Querido primo Teo:
Pasó el verano con calor (mucho calor) y tiempo libre (quien ha podido). Ha sido el momento de hacer el vago e ir al cine (ya sólo por el aire acondicionado merece la pena) o tumbarse a la sombra con una bebida fresquita a leer un buen libro. Pero ya ni eso es como antes, las nuevas tecnologías se han colado en el viejo arte de deleitarse con una buena historia escrita y ahora en vez de pasar páginas presionamos los botones de unos aparatitos que pueden almacenar cientos de obras. Ante el avance de los eBooks y sus correspondientes libros digitales no puedo más que alegrarme de que la literatura esté viviendo un nuevo resurgimiento. Pero cuando uno ve alguno de los libros que enganchan tanto hoy en día no puede más que lanzar un suspiro. Que si vampiros adolescentes cubiertos de purpurina (uno de los últimos pelotazos literarios, “Cincuenta sombras de Grey”, surgió como fanfic de estos), que si extraterrestres que se insertan en la conciencia de los humanos, que si chavales que luchan entre sí por su supervivencia en un futuro no muy lejano… No es que sean historias malas, ni mal contadas, pero me hacen añorar la profundidad de las grandes obras clásicas. Y sí, ya sé que pueden parecer desfasadas, pero todas ellas hablan de temas universales e intemporales. Y en todo caso, siempre te puedes ver una película que adapte la historia y decir que te lo has leído. Es algo que hace más gente de la que crees, porque, afortunadamente, el mundo del cine siempre ha recurrido a la literatura en busca de inspiración y grandes historias. La fortuna con la que son adaptadas es variable y depende de muchos factores, como demuestran algunos ejemplos recientes.