"La historia de Souleymane"
La web oficial.
El argumento: Mientras pedalea por las calles de París para repartir comidas, Souleymane repite su historia. En dos días tiene que pasar la entrevista de solicitud de asilo, la clave para obtener papeles. Pero Souleymane no está preparado.
Conviene ver: “La historia de Souleymane” es un retrato social con mucho de humanismo y poco de enjuiciamiento que nos lleva a tres días decisivos para un exiliado guineano en París mientras se tramita su solicitud de asilo y ejerce de invisible conductor de Ryder estigmatizado por su condición social y su origen. Una cotidianidad abordada con realismo y sin condescendencia que, si bien no sorprende frente a otros trabajos de similar corte, parte del drama social y logra conmover y adoptar un ritmo de thriller ante los avatares y dificultades del protagonista en la gran ciudad transmitiendo vulnerabilidad, determinación pero también un profundo magnetismo que provoca que el espectador conecte con su historia tanto deambulando subido a su sillín como en las sucesivas entrevistas que tiene que afrontar con el fin de legalizar su situación. Todo ello desde su bicicleta y cargando a su espalda una gran bolsa azul dándose de bruces con el sudor de las prisas y de la presión psicológica que arrastra, el frío asfalto, las calles poco acogedoras, el bullicio del tráfico y los transeúntes, los caprichos y malas formas de los clientes, la incierta llegada de la desangelada noche y una Europa que acoge siempre que se entre (aunque sea mintiendo) dentro de la narrativa con la que la misma ha definido a la hora de acoger los inmigrantes; los cuales son entes invisibles y despojados de personalidad y derechos entre la multitud de las calles. Un trabajo enérgico y comprometido en un retrato de supervivencia que sabe alejarse de terrenos obvios y que se mantiene por un nervio que le hace ser un recorrido a contrarreloj en el que el espectador termina siendo partícipe de esta esclavitud contemporánea para una sociedad que no acoge ni protege a aquel que ya viene con las cartas marcadas por su condición de clase, color de piel u origen.
Estupendo Abou Sangaré, actor no profesional que llegó a Francia en mayo de 2017 en busca de una vida mejor y que ejerce de mecánico desde entonces. Se hizo con el papel tras pedir el equipo de la película colaboración para el casting a una ONG de Amiens acostumbrada a trabajar con la comunidad guineana. Un trabajo que destila pesar, fuerza y rabia a lo que la puesta en escena del director Boris Lojkine contribuye en una propuesta que no se aleja de los cánones instaurados por los hermanos Dardenne en su filmografía, por su estilo sobrio y cámara pegada al protagonista, pero que sobresale por su intriga y por adentrarse en las profundidades de un Estado lejos de ser un garante de protección para los que se encuentran en su territorio. Un París hostil, marginal y deshumanizado en el que Souleymane recorre sus calles a toda velocidad pero también ahogado por esa cuenta atrás sin descanso hacia la entrevista en la que tiene que aprenderse de memoria un discurso enfocado como un alegato para poder conseguir los tan ansiados papeles; aunque bien sea adornando su realidad ya que él no ha huido de su país víctima de la represión o de las torturas sino solamente con el fin de poder encontrar un trabajo que le haga tener una vida digna. Un trabajo nada embellecedor sobre la pretendida Europa de las oportunidades que no duda en adentrarse en la corrupción del sistema, la crueldad de nuestro tiempo, la explotación laboral y el hecho de tener incluso que mentir fruto de la desesperación (creando una historia de exiliado político adornándola de literatura y atractivo) y de un entorno que asfixia con el fin de poder alcanzar el derecho de alcanzar un lugar en el que poder caerse muerto. Un film consecuente, reflexivo e inmersivo que impacta y conmueve pero que deja un poso desolador por lo mucho que todavía queda en uno de esos temas que están marcando las últimas décadas y que ni los gobiernos ni autoridades parecen estar dispuestos a abordar más allá de la frustrante burocracia y los fallos y contradicciones de un sistema absurdo y kafkiano que enarbola mensajes bienintencionados que se quedan en palabras pero no en hechos.
Conviene saber: Premio del Jurado y al mejor actor en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes 2024, mejor actor y mejor sonido en los premios del cine europeo 2024 y 4 premios en los César 2025 (actriz de reparto, actor revelación, guión original y montaje).
La crítica le da un OCHO