El escándalo Watergate, la dignificación del periodismo y el fin de la inocencia
Querido primo Teo:
“La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes”. Esta afirmación realizada en 1971 por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos probablemente condujera a muchos idealistas a convertirse en periodistas pensando que ejerciendo la libertad de prensa le hacen llegar la mejor versión de la verdad a los ciudadanos e incluso pueden derribar a Goliat. En un momento de crisis en los medios de comunicación tan profunda, y de la que tanto rédito está sacando la clase política, hay tantos periodistas a sueldo de los partidos porque faltan anunciantes, conviene recordar el escándalo Watergate cuando se ha cumplido medio siglo de vida. La investigación periodística del caso de espionaje más grave de la historia de los Estados Unidos provocó la dimisión del presidente Richard Nixon, supuso la pérdida de la inocencia de la ciudadanía y sobre todo dignificó a algo tan denostado como la labor periodística.