"La primera escuela"

"La primera escuela"

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El argumento: Francia, finales del siglo XIX. Louise Violet es una profesora parisina, enviada a la campiña francesa. En un lugar donde la vida cotidiana está ligada a las estaciones, la tierra y los cultivos, primero deberá convencer a los habitantes para que envíen a sus hijos a la escuela. Con la ayuda del alcalde, los padres y sus hijos acaban por aceptarla. Pero pronto, su pasado la alcanza. A pesar de los obstáculos, la señorita Violet se entregará en cuerpo y alma a su creencia: la educación es la clave de la libertad.

Conviene ver: "La primera escuela", dirigida por Éric Besnard, se sitúa en la Francia rural de finales del siglo XIX, en las secuelas del fracaso sangriento de la Comuna de París. Su protagonista, Louise Violet (Alexandra Lamy), es una mujer marcada por haber tomado parte en aquella insurrección y por los años de cárcel que debió purgar como castigo. Convertida en símbolo incómodo de un pasado revolucionario, es "desterrada" a un pueblo remoto de la campiña francesa donde la educación ha sido relegada durante décadas. Allí, en un entorno áspero, conservador y agreste deberá enfrentarse con empeño e ilusión al recelo de unos vecinos que la consideran una intrusa, a la desconfianza del alcalde (Grégory Gadebois) y, sobre todo, a la resistencia de unos campesinos aversos al cambio que prefieren mantener a sus hijos en el campo antes que verlos sentados en un pupitre. La película retrata con sensibilidad el choque entre la ignorancia asumida como destino inevitable y la educación entendida como la verdadera vía de emancipación. La tierra como algo tradicional y conservador frente al progresismo del cambio y las nuevas ideas. Besnard, habitual de historias inspiradoras y reparadoras ambientadas en entornos campestres y costumbristas, construye un relato que combina el drama íntimo con un trasfondo social de gran calado, sostenido en la calidez de la ambientación y en la belleza de una fotografía cuidada hasta el último detalle. Sin embargo, ese mismo preciosismo, con sus cielos iluminados y paisajes bucólicos, roza a veces lo pintoresco, suavizando la dureza de un contexto histórico marcado por la precariedad y la represión. El ritmo pausado y el tono contenido acompañan con coherencia la lucha de Louise por convencer, uno a uno, a los habitantes de la aldea. Su empeño se torna más complejo cuando su pasado político sale a la luz y amenaza con minar su autoridad, pero ahí reside también la fuerza moral de la historia: la educación no como un servicio más, sino como un gesto de resistencia y de libertad.

Un elogio a la educación como elemento de unión frente a las desigualdades y como vía hacia un futuro digno del que todo el mundo es merecedor. En ese recorrido, el film encuentra su mayor poder en las interpretaciones. Alexandra Lamy compone una maestra obstinada, luminosa y creíble, que conjuga firmeza y ternura intentando dar una oportunidad a las generaciones del mañana destinadas a cambiar el mundo; mientras que Grégory Gadebois aporta humanidad a un personaje que, partiendo de la rigidez y el rechazo, termina revelando una vulnerabilidad inesperada. Sin embargo, esa solidez actoral contrasta con la construcción del relato, que a menudo peca de exceso de contención y cierto academicismo, como si la historia temiera arriesgarse más allá de lo previsto. La narración avanza con suavidad, sin sobresaltos ni sacudidas, sostenida por buenos sentimientos pero con una falta de garra dramática que resta intensidad a un material que pedía mayor contundencia más allá del choque social y de una mujer que intenta abrirse y superar su losa del pasado. "La primera escuela" se erige como una obra sobria, accesible y honesta, que se deja ver con agrado y que logra recordarnos que la educación pública y universal no fue una conquista inmediata, sino el fruto de luchas silenciosas y persistentes. Puede que no sorprenda ni emocione con la fuerza de otras aproximaciones al mismo tema, pero ofrece un retrato cálido y entrañable de un tiempo en que abrir un aula en medio del campo era, por sí solo, un acto profundamente revolucionario.

Conviene saber: Grégory Gadebois y Alexandra Lamy consiguieron los premios a los mejores intérpretes en el BCN Film Fest 2025.

La crítica le da un SIETE

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