"Romería"
La web oficial.
El argumento: Marina viaja a Vigo para conocer a la familia de su padre biológico, que murió de sida, al igual que su madre, cuando ella era muy pequeña. A través de los encuentros con sus tíos, tías y abuelos, la joven intenta reconstruir un relato de sus padres, pero todos sienten demasiada vergüenza hacia los conflictos de drogas de la pareja, algo que Marina les recuerda con su presencia. Será la historia de amor adolescente que vive con su primo lo que le permite reimaginar a sus padres y conectar con ellos. De esta forma, inventa un cuento, gracias al diario de su madre, que la libera del estigma que su familia siente por ellos y cumple el deseo de entender el pasado...
Conviene ver: “Romería” cierra una trilogía muy personal que completa las anteriores "Verano 1993" (2017) y “Alcarràs” (2022). "Romería" es un delicado recorrido hacia los orígenes que definen una identidad frente a secretos, silencios y prejuicios que también se antoja como la película más libre, radical, personal y costumbrista de la directora a la hora de poner en el foco la historia de sus propios padres. Naturalismo accesible abrazando lo epistolar (potenciando el recurso que ya utilizó en el cortometraje “Carta a mi madre para mi hijo”), lo costumbrista y lo poético adentrándose en una época acostumbrada a ser narrada en el cine desde el estigma o desde el idealismo.
Carla Simón se permite incluso homenajear a Carlos Saura en una deliciosa fabulación de verdad y memoria realzada por la fotografía de Hélène Louvart en un viaje onírico que parte de la Santa Compaña y que transita sobre el intenso azul del Atlántico a la hora de proponer la reparación de la memoria. Carla Simón invoca a la familia perdida imaginando lo que pudo ser, al tiempo que asume que no todos los recuerdos pueden transmitirse de generación en generación; muriendo algunos de ellos con nosotros. Una cámara que explora rincones entre rincones del casco urbano de Vigo, las largas sombras de la tarde y la caricia del mar.
Una cinta sobre cómo encajar la pérdida y cómo eso nos define a los demás en una evocación nostálgica que nos construye para reafirmarnos en lo que somos y seremos frente a oscurantismos, secretos, recuerdos distorsionados y medias verdades teñidas de vergüenza, culpa y miedo. Un pasado a recomponer con muchos de sus protagonistas difuminados en el tiempo por haber muerto bien de sida, sobredosis o accidente de tráfico. Llucía García es el alma de la película en su trabajo debutante secundada de un buen plantel de intérpretes que realzan esa panorámica de personajes influidos por el peso de la tierra, el mar y de un pasado que se resiste a abandonarles por unas heridas que si bien se pretenden ocultar siguen abiertas.
La directora gana peso como cineasta sin renunciar a su personal autoría abandonando la cámara en mano y contando con actores profesionales, además de contar con música y con la fotografía de la responsable en este campo de las películas de Alice Rohrwacher. Un guión inteligente, delicado y sutil que habla mucho de su familia pero también de todos nosotros con los prejuicios de clase y convencionalismos hipócritas insertados en nuestro ADN.
Una abuela que prefiere ver por la televisión la boda de los príncipes Felipe y Leticia que de mostrar algo de afecto por unos nietos que no quiere que le ensucien la piscina, ese abuelo que reparte dinero a sus nietos sin esconder sus mayores o menores afinidades por ellos, o unos tíos de apariencia accesible pero que se esconden en sus rutinas diarias para que no aflore el hecho de que no han estado a la altura durante este tiempo de ausencia. Todo ello sobre una tensión latente con la mera presencia de una Marina que, si bien no pueden condenarla, les recuerda todo aquello que les avergüenza y que han querido esconder.
Carla Simón reafirmará a sus seguidores y ganará nuevos adeptos con esta cinta llena de honestidad en sus diálogos, partiendo de las cartas de la propia madre de la directora, madurez y brillantez a la hora de retratar a los jóvenes de una generación que, tras la dictadura franquista, fueron víctimas de un hedonismo mal entendido y una libertad desaforada que terminó arrollando a muchos cayendo en brazos de las adicciones y el desenfreno. La directora recompone y rellena los vacíos de la memoria explorando nuevos ámbitos (estupendos golpes de humor de raigambre gallega) con calidez ensoñadora tocando por momentos el suspense y el drama de secretos familiares. Un paso adelante en su filmografía que parece cerrar definitivamente sus recuerdos familiares para abrazar nuevos territorios.
Conviene saber: A competición en el Festival de Cannes 2025.
La crítica le da un OCHO

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