Cine en serie: “Los Durrell”, la opción más terapéutica

Cine en serie: “Los Durrell”, la opción más terapéutica

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Querido Teo:

Cuesta ponerse a escribir y llegar a la altura del zapato de una serie que te ha hecho pasar un rato tan agradable creando una atmósfera confortable de pequeño oasis frente al ruido y los problemas del mundo contemporáneo. Para muchos “Los Durrell” ha sido la opción más terapéutica para el año y pico que llevamos de pandemia pudiendo verse tanto en Filmin como en Movistar+.

Precisamente el lanzamiento de sus cuatro temporadas en esta última plataforma le ha dado una aureola de acontecimiento propagado por las redes sociales y los circuitos seriéfilos más populares cayendo muchos en su embrujo o al ser un placer ineludible que te motiva para poner en un lugar alto de la lista de los sueños por cumplir el visitar algún día esa isla griega en la que se desarrolla la serie, gracias al refugio que supone vivir los avatares de una familia tan entrañable como variopinta y carismática conformando un ambiente relajado en el que parece que nada malo. Un ambiente idílico al que contribuye su fotografía, su música y unos títulos de crédito iniciales que son una obra de arte tanto visual como narrativa de lo que cada temporada nos tiene preparados.

La serie británica de la ITV se ha convertido con el tiempo en fenómeno de culto, no sólo aumentando el turismo de la zona, sino reivindicando la figura de la familia Durrell, especialmente la de Gerald Durrell, en cuyos libros (“Mi familia y otros animales”, “Bichos y demás parientes” y “El jardín de los dioses”) se basa la serie, concretamente en sus años de infancia en la isla de Corfú donde desarrolló su pasión por los animales y que cimentaría las bases de una carrera que le convirtió en uno de los naturalistas más eminentes de su época.

Gerald (o Gerry) era el pequeño de una familia compuesta por su madre y sus tres hermanos mayores, los cuales deciden mudarse de la rígida y sombría Bournemouth a la luminosa Corfú con el fin de paliar una difícil situación económica y el hecho de dejar atrás los fantasmas del pasado relacionados con la muerte del progenitor. Un lugar que sin la presión del turismo masivo era para estos ingleses un lugar tan idílico como exótico en el que poder empezar de cero sin la presión de los conocidos y de la moral victoriana.

Una serie creada por Simon Nye que a lo largo de 26 episodios (6 en cada una de de las temporadas salvo los 8 de la tercera) nos muestra el contraste cultural y el intento de una familia por adaptarse a ese paisaje idílico entre cipreses y besado por el Mediterráneo más azul pero no exento de dificultades, basicamente el rechazo de los lugareños y el intento de salir adelante para que la aventura griega no sea un fracaso y tengan que volver a Reino Unido hundidos y avergonzados.

Louisa Durrell es la vivaracha madre de familia, determinada y devota de sus hijos, que pronto se hace con las simpatías de algunos lugareños como el chófer Spiros que, a lo largo de la serie, verá como brota en él un amor intenso hacia la madre de la familia, así como la enfermera Florence (otra británica que lleva muchos años en la isla), la criada Lugaretzia, o varios pretendientes que surgen a su paso como el granjero sueco Sven o el emprendedor aventurero Hugh.

Louisa tiene esa flema británica característica pero también cierta facilidad para dar autonomía a los suyos permitiendo que potencien su lado más creativo consiguiendo que la casa en la que se instalan, desvencijada, caótica y llena de animales, nos parezca todo un palacio en el que vivir gracias a unas vistas espectaculares y a la facilidad para convertirse en punto de reunión y en esa zona de confort y seguridad para los personajes de la serie y para unos hijos que, a pesar de que no hacen más que meterse los unos con los otros, se apoyan, quieren y necesitan.

Un hecho que fomenta siempre que en cada capítulo haya cierta moraleja y también una sensación en el ambiente de “happy end” y de que, aunque no lo parezca, han aprendido la lección y eso les hará ser mejores personas para el futuro. Todos ellos son personajes peculiares pero con corazón tratándolos la serie con respeto, mimo y cariño destacando en sus diferencias y complementándose con ellas.

Louisa (Keeley Hawes) quiere agradar a los lugareños e intenta adaptarse a ellos y a la forma de vivir, mucho más reposada y dedicada a la naturaleza que la de la vertiginosa Inglaterra. Eso le llevará desde organizar un mercado ambulante hasta convertir su casa en un hogar para huéspedes de todo tipo, lo que incrementará los enredos y las situaciones disparatadas.

Por otro lado, y aunque sus hijos insistan en ello, en ningún momento se resiste a volver a abrirse el amor y es sorprendente como cada temporada encuentra a un interés amoroso, algunos por voluntad y otros obligados, pero en realidad su relación con el chófer Spiros (Alexis Georgoulis), el cual desde el principio demuestra una admiración reverencial hacia Louisa, es el corazón de la serie entre enredos, celos, confusiones y la inevitabilidad de tener que aceptar lo que verdaderamente están sintiendo a pesar de las diferencias que existen entre ellos y las obligaciones y cargas de las que cada uno tiene que responder.

Lawrence (o Larry) Durrell es el mayor de los hermanos y está interpretado por Josh O’Connor justo antes de su éxito mediático con “The crown”, hecho que se nota en una última temporada en la que su participación es menor debido a sus ya compromisos con la serie de Netflix. Una serie que sirvió de lanzadera para un actor que tira de carisma y de vena caustica para sacar adelante al otro escritor de la familia y que, en verdad, termina descubriendo a lo largo de la serie la habilidad que también empieza a demostrar en ese campo su hermano pequeño.

Larry es bohemio, pegado a su máquina de escribir, con ínfulas de autor aunque todavía no lo sea, estiloso a la hora de vestir, crítico con los suyos y un intento de “bon vivant” fascinado por el sexo y por una vida dedicada a la escritura intentando con sus obras que el dinero pueda llegar a casa y mantener a su familia mientras satisface su ego. En Corfú podrá desarrollar su talento teniendo tiempo para ello alejado de un trabajo gris de oficina publicando su primera novela y asentando la base de lo que será años después su gran obra.

Su personalidad estrambótica y narcisista le hace pensar sólo en sí mismo, enarbolando cierta superioridad intelectual basándose en la continua réplica, pero debido al ambiente al que quiere aspirar moverse también es muy abierto de mente relacionándose con escritores como Henry Miller, el cual desespera a Louisa por su afición a pasear desnudo, rebelándose contra el avance de los nazis o la homofobia de una sociedad como la griega, y manteniendo tórridos romances con Jane, su novia británica, una atractiva griega o la contorsionista de un circo ambulante. Larry terminará jugando un papel en la resistencia en los albores de la II Guerra Mundial y se convertiría posteriormente en el autor de la inmortal “El cuarteto de Alejandría” publicada ya más de dos décadas después de su estancia en Corfú.

Leslie Durrell (Callum Woodhouse) es el hermano más intrascendente a ojos de la Historia pero la serie explota su lado tierno, bonachón y apesadumbrado, también inocente tanto en su día a día como en sus vaivenes amorosos que le hacen o bien estar solo o tener que debatirse entre tres novias, incluso con el hecho de tener que afrontar la posibilidad de convertirse en padre. Eso sí, la pasión de Leslie no es otra que la caza y eso lleva a más de una disputa con su hermano Gerry ya que si bien uno quiere preservar la naturaleza el otro no puede desprenderse de sus armas.

Un personaje que acaba teniendo cierto regusto cómico en los enredos en los que se ve envuelto y que pasará incluso a ser policía en la tercera temporada o actuar de consejero amoroso para el primo Basil con el fin de que éste enamore a la mujer de Spyro para que así su madre tenga más posibilidades de acabar con el taxista. Un buenazo de corazón de esos a los que la vida no da más que golpes y que le obliga a levantarse una y otra vez.

Margo Durrell (Daisy Waterstone) es alocada y enamoradiza, soñadora y superficial, pero con ganas de encontrar su lugar en el mundo. Eclipsada por el resto de su familia, por no tener un talento o una vocación que desarrollar, Margo va dando tumbos entre amoríos y trabajos en los que se implica mucho al principio para luego prescindir de ellos y ponerse con otra cosa. La veremos desde siendo la lectora de una vieja condesa hasta enfermera o peluquera. Todo mientras reniega del amor pero, a pesar de ello, atesora ligues como los amigos de su hermano Larry, el jardinero de la condesa o un petulante turco.

Margo es un espíritu libre, infravalorada por su familia pero pasional y entregada en lo que emprende aunque por su juventud y por una madre que la da un poco por perdida no tiene esos referentes que le guíen hacia dónde dirigir sus pasos, encontrando cierta protección en la condesa o en Florence la cual, a pesar de que ve que la chica es un poco desastre a pesar de que le ponga voluntad, no duda en ayudarla lo posible y acogerla en la consulta en la que trabaja junto a su marido, el Dr. Petridis.

El repaso a la familia se completa con Gerry (Milo Parker), el cual es el alma de la serie al ver los comienzos del que terminaría siendo una de las figuras más respetadas en su campo. Un crío que es incapaz de acatar la disciplina inglesa y que prefiere sacar su lado más salvaje descubriendo esa naturaleza que le atrae, preservando las distintas especies que encuentra en la isla e incluso configurando con el tiempo un zoo que es símbolo de orgullo y de concienciación para los que lo visitan. Un chico al que vemos crecer en la serie y que cuenta con el amparo y enseñanzas de Theo (Yorgos Karamihos), tan apasionado de la naturaleza como él y que ejerce las funciones de amigo, maestro y cómplice.

Durante la serie vemos cómo van cambiando las prioridades del Gerry niño que no quiere estudiar y que burla a los profesores que le buscan mientras que con el tiempo descubre cómo no puede ser egoísta de acumular animales negándoles la libertad o, incluso, descubrir que las cosas que le gustaban de crío van perdiendo interés en él, incluso enamorándose de una chica de la zona también interesada en el mundo de los animales.

“Los Durrell” es una serie entrañable con un tono realista pero también un punto de pequeña fábula que hace que cada capítulo sea un gozoso divertimento quedándose más en el estereotipo y en el tono amable, lo que ha indignado a algunos puristas de la trilogía en la que se basa ante las licencias que se toma.

Veremos a la familia y a los personajes que están a su alrededor enfrentarse a situaciones tan distintas como el apendicitis de Larry, la acusación de Leslie de llevar a cabo un robo armado, ser responsables de un envenenamiento en el pueblo, preparar la presentación de la novela de Larry, acudir a una sesión de espiritismo, organizar un partido de fútbol entre ingleses y griegos, decidirse entre las tres novias de Leslie, descubrir la vida bohemia en Inglaterra, recibir a un príncipe hindú, involucrarse en la llegada de un circo, tener una jornada de picnic que sale mal o participar en el comité de bienvenida del rey de Grecia.

Aun así “Los Durrell” nos tiene reservado un desenlace agridulce, no sólo por el final que supuso la serie en 2019 cerrando el círculo de la estancia real de la familia que tuvo lugar entre 1935 y 1939, sino por el hecho de que el ambiente se vaya oscureciendo, las noticias que llegan de la radio cobren protagonismo y la luz del paisaje se llene de brumas con la amenaza de la llegada del fascismo cuando la vecina Albania es invadida por Italia. A pesar de todo siempre es un buen momento para celebrar la vida, recordar los grandes momentos y dar gracias por haber puesto en el camino a gente a la que se quiere tanto, todo desde la perspectiva de una sobremesa con las sillas y mesas en la orilla del mar.

La serie tiene una sorpresa final como es el documental “¿Qué fue de los Durrell?”, presentado por Keeley Hawes en el que descubrimos qué fue de la historia de ellos después de sus años en Corfú, los cuales nunca olvidarían marcando su futuro. "Los Durrell" es uno de los regalos televisivos que han crecido sobremanera en este año de pandemia (salvando a muchos el confinamiento a modo de terapia) convirtiéndose en un éxito en diferido y por cuya primera temporada recibieron la nominación al Bafta 2017 como mejor serie de drama siendo, dentro de su tono juguetón, evasivo y algo naif, todo un canto a la vida más allá de cualquier convencionalismo.

A “Los Durrell” hay que agradecerles mucho por la catarsis involuntaria que han provocado durante este tiempo sólo reprochándoles que ya no podamos pasar con ellos más veranos eternos en Grecia. Aun así siempre nos acabarán despertando una sonrisa cuando recordemos cualquier aventura reconvertida en recuerdo añorado lleno de sensaciones y evocación de un tiempo pasado pero inolvidable.

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Nacho Gonzalo

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