Actor de método, concienzudo y camaleónico. También extremo, excesivo y cargante. Todo esto lo reúne Sean Penn, que a pesar de todo pocos pueden dudar que es uno de los mejores actores del cine actual. 4 nominaciones al Oscar (ganando la estatuilla por "Mystic river") son un excelente bagaje que se ampliará con la nueva candidatura que logrará esta semana por "Milk", la cinta en la que se mete en la piel del concejal de San Francisco Harvey Milk que inició una revuelta a favor de los derechos de los homosexuales.
La forería se ha decantado por "Mystic River" como el momento en el que mejor ha estado Sean en pantalla. Teniendo otras buenas interpretaciones como “Carlito´s way”, “Pena de muerte”, “Acordes y desacuerdos” y “21 gramos” la verdad es que está muy difícil.
El rodaje de “Mystic River” en Boston despertó un interés inusitado entre la población, hasta el punto de que más de 2.000 personas se presentaron a las pruebas de casting para seleccionar a los extras que pueden verse en la película. Todos querían ver de cerca de Sean y la verdad es que el actor no decepcionó a los que allá se agolparon atendiendo a todos los que se dirigieron a él. Sorprendente cuando suele encabezar la lista de los famosos que más ariscos son con los cazaautógrados.
Penn nunca ha entendido muy bien ese final en el que comparte un guiño con Kevin Bacon en el que éste simula dispararle mientras el otro alza la mirada al cielo encogiéndose de hombros. Una escena de dudosa moral después de haber visto la película para la que Sean también tiene sus interpretaciones: “Clint quería que los actores conociéramos los detalles justos para así hacer creíbles a los personajes. Supongo que el valor que da a la amistad infantil algo tendrá que ver en la relación de los personajes teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad que opta por el mal menor”.
Las primeras páginas del guion literario de esta serie indicaban lo siguiente: "Un amanecer que parece no querer llegar del todo, envuelto en un gris espeso, como si la ciudad estuviera reteniendo el aliento. La cámara avanza lentamente por un polígono industrial casi vacío. El sonido es mínimo: un viento leve, metal vibrando en alguna parte, una puerta mal encajada que golpea a intervalos irregulares. Los edificios que rodean la escena tienen el aspecto típicamente londinense de principios de los ochenta: ladrillo desgastado, cristales empañados, carteles viejos que nadie se preocupa ya en retirar.
No hace tanto tiempo pero ya parece que hace un mundo cuando quien más quien menos presentaba al mundo las 30, 40 o 50 películas destinadas a estar presentes en la carrera al Oscar 2026. El paso del tiempo, la selección natural, el pinchazo de calidad de algunos títulos y cierto ensimismamiento tendente a apoyar a los favoritas de turno, ha desembocado en lo que podría haber sido una carrera entre dos para terminar definiéndose, de manera poco sorprendente a estas alturas, en un paseo militar para Paul Thomas Anderson. La emoción quizá ya no está en la zona alta pero sí reside en películas que pelean por los puestos bajos de mejor película con el fin de que les den al menos la opción de poder decir que han sido nominadas al Oscar. Con las recientes nominaciones de Critics’Choice y Globos de Oro, ¿podemos ya dar por aseguradas al menos a 8 de las 10 futuras nominadas al Oscar?
A más de uno le puede tentar el decir que “Five nights at Freddy’s 2” es una secuela innecesaria pero eso no puede estar más lejos de la realidad si nos vamos a los números. 64 millones de dólares que, aunque empeoran los datos de su predecesora, suponen un éxito seguro para Universal Pictures siendo el mejor estreno histórico de un primer fin de semana de diciembre.