"El cine de Fritz Lang"

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“Resulta toda una experiencia volver a ver Metrópolis de Fritz Lang olvidando la historia y centrando la atención en los decorados y la ambientación”. (François Truffaut)

También lo es recuperar la biografía de un director al que le gustó siempre ocultarla, avaro de su pasado y que no deseó integrarse entre los “refugiados” alemanes en Hollywood. Esta biografía breve recupera a Lang y es buena excusa para darse un paseo por la época.

Título: “El cine de Fritz Lang”

Autor: Michael Töteberg

Editorial: T&B Editores

A su llegada a Nueva York, Lang se vio obligado a pasar la noche a bordo del barco donde había viajado antes de desembarcar. Dando vueltas por las cubiertas del transatlántico vio “una calle iluminada por luces de neón como si fuera de día, y todo un mundo de anuncios luminosos en espiral que cambiaban sin cesar y aumentaban y disminuían de tamaño. Para un europeo aquello era algo totalmente nuevo. Esta impresión me dio la primera idea de lo que sería una ciudad del futuro. Por la noche Nueva York daba la impresión de no tener vida; vivía como viven las ilusiones ópticas”. Lang fascinaría a muchos espectadores con esta visión de la ciudad del futuro en "Metrópolis".

Nueva York lo recibiría después para librarle del nazismo porque, aunque su madre de origen judío se había convertido al catolicismo; y Fritz Lang fue bautizado y criado según la fe católico-romana, salió de Alemania a las pocas horas de que Hitler deseara convertirle en el director del cine del régimen.

Töteberg aprovecha bien los escasos detalles ciertos de la vida de Lang para explicar al personaje y las fuentes que transformó en películas. Perdiendo la vista a marchas forzadas, con un monóculo decimonónico y unos modales dictatoriales, Lang haría dos películas inmortales y algunas otras con detalles valiosos (Lamujerenlaluna.txt).

Es una lectura entretenida incluso para los que no conozcan a Lang y su cine, porque el autor ha seleccionado los detalles más gráficos para expresar la personalidad del biografiado, como las opiniones de quienes colaboraron con él. Henry Fonda, que desempeñó el papel principal en “Sólo se vive una vez” y “El regreso de Jesse James”, declaró más tarde en entrevistas que Lang trataba a los actores como marionetas: “Era un artista, pero no le entraba en la cabeza que el actor intentaba también ser un artista. Era un genial maestro de marionetas, pero sin sentimientos, y podía llegar a ser brutal. La cámara le absorbía totalmente, y estaba en su derecho, pero estaba demasiado ocupado en preocuparse por todos y cada uno de los detalles”.

De lo que se burlaba Fonda es de la obsesión de Lang por los detalles. Existen muchas anécdotas que cuentan cómo el director interrumpía durante horas el rodaje para arreglar meticulosamente elementos del decorado aparentemente insignificantes. Lang decía que la capacidad de la cámara de captar detalles es lo que diferencia al cine del teatro: “El pulgar del autoestopista que intenta en vano parar el coche, los movimientos de la mano cerrada que apura el vaso y pide otro al camarero, una cara quemada por el sol y el pelo despeinado por el viento. Estas imágenes son el resultado de un prolongado esfuerzo. En el cine la espontaneidad y la ambientación solamente se logra por medio de la acumulación de detalles”. El objetivo es una espontaneidad calculada, Lang nunca iba al estudio a improvisar con los actores, sino que llegaba con indicaciones precisas sobre cómo interpretar una escena; sabía incluso desde qué ángulo debía ser rodada. Tal vez la descripción socarrona de Billy Wilder sea exagerada, pero caracteriza el estilo de puesta en escena de Lang: “Lang, por ejemplo, cada mañana se presentaba a las seis en el estudio antes de que llegaran los actores, empezaba a dar vueltas y a pintar números en el suelo, 1, 2, 3, 4. Y luego les decía a los actores: vienes hasta aquí, te paras un momento en el 1 y miras a tu alrededor. Luego vas hasta el 2 y dices el diálogo. Camino del 4 tiras el cigarro en el cenicero al pasar por el 3”.

La selección gráfica es la habitual en la editorial, adecuada y elegida.

Carlos López-Tapia

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