Cine en serie: "Esto te va a doler", o cómo terminar con la sanidad pública

Cine en serie: "Esto te va a doler", o cómo terminar con la sanidad pública

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Querido Teo:

"Prométame algo: la próxima vez que el Gobierno eche la caballería por encima de la sanidad pública, no se limite a tragarse lo que le digan los políticos. Piense en el peaje que se cobra este empleo en cualquier profesional de la salud, tanto en su vida privada como en el trabajo. Y recuerde que hacen una labor absolutamente imposible en la medida de sus capacidades. El tiempo que usted pasa en el hospital tal vez les duela más a ellos que a usted".

Adam Kay es el autor de las palabras anteriores. Hoy es un guionista de comedias para la televisión. Llegó a serlo tras probar como médico el sistema público de salud británico. Un día recibió un aviso del colegio de médicos comunicándole que le iban a quitar su licencia por llevar cinco años sin ejercer. Recuperó entonces la serie de diarios que había escrito durante su periodo de médico en prácticas y escribió el libro "Esto te va a doler". Fue libro del año en 2017. Cinco años después llega la serie basada en el libro. Es una serie de siete capítulos que va de horripilante a hilarante; de indignante a admirable.

Dos hechos son el origen de esta serie. El primero es que Adam no resistió la presión de un pediatra que se enfrenta a urgencias y problemas de embarazadas y partos, y dejó la medicina.

"Pregunté si podía trabajar media jornada («no, a menos que estés embarazado») e investigué la opción de pasarme a medicina general. Pero para eso tendría que volver a ser residente de primer año durante un par de años, para trabajar en urgencias, pediatría y psiquiatría. No me apetecía hacer ese largo viaje hacia atrás para después volver a avanzar hacia delante y descubrir que tampoco me gustaba. Hice una pausa en mi formación y me dediqué sin demasiadas ganas a la investigación y a cubrir turnos tranquilos como interino en unidades privadas, pero al cabo de unos pocos meses colgué el estetoscopio. Lo dejaba".

Durante mucho tiempo Adam no lo reconoció, no hablaba de ello: "Mis padres reaccionaron como si les hubiese dicho que me iban a juzgar por pirómano. Al principio no era capaz de hablar del tema y luego se volvió algo de lo que, sencillamente, no hablaba. Cuando me acorralaban, me ponía la nariz roja de payaso y recurría a mis anécdotas sobre objetos dentro de anos y pacientes diciendo cosas graciosísimas".

Tardó, pero logró reconocerlo al recuperar aquellos diarios, que le sirvieron para reflexionar sobre quién era y por qué: "Hoy en día, lo único a lo que me dedico es a escribir palabras para otras personas: escribo y corrijo guiones de comedia para televisión. Ahora, un mal día en el trabajo consiste en que el ordenador se cuelgue o en que una serie de televisión mala obtenga una audiencia mala; cosas que, literalmente, no son para nada importantes desde una perspectiva vital. No echo de menos lo que era un mal día para un médico, pero sí añoro los días buenos. Echo de menos a mis colegas y echo de menos ayudar a otras personas. Echo de menos la sensación al conducir hacia casa sabiendo que has hecho algo que vale la pena. Y me siento culpable porque el país invirtiera tanto dinero en mi formación para luego largarme sin más".

El segundo hecho en el origen de "Esto te va a doler" ocurrió en 2016, cuando el Gobierno británico comenzó a librar una guerra contra los médicos de la sanidad pública, acusándolos de anteponer el dinero a su profesión y obligándolos a trabajar más duro por menos dinero que nunca.

"Sentí una inmensa solidaridad con ellos. Y cuando el Gobierno mintió sistemáticamente asegurando que lo único que pasaba era que los médicos eran unos avariciosos y se dedicaban a la medicina por el dinero, por cualquier cosa salvo por el mejor interés de sus pacientes, me quedé de piedra. Porque sabía que no era cierto.

Los médicos júnior perdieron esa batalla, en gran medida porque el discurso vociferante y siniestro del Gobierno ahogó el suyo, una voz tranquila, razonable y suave. Pensé que todo profesional de la salud, hasta el último médico, enfermero, comadrona, farmacéutico y fisioterapeuta, debería explicar en voz alta la realidad de su trabajo, para que la próxima vez que el Ministro de Sanidad mintiera al afirmar que los médicos solo buscan el dinero, el público supiera lo ridículas que eran sus palabras".

Adam echó de menos que alguno de sus profesores en la especialidad que él había elegido pensando en ayudar a niños y madres, le dijera que, cuando se jubilara, habría un autobús lleno de niños muertos o con parálisis cerebral, y que en el lateral de ese autobús estaría escrito su nombre. Pero en cualquier caso no se puede dejar de pensar como médico nunca. No se pueden olvidar las enseñanzas aprendidas.

"Aún me siento muy unido a la profesión: uno nunca deja de ser médico. Sigues corriendo para ayudar al ciclista herido despatarrado en la carretera y sigues respondiendo a los mensajes de texto de amigos de amigos que te piden consejos sobre fertilidad por la cara".

El humor es un recurso habitual en los hospitales para soportar desgracias y malas noticias, así se emplea en la serie y no empaña una realidad condensada en casos y situaciones terribles, por más comprensibles que Adam las haga. Muchas secuencias se han llevado a la pantalla literalmente respecto al libro.

"Un amigo me habló de una cesárea perimortem que había realizado: una madre cayó muerta delante de él y le sacó al bebé directamente en el suelo. El niño sobrevivió. «¡Ha salvado al que no debía! ¡Ha salvado al que no debía!», era lo único que gritaba el padre".

Adam se apoya para la historia en otro tema recurrente, que todo el mundo recuerda lo triste, lo malo, con todo lujo de detalles. "Tu cerebro pulsa la tecla de grabación en alta definición. Pueden decirte el número del quirófano en el que sucedió, en una planta de maternidad que vieron por última vez hace una década, los zapatos que calzaba el marido de la paciente y la canción que sonaba en la radio".

Adam es interpretado por Ben Whishaw, al que hemos visto en la serie "Fargo", conocido además por su papel como ayudante de 007 en sus últimas entregas. Pone con talento a su personaje al servicio sin dudas de su trabajo y también muy cerca de la decisión de abandono, junto a los actores que interpretan profesionales como la copa de un pino al borde de las lágrimas, o incluso al de decisiones más graves y radicales que la del propio Adam.

"Mientras escribía este libro, seis años después de dejar la medicina, me reuní con docenas de antiguos colegas. Lo que me cuentan desde la planta de maternidad revela que el sistema público está en peligro. Todos hablan de éxodo en el entorno de la medicina. Cuando lo dejé yo, mi caso era un error en Matrix, una aberración. Ahora en todas las hojas de turnos hay cicatrices dejadas por médicos que han activado su Plan B, que se han ido a trabajar a Canadá o a Australia, a empresas farmacéuticas o a la City de Londres. La mayoría de mis antiguos colegas buscaban desesperadamente una cuerda de salvamento que les permitiera saltar en paracaídas de esta profesión. Médicos brillantes y apasionados a quienes los políticos habían presionado hasta hacerles renunciar a sus motivos para quedarse. Personas que, en otras épocas, habían reprogramado sus propias bodas por este trabajo".

Creo que vale la pena que le déis un vistazo a la primera temporada de esta serie porque también habréis percibido igual que yo, la tendencia natural del capitalismo triunfante a deshacerse o reducir el máximo posible los sistemas públicos de sanidad.

Vídeo

Carlos López-Tapia

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