"Gravity"
La web oficial tiene trailer, vídeos, galería, críticas, fragmentos de la BSO y paseo espacial en 3D.
El argumento: Durante un paseo espacial rutinario, dos astronautas sufren un grave accidente y quedan flotando en el espacio. Una es la doctora Ryan Stone, una brillante ingeniera en su primera misión espacial en la Shuttle. Su acompañante es el veterano astronauta Matt Kowalsky. Durante el paseo algo sale mal y ocurre el desastre: el shuttle queda destrozado, dejando a Ryan y Matt completamente solos, momento a partir del cual intentarán por todos los medios volver a la Tierra.
Conviene ver: "Gravity" es una película revolucionaria y destinada a marcar un antes y un después en la Historia del cine, ante todo una experiencia más que catalogarla dentro de un género. Revolucionaria por un uso del 3D claramente justificado en esta intensa odisea espacial a la deriva. Alfonso Cuarón vuelve a triunfar a la hora de diseñar un universo fascinante e hipnótico que queda por encima de la historia. Y es que la trama es lo de menos ante este espectáculo vibrante y que deja al espectador asfixiado y con el corazón en un puño tras una hora y media apabullante visualmente en el que cada tornillo suelto, llamarada o reflejo es tratado de manera minuciosa y artesanal. La inmensidad y profundidad del espacio se presenta luminosa y rica en detalles mientras los dos protagonistas se encuentran perdidos a merced de todos los acontecimientos posibles en esas circunstancias, y que van desde las temperaturas extremas, la ingravidez, la falta de oxígeno, o la basura espacial que orbita la Tierra y que furibundamente pueden acabar con ellos en cualquier momento. Es una película que tiene desde la vertiente de la lucha por la supervivencia hasta la meramente contemplativa y reflexiva. En las dos cumple con sobresaliente. Cuarón no renuncia tampoco a la acción palomitera, pero sobredimensiona su figura como director añadiendo grandeza al conjunto (difícil encontrar en los últimos años un trabajo de direccion tan perfecto) aunque tenga que sacrificar la narración de la historia (que es estática y simple pero efectiva) y el tecnicismo astronómico (cayendo para expertos en errores de peso) para definir un acabado más accesible y sencillo jugando con el atractivo que para todos los mortales tiene el espacio. El suspense que viven los dos protagonistas está presentado con una gran intensidad que incluso cala en los momentos de aparente calma cargados de intimismo simbólico, ya que la amenaza sobrevuela en todo momento y el director no se rinde a flashbacks o saltos temporales que nos sacarían de esa sensación de estar flotando. Es un thriller de supervivencia espacial que dosifica bien ese componente añadiendo un alto valor emocional que, si bien podría antojarse excesivo, es tan humano y comprensible ante la incertidumbre del peligro, que el espectador lo digiere muy bien por su gran humanismo y honestidad. Las imágenes de la Tierra son espectaculares y todo se antoja muy real, lo que hace que no la podamos definir como una película de ciencia ficción, ya que la situación extrema que se vive en la película podría ocurrir perfectamente siendo la peor pesadilla de cualquier plan de la NASA, y suponiendo además una vuelta de tuerca más a lo que contaba “Apolo 13” (con guiño a ella teniendo a Ed Harris como voz del controlador espacial). Emmanuel Lubezki pide de una vez por todas el Oscar a la mejor fotografía ante un trabajo antológico, mientras que la música en algunos momentos está demasiado presente y subraya demasiado los sentimientos y sensaciones, aunque esta pega es lo de menos ya que ayuda a dar más brío y a engrandecer su épico final poniendo la piel de gallina y con el que dan ganas de llorar y de aplaudir. George Clooney está bien, siendo más un soporte que un protagonista, sin cambiar su registro habitual que nos hace pensar que le da igual ir con una escafandra que con el traje de Armani, aunque hay que destacarle como gran apoyo moral y casi guía espiritual llegando a un momento final en el que es imposible no llegar a la lágrima, mientras que Sandra Bullock da todo un puñetazo en la mesa ante un gran reto físico y psicológico que cumple con nota y que es sin duda su mejor interpretación. Más de nueve horas pasaba todos los días en un habitáculo de un metro cuadrado para encarar un personaje que precisaba de unos complicados y estudiados movimientos que tenían que simular la ausencia de gravedad. Ella es el alma de la película con sobriedad y entereza y, al margen de lo visual, es la gran artífice de su triunfo con un papel que se mueve entre la profunda determinación (a lo teniente Ripley) y la vulnerabilidad y frustración ante el reto personal que padece y que se percibe insuperable, además de acabar siendo el motor de la historia con un momento final inolvidable y que entra en la Historia como lo hizo la elipsis de "2001: Una odisea del espacio". No hay que olvidar el componente religioso de la película (fe para agarrarse y ampararse a la supervivencia) y esa metáfora de la vulnerabilidad del bebé separado del útero materno (con posición fetal en una escena de gran poderío y simbología) que sirve también para ahondar en el trauma y drama personal vivido por el personaje de Bullock que le da fuerza tanto ante la muerte como ante la posibilidad de seguir agarrándose a la vida. Alfonso Cuarón ha hecho la película de su vida (impacta la planificación que llevaría todo esto) y llega con esta virguería visual (desde ese lucidor plano secuencia inicial que nos mete en situación) al punto más alto de su carrera en una cinta acontecimiento y que, sin duda, se antoja ya como un clásico moderno y, ante todo, una experiencia inolvidable y fascinante que hay que ver, más que nunca, en la pantalla más grande posible y con el imprescindible 3D, técnica que nació para hacer películas como esta, por bandera. El espectador se siente durante unos ajustados, equilibrados y agradecidos 90 minutos como un punto minúsculo en el cosmos que asiste impotente a la situación sintiendo como si el oxígeno se le fuera agotando mientras sufre y asiste maravillado a la inmensidad del silencio y de la belleza mientras se agarra a cualquier posibilidad de seguir sobreviviendo ante las condiciones más adversas saliendo del cine apabullado, levitando y con congoja emocional por haber asistido a una vivencia incomparable. En definitiva, películas como esta confirman al cine como gran arte y dejan una indeleble huella que la convertirá en referencia para el futuro y en título de visionado y revisionado obligatorio para las generaciones de cinéfilos de aquí en adelante.
Conviene saber: Siete años después de “Hijos de los hombres”, Alfonso Cuarón vuelve a la dirección con una historia escrita a cuatro manos con su hijo Jonás y que ha sufrido una complicada postproducción recompensada ahora con los mayores parabienes de la crítica.
La crítica le da un NUEVE