Conexión Oscar 2023: Colin Farrell, de promesa rebelde a sólida y versátil madurez

Conexión Oscar 2023: Colin Farrell, de promesa rebelde a sólida y versátil madurez

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Querido Teo:

Es la primera vez desde 1934 en que todos los actores nominados en la categoría protagonista al Oscar 2023 obtienen su primera nominación. Es una muestra que habla de relevo generacional (en el caso de Austin Butler y Paul Mescal), de regresos celebrados (Brendan Fraser) y de actos de justicia (Bill Nighy). También se suma a ello Colin Farrell, el cual saltó al estrellato hace dos décadas como un rebelde irlandés y que se ha reconducido como un asentado actor de prestigio. Una prueba de ello es que estamos ante el mejor año de su carrera (aunque parece que no se vaya a redondear al final con el Oscar) habiendo coincidido en el tiempo "The Batman", "Trece vidas", "Despidiendo a Yang" y "Almas en pena de Inisherin", siendo ésta su tercera colaboración con Martin McDonagh.

Colin Farrell iba para futbolista siendo su padre Eamon Farrell, un jugador irlandés de los años 60 y 70 que llegó a ser famoso. Pasó bastante tiempo jugando en equipos juveniles, pero se apuntó a clases de Arte Dramático y allí sintió la llama de la vocación. Su temperamento era proporcional a su determinación y constancia lo que le llevó a apuntarse a un grupo de danza que se iba de gira por Australia. Al volver se matriculó en la Escuela de Arte Dramático Gaiety de Dublín, donde estudió actuación e interpretación junto con su hermana. De allí a Londres.

Kevin Spacey le dio la oportunidad, tras verle en el teatro, de formar parte de “Criminal y decente” (2000) pero Farrell, en verdad, debe su carrera a Joel Schumacher que le confío el papel protagonista de “Tigerland” (2000) dando vida a un joven recluta que, junto a otros compañeros, se forma en un campo de entrenamiento de Louisiana como paso previo a la Guerra de Vietnam. Una mirada antibelicista sobre tantos chicos que fueron engañados persuadidos por la idea de ser de utilidad a sus países como contraposición y respuesta a unas vidas descarriadas y sin esperanza.

Era la promesa del momento, a lo que sumaba un atractivo siempre bien recibido en la cuna del esteticismo, y Hollywood estaba dispuesto a adoptarle porque, a pesar de su vena gamberra y continuas salidas nocturnas, esto nunca empañaba su profesionalidad logrando que la resaca no se notara en ningún set de rodaje estando siempre a punto en el registro justo que le era requerido.

Protagonizó con Bruce Willis “La guerra de Hart” (2002) y por momentos eclipsaba a Tom Cruise en "Minority Report" (2003), todo a pesar de haber sido la tercera opción de Steven Spielberg tras las renuncias previas de Matt Damon y Javier Bardem que en ese momento de su carrera no estaba muy por la labor de saltar tejados y dejarse llevar por los cantos de sirena de Hollywood.

Al mismo ritmo que transcurría su carrera también crecía su listado de conquistas amorosas, fueran jóvenes o mayores, cantantes, modelos, actrices o chicas anónimas, lo que todavía asentaba más su imagen de valor al alza para un sistema que también necesita Casanovas contemporáneos. Farrell aprovechaba al máximo una vida que le sonreía y que le llevó a repetir con Joel Schumacher encerrado en la cabina de “Última llamada” (2002) o en la política “Veronica Guerin” (2003), adentrándose en el Dublín nacionalista y violento de principios de los 90 junto a Cate Blanchett.

También estuvo enfrente de Al Pacino en “La prueba” (2003) y se lanzó decididamente al al cine comercial con las fallidas nostalgias televisivas de “S.W.A.T.: Los hombres de Harrelson” (2003) y “Corrupción en Miami” (2006) y, sobre todo, con “Alejandro Magno” (2004) de Oliver Stone.

Ya habían trabajado con él Joel Schumacher, Steven Spielberg o Oliver Stone y se sumaron a la nómina otros consagrados como Terrence Malick, que le confío el papel de John Smith en la colonial “El nuevo mundo” (2005), como Woody Allen dibujándolo como el hermano débil de la infravalorada “Cassandra’s dream” (2007). Martin McDonagh se convertiría en su nuevo director de referencia siendo capaz de extraer de él una impagable vis cómica en “Escondidos en Brujas” (2008), cinta de humor negro que parodiaba al cine de acción y de gangsters con la que ganó el Globo de Oro al mejor actor de comedia o musical.

Era una nueva época para el actor demostrando una versatilidad que iba más allá de su carácter canalla cada vez más difuminado en el tiempo en favor de una profesionalidad innegable. Fue uno de los tres actores que continuaron el trabajo inacabado de Heath Ledger en “El imaginario del Doctor Parnassus” (2009) de Terry Gilliam, escapó de un gulag en un viaje de resistencia en “Camino a la libertad” (2010) de Peter Weir, volvió a hacer acción en “London Boulevard” (2010), estuvo en la nueva versión de “Noche de miedo” (2011) y fue uno de los objetivos de la comedia “Cómo acabar con tu jefe” (2011).

No deja de ser curioso la cantidad de versiones remozadas que ha protagonizado Colin Farrell sobre marcas exitosas bañadas de nostalgia tanto de cine como televisión. A las ya comentadas anteriormente se sumaba “Desafío total” (2012) pero faceta original y desenfadada se la volvía a reservar para un Martin McDonagh que volvió a contar con él en “Siete psicópatas” (2012). También dio vida al padre marcado por el alcohol que tanto afectó a la infancia de la escritora P.L. Travers y que inspiró a la escritora para definir al padre de los niños de “Mary Poppins” en “Al encuentro de Mr. Banks” (2013).

Se enamoró de la Jessica Chastain de “La señorita Julia” (2014) y fichó por la segunda temporada de “True detective” (2015) sufriendo no estar a la altura de las expectativas tras el fenómeno social de la primera tanda de capítulos protagonizada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Un impacto que sí que tuvo para el grupo de mujeres al que revolucionaba en “La seducción” (2017) de Sofia Coppola.

En cambio, y al igual que ocurriera con Joel Schumacher y Martin McDonagh, otro director quiso repetir con él tal fue el caso del griego Yorgos Lanthimos que no dudó en darle el protagonismo en dos películas tan inclasificables como enfermizas; "Langosta" (2015) y "El sacrificio de un ciervo sagrado" (2017). Ya estábamos ante un Farrell que primero demostró encanto transgresor para después, y por este orden, validez para el cine comercial y de acción, eficacia para el drama romántico, vis cómica empática y, más adelante, una solvencia demostrable en una sobriedad llena de naturalidad.

Otros tres directores de renombre contaron con él, tal fue el caso de Steve McQueen en "Viudas" (2018), Tim Burton en "Dumbo" (2019) y Guy Ritchie en “The gentlemen: Los señores de la mafia” (2020). Además también participó en “Animales fantásticos y dónde encontrarlos” (2016) y volvió a dar un giro interpretativo como el mercenario desalmado de la miniserie "La sangre helada" (2021).

Hay actores que encuentran un momento de cúspide y reconocimiento en su carrera con el papel adecuado en el momento exacto lo cual genera un aluvión de premios y reconocimientos de los que hasta entonces se le había privado. Colin Farrell está (o estaba) en ese punto habiéndose creado una inercia de corriente que al menos le ha llevado hasta la nominación al Oscar.

No sólo por un año en el que ha ofrecido trabajos tan distintos y deslumbrantes sino por generar esa sensación de que ya le toca desde que saliera del Festival de Venecia 2022 con la Copa Volpi. Todo por dar vida vida a ese hombre corriente e ingenuo de una comunidad rural irlandesa que lo único que quiere es recuperar al amigo que ha dejado de serlo. Un personaje tierno, emotivo y humano que genera gran empatía con el espectador.

 

Colin Farrell es un alma indómita que siempre demostró profesionalidad y que en una madurez profesional ya alcanzada, quedando cada vez más lejos sus años de joven promesa, no ha hecho más que demostrar lo buen y versátil actor que es y la industria no ha dudado en reconocérselo siendo un fijo en todas las quinielas y premios desde que arrancó esta carrera al Oscar. Al final lo de la estatuilla es lo de menos cuando se ve el cenit de un actor en estado de gracia.

Nacho Gonzalo

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