El director Neil Jordan metió mano en 1999 a la obra de Graham Greene “El fin del romance”, todo un alegato del erotismo y la pasión sexual que fue prohibido por la España franquista ante el calor que se desprende en sus páginas. Calor erótico y también una fuerte crítica a la religión que es para la mujer protagonista de la novela la causa por la que no puede vivir con el hombre al que realmente ama. Todos esos componentes eran demasiado comprometidos para la España de los 50 e incluso para la Usamérica que se refugiaba en la apariencia.
Greene no hacía más que relatar un episodio autobiográfico que vivió con la mujer de uno de sus mejores amigos. Catherine Waltson era el nombre de la mujer que estableció una fuerte relación pasional con el escritor siendo prácticamente “vox populi” dentro del entorno de la pareja y del marido ultrajado, el terrateniente inglés Henry Walston. La traumática separación, que dejó tanto a Greene como a Catherine como fantasmas de si mismos, es el detonante de la historia de amor intenso pero predestinado a truncarse de “El fin del romance”.
La película se desarrolla en el Londres de la II Guerra Mundial en el que bajo las bombas del conflicto se desarrolla la pasión furtiva e intermitente de Maurice Bendrix (ex combatiente en la Guerra Civil española) y Sarah Miles, una mujer casada y devota católica. Esos encuentros se verán interrumpidos cuando una explosión ponga en serio peligro la vida de Maurice y esta se comprometa con Dios a dejar de ver a su amante si logra recuperarse. En definitiva, una relación movida también por los remordimientos católicos que tiene Sarah al interpretar el percance como una señal divina sobre su conducta.
Neil Jordan no escatima en escenas de alto voltaje entre Ralph Fiennes y Julianne Moore, los actores que se ponen en la piel de esta pareja de amantes, y que contribuyen a reflehar una relación que presenta una gran fidelidad con la novela. Muy alejada de la versión algo pacata y puritana que interpretaban Van Jonson y Deborah Kerr en la primera adaptación de la obra de Greene y que se llamó “Vivir un gran amor” siendo estrenada en 1955, sólo tres años después de publicarse el libro.
Una década después de su estreno pocos recuerdan la película, que además de valerle una candidatura al Oscar a Julianne Moore, despertó un gran interés por un conjunto de escenas pasionales que se basaban, además de en el amor, en la excitación de lo prohibido en una época en la que todo parecía estipulado.
Es una pena que pase tan desapercibida, la habré visto unas seis veces y es una de esas películas que me sigue dejando clavada con sus diálogos. Y aunque las escenas entre Fiennes y Moore son incendiarias, si tuviera que quedarme con una sería con el momento en el que suben las escaleras y Fiennes desliza su mano bajo la falda de Moore.
- El amor no se acaba sólo porque dejemos de vernos
(...)
- Esa no es mi clase de amor
- Puede que no haya otra
Capitan Clostridium
16 años atrás
Yo no la he visto aún. La confundo con "Lejos del cielo" (creo que se llamaba así) del mismo año y también protagonizada por J. Moore. Recuerdo que ambas tuvieron una pequeñísima participación en los Oscars de ese año.
A ver si veo el fin del romance, por fin.
Rodri
16 años atrás
No, ésta es de 1999 y "Lejos del cielo" del 2002.Por ambas obtuvo Julianne Moore una nominación al Oscar, que no consiguió.
Prefiero "Lejos del cielo", ha sido también más recordada. Hubo algo en "El fin del romance" que no me convenció...
kunboy
16 años atrás
Julianne Moore y Ralph Fiennes, dos actorazos en una soberbia película.
A los 96 años ha muerto el inolvidable y por siempre eterno actor Héctor Alterio. Argentina y España quedaron unidas más allá del charco gracias a su talento y recuerdo en trabajos que demostraron que el cine no entiende de patrias sino de emociones, memoria y dignidad a la hora de tender puentes a través del cine. Como elementos principales tuvo su innegable carisma, una voz llena de matices y una capacidad de que las emociones traspasarán la pantalla a través de una mirada limpia y expresiva gracias a sus ojos azules. Una larga vida en la que se dedicó hasta el último día al oficio al que tanto amaba y al que contribuyó a elevar a altas cotas siendo merecedor por todo ello del Goya de Honor en 2004.
Hay actores que traspasan lo que es una vida para formar parte de nuestros recuerdos para siempre. Es algo que va más allá de cualquier premio e, incluso, de la propia existencia ya que trascienden por siempre gracias a la pantalla. Es el caso de un Dick Van Dyke que celebra 100 años de vida en vida. Un nombre icónico de la industria del entretenimiento que bien merece del que se hable de él y se le reivindique cuando todavía puede recibir esa gratitud de su público por tantas risas y buenos ratos compartidos. Un rostro muy querido por su vitalidad, ironía y ligereza siendo un torrente de optimismo frente a la adversidad. Se una a una lista de centenarios compuesta por Kirk Douglas, Olivia de Havilland, Bob Hope y Gloria Stuart o las todavía vivas Eva Marie Saint y Lee Grant.
Las primeras páginas del guion literario de esta serie indicaban lo siguiente: "Un amanecer que parece no querer llegar del todo, envuelto en un gris espeso, como si la ciudad estuviera reteniendo el aliento. La cámara avanza lentamente por un polígono industrial casi vacío. El sonido es mínimo: un viento leve, metal vibrando en alguna parte, una puerta mal encajada que golpea a intervalos irregulares. Los edificios que rodean la escena tienen el aspecto típicamente londinense de principios de los ochenta: ladrillo desgastado, cristales empañados, carteles viejos que nadie se preocupa ya en retirar.
No hace tanto tiempo pero ya parece que hace un mundo cuando quien más quien menos presentaba al mundo las 30, 40 o 50 películas destinadas a estar presentes en la carrera al Oscar 2026. El paso del tiempo, la selección natural, el pinchazo de calidad de algunos títulos y cierto ensimismamiento tendente a apoyar a los favoritas de turno, ha desembocado en lo que podría haber sido una carrera entre dos para terminar definiéndose, de manera poco sorprendente a estas alturas, en un paseo militar para Paul Thomas Anderson. La emoción quizá ya no está en la zona alta pero sí reside en películas que pelean por los puestos bajos de mejor película con el fin de que les den al menos la opción de poder decir que han sido nominadas al Oscar. Con las recientes nominaciones de Critics’Choice y Globos de Oro, ¿podemos ya dar por aseguradas al menos a 8 de las 10 futuras nominadas al Oscar?
Es una pena que pase tan desapercibida, la habré visto unas seis veces y es una de esas películas que me sigue dejando clavada con sus diálogos. Y aunque las escenas entre Fiennes y Moore son incendiarias, si tuviera que quedarme con una sería con el momento en el que suben las escaleras y Fiennes desliza su mano bajo la falda de Moore.
- El amor no se acaba sólo porque dejemos de vernos
(...)
- Esa no es mi clase de amor
- Puede que no haya otra
Yo no la he visto aún. La confundo con "Lejos del cielo" (creo que se llamaba así) del mismo año y también protagonizada por J. Moore. Recuerdo que ambas tuvieron una pequeñísima participación en los Oscars de ese año.
A ver si veo el fin del romance, por fin.
No, ésta es de 1999 y "Lejos del cielo" del 2002.Por ambas obtuvo Julianne Moore una nominación al Oscar, que no consiguió.
Prefiero "Lejos del cielo", ha sido también más recordada. Hubo algo en "El fin del romance" que no me convenció...
Julianne Moore y Ralph Fiennes, dos actorazos en una soberbia película.