"12 años de esclavitud"
La web en español tiene trailer, argumento, fichas y fotos.
El argumento: Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro (y hombre libre) que vivía con su familia en Nueva York. Tras compartir una copa con dos desconocidos, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en el Sur en una plantación de Louisiana. Renunciando a abandonar la esperanza, Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia, al abuso emocional y a la desesperanza. Entonces decide correr riesgos increíbles y confiar en la gente menos aparente para intentar recuperar su libertad y reunirse con su familia.
Conviene ver: "12 años de esclavitud" es una película definitiva no sólo sobre el hecho de la esclavitud en concreto sino también sobre las más bajas miserias de la especie humana. Una película incontestable y sólida sobre lo que era ser negro en el siglo XIX en una sociedad USA intolerante y sin alma a la hora de relacionarse con esa raza. Un hombre negro libre que comienza siendo un privilegiado y que, a la mínima y sin preguntas, vuelve a la condición que parece que el país espera para los de su color privándole de todo lo que tiene. Sólo así se explica que esto se base en una historia real en la que unos oportunistas sacaron tajada vendiendo como esclavo a un hombre libre sin más preguntas de las necesarias. Steve McQueen mantiene su estilo seco, crudo y áspero sin renunciar a la violencia más intensa y desagradable con algunas escenas muy potentes como en la que el protagonista descubre que ha sido secuestrado, la del ahorcamiento, o la de unos latigazos en el momento final de la película que hielan la sangre, no sólo por el hecho en sí sino por lo bien que están los tres actores centrales en ese momento y el sometimiento general que sufren los esclavos tanto física como psicológicamente. Los hechos hablan por sí mismos y el director no los subraya a través de música (el trabajo de Hans Zimmer no está nunca en primer plano pero va calando en su aspereza y sobriedad acompañando bien al conjunto aunque siga repitiéndose mucho) o efectismos, incluso presenta una atmósfera bastante austera dejándolo todo a merced del dolor y el alma que dejan los actores en cada una de sus miradas y expresiones. Es una película más clásica y academicista que “Hunger” y “Shame”, evidentemente, tanto por su temática como por su época, pero el sello del director no queda prostituido o desvirtuado con el fin de agradar a la industria, aunque si es verdad que esta impacta pero deja un poso menos duradero y reflexivo que las anteriores, quizás debido también a un guión que no sabe manejar temporalmente esas penurias ya que nunca pensaríamos que la acción abarca 12 años. McQueen consigue hacer el retrato más fiel y menos sensiblero que se ha hecho nunca en el cine de una de las lacras de la Historia de USA y completa la particular “trilogía aterradora de la maldad humana” formada por “La lista de Schindler” y “El pianista” y es que, como en aquellas, muy pocas veces se ha reflejado en fotogramas con casi vocación documental lo peor de los humanos como especie. Un retrato del mal sin concesiones y ejemplificado en la figura del esclavista que interpreta Michael Fassbender. El actor se despoja de todo artificio para dar vida a una auténtica bestia corrompida y desquiciada por el vicio y los instintos más primarios logrando casi transpirar por la pantalla su sudor y aliento enturbiado por el alcohol. Pura maldad la que logra dotar Fassbender a un personaje imposible de redimir. Chiwetel Ejiofor llena de humanidad y tesón a un personaje que no se deja vencer y que, frente a los llantos y lamentos de algunos de los otros que sufren como él este tráfico de esclavos, presenta una gran fortaleza psíquica y capacidad de adaptación a través de su arte musical y sus buenas manos a la hora de trabajar como peón o como recolector y que es lo que acaba suponiendo su vía de escape en su ruta hacia la supervivencia aunque su personaje no termina de evolucionar dramáticamente estando igual psicológicamente tanto al principio como al final de su cautiverio. Un gran acierto que no se contara con un actor negro más popular ya que logra transpirar su personaje en una interpretación de altura en la que sus ojos juegan una función muy importante confirmando al británico como uno de los mejores actores de su país tras haberlo disfrutado durante muchos años como eficiente secundario. La debutante Lupita Nyong´o completa el trío de actores que se llevan los parabienes de la cinta manejando muy bien la rabia y la vulnerabilidad de la esclava que termina siendo objeto de deseo, y también de todas las frustraciones y rabias, del personaje de Fassbender. Eso sí, si gana el Oscar será más que por su trabajo por todo lo que sufre su personaje y por unos últimos diez minutos realmente impactantes para su personaje. Es una pena que otra esclava con peso en la cinta y también ofreciendo un gran trabajo (Adepero Oduye) esté pasando tan desapercibida. La película presenta a un gran número de rostros conocidos que, si bien podrían hacer caer la película en un paseo de celebrities (muchos de ellos reconocibles por series de televisión), no hacen más que elevarla construyendo una serie de personajes breves pero muy bien definidos a los que grandes actores les prestan lo mejor de su talento. Paul Giamatti, Alfre Woodard y Brad Pitt (también productor) están impecables en sus breves intervenciones, así como una gélida y terrorífica Sarah Paulson que vale más por lo que calla que por lo que habla corroída por el hecho de tener que convivir en esa plantación asfixiante y que dota de presencia a un personaje que, tristemente, confirma lo poco que ha aprovechado el cine a esta actriz siempre brillante en televisión, pero los que no merecen caer en el olvido son unos excelentes Benedict Cumberbatch (¡la voz!) y un sorprendente Paul Dano que pega el puñetazo en la mesa demostrando que puede ser mucho más que un nerd inocentón, brindando aquí un personaje enrabietado por la envidia y con complejo de inferioridad que supone una gran sorpresa en la película. A pesar de ofrecer una violencia que noquea al espectador y dota de frialdad al conjunto debido a no contar con ningún tipo de efectismo ni personaje que rebaje algo la crudeza impactante de la historia o busque más la lágrima, la película no experimenta ningún bache (aunque el principio es un poco torpe y los flashbacks no aportan nada emocional ni informativamente) y transcurre con maestría desenvolviéndose como toda una lección de Historia rodando el director con poderío y dominio de la situación demostrando la determinación que tenía McQueen a la hora de contar la historia no permitiendo que el tono general varíe en ningún momento. Eso sí, donde logra verdaderamente llegar al corazón es con ese momento en el que el protagonista asume su destino entonando un escalofriante espiritual Roll Jordan Roll y que es casi un clip de Oscar para Chiwetel, así como el final en el que no puede evitar envejecer de repente y caer en la cuenta del tiempo del que ha sido privado por la más pura miseria humana. Una de esas películas que hacen grande al cine como valor cultural y como vía de transmisión de pequeñas estampas que han marcado la existencia de la humanidad, siendo en este caso un episodio oscuro pero necesario de llevar a la pantalla sobre un tema tan tratado en cine, serie y cultura popular pero pocas veces transmitido de esta manera. Lo que Spielberg intentó hacer con “El color púrpura”, “Amistad” y “Lincoln”, quedando sensiblero en una, aburrido en otra y difuminado en la última, lo logra McQueen en una de esas películas no más grandes que la vida pero si auténtico legado cultural, artístico, histórico y reflexivo sobre la historia de un hombre encadenado que encontró en su arte y en su fuerza de voluntad el aire y el golpe de suerte necesario para poner fin a una situación desgraciadamente nada kafkiana aunque se vea a ojos de espectador del siglo XXI. Una obra incontestable con grandes valores y atributos rodada con maestría, con un acabado técnico imponente, y en la que el talento y el esfuerzo de todos sus artífices, ante el compromiso que se adopta por la grandeza temática de lo que se cuenta, desborda cada momento y la convierte en una sesión de cine monumental e imprescindible (casi todo es muy bueno pero se queda coja de emoción para llegar a la excelencia que hubiera merecido) y que también supone un homenaje a los antepasados de toda una raza que ha vivido toda la vida entre el rechazo, la subyugación y la denigración más inhumana.
Conviene saber: Steve McQueen dirige su tercera película logrando trasladar los parabienes críticos de “Hunger” y “Shame” a todo un reconocimiento por parte de la industria que ya se está materializando en importantes nominaciones en todos los premios del año. John Ridley escribe el guión adaptando las memorias de Solomon Northup.
La crítica le da un OCHO