¿Quién de nosotros no estaba sentado en un bar y de repente ha puesto el oído en la conversación de la pareja que está a nuestro lado? ¿Quién de nosotros, mientras estamos sentados esperando a entrar en la consulta del médico, no se ha dedicado a mirar a los que están allí intentando ver lo que les ocurre? ¿Quién de nosotros no ha tenido alguna vez la ventana de su cocina abierta y ha mirado un momento a través de ella viendo enfrente lo que hacían los vecinos?. Hitch realizó esta película como un homenaje a todos aquellos que, alguna vez, hemos invadido la intimidad de alguna persona, cosa que ocurre a diario, y más aún teniendo en cuenta lo actual que es este tema, viendo como cada día en nuestra sociedad el derecho a la intimidad tiene el mismo valor que un trozo de papel mojado, donde, a través de televisión, prensa y radio, se conoce hasta el último detalle de las personas, aunque la mayor parte de ellas no den su consentimiento. Pero no sólo los voyeurs son aquellos que se interesan en la vida de los demás más que en la suya propia, si no también los cinéfilos. Esta película habla sobre el voyeurismo, pero también sobre la evasión que supone el tener algo enfrente que nos aparte la mirada de nuestros problemas, y ese es el principal cometido del cine, ya que a través de una pantalla de cine nos hemos metido en la vida de miles de personas. Pero la película también es un homenaje del propio Hitchcock a si mismo, dado que se consideraba un voyeur obsesivo, siendo una muestra de ello todo su cine, como el comienzo a través de varias ventanas de “Psicosis” o la persecución en coche de Scottie a Madeleine en “Vértigo”.
Desde el comienzo de la película, Hitchcock nos muestra lo que va a ser esta cinta. Con una prodigiosa economía de medios, un mero barrido de cámara, sabemos cuantos vecinos hay en el edificio, que hace un calor sofocante, y nos presenta al personaje de L. B. Jeffries, del que sabemos que es fotógrafo para un periódico, que tuvo un accidente en un circuito de carreras, en el que se rompió una pierna que le tiene inmóvil en una silla de ruedas... pero encontramos una foto más, de una revista del corazón en el que vemos a una bellísima mujer, cuya identidad no conocemos aún. Desde ese preciso momento, asistimos al desarrollo diario de las vidas de los vecinos del protagonista, mientras este les observa durante sus tareas cotidianas, y podemos observar a un puñado de gente de lo más peculiar, que va desde una mujer que siempre cena sola con plato para dos, un matrimonio joven que no sale del dormitorio, un compositor frustrado, y la pareja más importante: un matrimonio en el que ella está en la cama enferma y no paran de discutir.
Hay un momento absolutamente mágico, y es la presentación del personaje de Lisa. Podemos ver todo a oscuras, ya que está anocheciendo, y de repente una sombra se cierne sobre Jeff, que duerme plácidamente. Siendo una película de Hitchcock, podemos esperar cualquier cosa al presentarse con ese suspense, aunque de repente, Jeff abre los ojos y sonríe ante lo que le espera, y Hitch nos sorprende con el primer plano más bello jamás sacado a una actriz en la historia del cine, y después con un beso rodado en primer plano que recuerda mucho al de “Al final de la escapada” entre Belmondo y Jean Seberg. Deducimos que Jeff es un hombre afortunado, tiene un trabajo que le gusta, y tiene a una mujer bellísima que deja todo el mundo de glamour y fiestas en que vive para pasar con él el mayor tiempo posible, e intentar alegrarle durante su lesión... pero nos damos cuenta de que él no es feliz con esa vida. Descubrimos que Lisa es tan absolutamente perfecta que Jeff no ve ninguna opción de que esa relación llegue a buen puerto, ya que pertenecen a dos mundos totalmente opuestos, y que él cree que es imposible unificar.
James Stewart es este voyeur que, cada vez más, se encuentra más absorto por lo que ocurre en el vecindario que en su propia vida, anodina y paralizada debido a la rotura de una pierna en unos asfixiantes días de calor. Era su segunda colaboración con Hitchcock, seis años después de "La soga", y además de una de las intrigas más apasionantes y repetidas de la historia del cine pudimos disfrutar de la química y el encanto de una pareja apasionante como la formada por Jimmy y una candorosa Grace Kelly, antes de reinar en Mónaco.
El Gran Premio honorífico Geoffrey Rush ya está en Sitges. A primera hora de la mañana ha sido el pase de prensa de su película “The rule of Jenny Pen” que cuenta la historia de un juez ingresado en un geriátrico después de sufrir un derrame cerebral. Allí tiene que lidiar con un anciano psicópata que se dedica a hacer la vida imposible al resto de residentes. Una película al servicio de dos actorazos como son Rush y John Lithgow, llena de intriga y sobre todo angustia ante la imposibilidad de los personajes de defenderse por sus incapacidades lo que aún resulta más desagradable para el espectador cuando está viendo las tropelías a las que son sometidos. Curiosa la profesión escogida para el protagonista; juez, que decide sobre la vida de los demás y que en estos momentos le cuesta decidir sobre la suya propia.
Hoy ha sido un día relativamente tranquilo aquí en Sitges, al menos para mí. Yo ya tengo una edad y hay días que necesito organizármelo de manera que pueda parar un poquito y cargar pilas porque sino no llego viva al último día. Además, el bichito viene con nosotros a rematar el festival y va a ser tarea complicada llegar a todo. Parece mentira pero hemos pasado el ecuador casi sin darnos cuenta. Este año va todo más deprisa que los anteriores. Pero aún queda tela que cortar, queda el plato fuerte. Geoffrey Rush llega mañana y hay ganazas, esperemos que todo salga bien y le pueda ver. Mientras tanto, aquí te dejo variedad de películas.
Esto parece un parque temático, hoy era el día de Nacho Vigalondo. El actor y director vuelve a Sitges de nuevo como director (tras presentar "Colossal" en 2016) para el estreno de “Daniela forever”, un film rodado en inglés con un cast de lo más internacional entre los que se encuentran Aura Garrido, Rubén Ochandiano, Henry Golding y la italiana Beatrice Grannó, a la que algunos conocerán por la serie “The White Lotus” y otros por ser la hija del doctor Andrea Fanti en la serie “Doc”. En este último grupo me incluyo yo y no sabes la ilusión que me ha hecho verla. He visto la película, he ido a la rueda de prensa y al photocall en el Mirador. La alfombra roja me la pierdo porque tengo película pero oye, no se puede estar en todo.
Hoy ha sido un día completito, películas, fotos, rueda de prensa… Ayer por la noche fue el primer pase de prensa de “Bodegón con fantasmas”, debut en la dirección de Enrique Buleo que ha tenido su presentación a lo grande en el Auditori. Si ayer fue un éxito total no quiero ni imaginarme lo que habrá sido hoy. La película está dividida en cinco capítulos en los cuales se habla de la vida y la muerte a través de la presencia de fantasmas, de diferentes tipos. Porque no todos los fantasmas lleva una sábana. Una película costumbrista donde llegamos a la conclusión que no todos los muertos son los que ya no están entre nosotros, sino que a veces se puede estar muerto en vida.