El valle de San Pornando

El valle de San Pornando (III)

El valle de San Pornando (III)

Querido Teo:

El cine porno es un puro residuo en salas de cine convencionales, y está siendo el más rápido en reducir su mercado de DVD. Su exhibición crece en las pantallas personales y en Internet. Actualmente hay más de medio millón de páginas porno, y parece ser la industria que se ha adaptado mejor a la distribución ajena a las salas. Por algo fueron los primeros que sufrieron la piratería y, aún hoy, el mismo día que sale un nuevo DVD en la costa Oeste, ya hay vendedores piratas ofreciéndolo en Nueva York y simultáneamente aparece en la Red.

El valle de San Pornando (II)

El valle de San Pornando (II)

Querido Teo:

En pleno centro del valle de San Fernando de los Ángeles, a diez minutos nocturnos en coche de la “guarida” donde Adam Wood intenta ganar dinero con su pornografía de andar por casa, está la calle Stack. Se encuentra en pleno corazón de Silicon Valley. Aquí se localiza Dungeoncorp.com (http://www.dungeoncorp.com), una empresa dedicada a los extremos de la pornografía. La dirige un hombre que se hace llamar “el ogro”. En realidad tiene poco de ogro porque no solo ha sido criado en una “buena familia” de Kansas, sino que es un universitario licenciado en ingeniería. De los veinte a los treinta trabajó en una empresa del Valley que quebró con la burbuja de las punto com. El ogro se dedicó entonces al cine conocido como BDSM (Bondage, Dominación y SadoMasoquismo). Este subgénero del cine porno ha ido creciendo, igual que otras variantes extremas, para podofilos, para los llamados “peludos”, que se ponen pieles, de conejo a menudo, y practican el sexo entre ellos, o micro nichos para gustos muy definidos, como hombres negros superdotados con chicas blancas pequeñitas.

El valle de San Pornando (I)

El valle de San Pornando (I)

Querido Teo:

Los visitantes de Los Ángeles que dedican un rato a localizar casas de estrellas y viejas glorias del cine en Hollywood, para orientarse basta con un mapa que se puede encontrar en librerías, tiendas de prensa o Internet, suelen echar un vistazo a la mansión rancho del director clásico Cecil B. DeMille. Los más cinéfilos tal vez tengan un recuerdo para la primera poseedora del título “novia de América”, Gloria Swanson, que solía montar a caballo por la zona. Pocos de esos turistas saben que en esa casa lo que se montan ahora son películas pornográficas.