esperanza de rescate, esta es la lucha imposible de un hombre por sobrevivir a 90 metros de profundidad. Mientras tanto, en la superficie, sus compañeros Duncan y Dave lucharán contra una feroz tormenta y harán todo lo posible por rescatarlo con vida.
Conviene ver: "Sin oxígeno" se aleja de los tópicos del cine de buceo recreativo para adentrarse en el mundo real de los buzos de saturación, profesionales de élite encargados de reparar estructuras a cientos de metros bajo el mar. La historia se sitúa en el Mar del Norte y recrea un accidente real ocurrido en 2012, cuando Chris Lemons, junto a su compañero Dave Yuasa y bajo la supervisión de su mentor Duncan Allock, se enfrentó a una pesadilla que puso a prueba la resistencia física y emocional de todo el equipo. Dirigida por Alex Parkinson, autor también del documental "Último aliento" (2019), la película destaca por su fidelidad técnica: muestra con detalle la preparación en cámaras de presurización, los protocolos de inmersión, el trabajo en la campana y las órdenes que parten del puente de mando. Esa precisión no solo aporta realismo, sino que incrementa la tensión, transmitiendo la oscuridad, el silencio y la angustia de un entorno hostil en el que la cuenta atrás del oxígeno marca el destino de los protagonistas. La narración avanza con un ritmo medido, presentando primero a los personajes y su entorno laboral para luego sumergir al espectador en el accidente: una tormenta desata el caos, el buque se desacopla y Chris queda aislado en la oscuridad con apenas diez minutos de oxígeno de emergencia, mientras sus compañeros intentan un rescate imposible. El film consigue que vivamos la experiencia desde todos los ángulos: la responsabilidad en el puente de mando, la impotencia en la campana, la presión del compañero que arriesga su vida y la vulnerabilidad del propio Chris. A ello contribuyen un guión preciso, un montaje que intensifica la tensión y una banda sonora que subraya la angustia. Más allá de la recreación del suceso, "Sin oxígeno" rinde homenaje a los buzos de alto riesgo y reflexiona sobre los límites del cuerpo humano, la fuerza de la cooperación y la capacidad de supervivencia en condiciones extremas. Sin embargo, la película también acusa varios problemas que atenúan su impacto. Parkinson alterna imágenes de archivo con recreaciones, pero en ocasiones ese equilibrio se rompe: la inclusión de metraje real del accidente, como el inquietante plano de Lemons convulsionando en el fondo marino, resulta tan perturbadora como cuestionable, rozando lo sensacionalista. Una vez superado ese arranque, la narración cae en moldes demasiado reconocibles, próximos al telefilme de catástrofes de sobremesa, lo que resta singularidad al proyecto. Asimismo, algunos personajes quedan reducidos a estereotipos: Woody Harrelson imprime su habitual carisma "hippy" a Allock, Simu Liu debe contener cualquier destello de magnetismo natural y el retrato de Chris y su prometida se limita a convenciones melodramáticas que ya hemos visto en otras producciones. En conjunto, "Sin oxígeno" ofrece una experiencia inmersiva, angustiante y conmovedora, capaz de transmitir con realismo la fragilidad del ser humano frente a un entorno extremo. Pero su apuesta por un tono más espectacular y convencional diluye en parte la potencia del suceso real y del extraordinario documental en el que se inspira.
Conviene saber: Alex Parkinson retoma la historia real que retrató en el documental "Último aliento" (2019).
La crítica le da un SEIS












