Tardé poco en descubrir que la guerra es un problema de genética social. En los primeros campos labrados fueron devotos de las diosas de la fecundidad, de caderas amplias y tetas generosas, y hay que ver que cantidad de tetas tienen algunas imágenes de aquellas diosas. Pero con el paso del tiempo fueron desplazadas por los dioses machos de la guerra. Y los humanos empezamos con el rollito de los himnos de alabanza a la gloria de los reyes, los jefes guerreros y los altos sacerdotes. Así que el primer gran cuento en forma de libro es una guerra, Troya, y la primera gran película es otra “El nacimiento de una nación”.
¿Porqué nos matamos? La respuesta la dio Michael Douglas en una frase lapidaria de “Wall street”: “Porque se puede”. Lo que quiere decir que hasta que el feto que sale al final de “2001: Una odisea del espacio” no llegue a la tierra y nos alejemos más del mono esto no tiene más solución que refugiarse en un cine.
Hacia 1912 los usamericanos vieron unas cuantas películas italianas , “Ben-Hur” entre ellas, que eran larguísimas para las pelis de un rollo que se hacían en su país, y no parecieron cansarse de tanto cine porque era muy espectacular.
Inspirado por este ejemplo, Griffith pensó en dejar de hacer las producciones cortas y baratas que ya dirigía sin ningún esfuerzo ni estímulo. Empezaba la Primera guerra Mundial en Europa y también una historia mucho más épica de la Guerra Civil usamericana, “El nacimiento de una nación”.
Sus inversores se preocuparon cuando los costes crecieron hasta los 100.000 dólares, convirtiéndola en la producción más cara hasta entonces, pero sus dudas se desvanecieron rápidamente por la entusiasta respuesta del público. “El nacimiento de una nación” fue un fenómeno nacional, alabada como una obra de arte, y consiguió unas recaudaciones estimadas en 50 millones de dólares.
Griffith encargó al joven Raoul Walsh (después un gran director) que hiciese algunas tomas-detalle de pequeños grupos de soldados, confederados y yanquis, avanzando.
«Sólo asegúrate de que un bando avanza hacia un lado y el otro hacia el otro lado», le dijo a Walsh. Así que Walsh se fue a un campo con unos cuantos hombres, una cámara, y varios uniformes. Primero los extras avanzaron hacia un lado vestidos de azul, después hacia el otro de gris. Ninguno de ellos sabía para qué lo hacían, pero Griffith había previsto que la acción fragmentada encajaría. Lo que nadie vio entonces fue que el nuevo método era en sí mismo la metáfora más soberbia de lo que es la guerra, salvo que mientras los soldados de verdad siguen en la inopia, a menudo los que dirigen no saben si lo suyo va a encajar.
A pesar de que la guerra era de película, mató al director. Le empujó a convertir su siguiente proyecto, “Intolerancia” en un proyecto monstruoso que lo arruinó y lo acabó sacando del cine.
Desde aquella película el cine ha aprendido mucho, y por lo general a convertir la estupidez en exhibiciones de heroísmo, aunque no siempre es así…. En este video de los psicos de LoQueYoTeDiga para el Canal TCM tienes unos pocos minutos para ponerte un casco y viajar a las guerras de cine…
Pasan las semanas y seguimos pensando que esta carrera al Oscar está muy definida entre dos películas. De momento no parece que haya avistamientos de inercias que vayan a cambiar esa tendencia. Lo que sí se percibe, en redes y entre críticos y oscarólogos de nueva cepa, es esa grandilocuencia que domina en nuestros tiempos y que busca el caso y la atención. Un maximalismo que puede suponer una estaca en el corazón para más de una cinta en la carrera al Oscar y que también podrían sufrir en sus propias carnes tanto “Una batalla tras otra” como "Hamnet".
Jennifer Lawrence es una de las estrellas de su generación y una actriz prácticamente infalible como demuestra en “Die, my love”, todo un reto en un torbellino emocional y torturado que le ha brindado la directora Lynne Ramsay. Mary Carmen Rodríguez (también editora del podcast) nos proyecta sus cinco secuencias. Alexandre Desplat suena en La Música Clásica De Nuestro Tiempo de Iker González Urresti por su portentoso trabajo para “Frankenstein” y recordamos a la actriz Diane Ladd, todo un ejemplo de clase, integridad y verdad. En Leer cine, la biblioteca sonora de Carlos López-Tapia, “La desconocida” de J.D. Barker y James Patterson, las apuestas de Colgados de la plataforma y la crítica de las favoritas “Un fantasma en la batalla” y “Una batalla tras otra". ¡Muchas gracias por escucharnos!
El Gremio de Actores (SAG) sigue redefiniendo sus premios de cara al futuro desde que en 2023 (el primer año desde su canal de YouTube y más adelante desde su plataforma) Netflix marcara un nuevo tiempo emitiendo en directo una de las citas más importantes y trascendentales de la carrera de galardones previa al Oscar. Ahora, y desde esta temporada, anuncian un cambio de denominación ya que los premios pasarán a ser conocidos como The Actor Awards.
No es improbable que en el altillo de alguna casa actual quede una caja con algo de otra época. Podría ser un viejo corsé de ballena. No una imitación, sino uno auténtico, hecho con barbas extraídas del paladar de un cetáceo. De esas piezas se fabricaban cientos de miles cada año en el siglo XIX. Una sola ballena podía dar material para más de 300 corsés, además de látigos para cocheros, varillas de paraguas y varas de sombrilla. Aquella industria llenaba los escaparates de Londres y París con un lujo sostenido por uno de los trabajos más duros del planeta. Hoy, en cambio, pagamos fortunas para ver ballenas vivas: un viaje de avistamiento en Baja California, México, puede costar entre 2.000 y 3.500 euros por persona, con alojamiento y guía incluidos. El turismo paga por perseguir lo que antes se mataba. "La sangre helada", la serie dirigida por Andrew Haigh y basada en la novela de Ian McGuire, vuelve a las plataformas para activar esa paradoja.